Religión

Los Dos Juicios que Te Hará Jesús Después de Tu Muerte

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Primero tendremos un juicio particular al morir.

Y cuando Jesús venga, por segunda vez, se producirá el juicio final y definitivo.

En esto concuerdan el Nuevo Testamento y Revelaciones extra bíblicas.

Y estos juicios son los que nos darán acceso a la vida eterna.

Donde la felicidad será total, no como ahora que vivimos en un mundo de pruebas.

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El juicio final sucederá al final de los tiempos.

¿Cuándo? Nadie sabe el día y la hora, sólo el Padre.

¿Cómo pasará? Jesús lo bosqueja, pero llegar a entenderlo es un tanto complicado.

Hay muchas preguntas que empiezan a surgir.

Aquí trataremos de establecer lo que la Iglesia ha discernido sobre el Juicio Final.

Naturalmente hay otras profundizaciones extra bíblicas que pueden ser complementarias, pero no las trataremos en detalles.

EL JUICIO DIVINO

El juicio divino es un acto que ejecuta la justicia retributiva de Dios, en que el destino de las criaturas humanas se decide de acuerdo con sus méritos y deméritos.

Por tanto hay un conocimiento de Dios sobre el valor moral de los actos de las criaturas y un veredicto como recompensa o castigo.

A nuestra muerte y en el final de la historia habrá un juicio de Dios sobre cada persona.

El primero se llama a juicio particular y el otro juicio final.

Pero estos no son únicos, porque Dios a través de la historia ha hecho diversos juicios.

Es más, nuestra enfermedades y la muerte en esta vida son consecuencia del juicio que Dios hizo sobre la raza humana en el Génesis, cuándo Adán y Eva pecaron.

Pero después ha habido otros juicios como el Diluvio Universal, la destrucción de Sodoma y Gomorra, las plagas de Egipto, y varios más expresados en las escrituras.

También hay un juicio de Dios en el mundo que es subjetivo a los individuos, que evalúan su desvío respecto a la ley natural de Dios.

Y por esto es que en las escrituras dice que Cristo no vino a juzgar sino a salvar, de modo que el juicio interno procede de la actitud que tengamos hacia Cristo.

El juicio al final de los tiempos será el cierre de todas las retribuciones divinas.

Incluyendo el juicio secreto que Dios nos comunica a través de nuestra vida en diversas ocasiones.

El juicio al final de los tiempos comienza con nuestro juicio particular, que en realidad es el fin del tiempo para el cada individuo en la Tierra.

Mientras que el juicio general o final es respecto a la raza humana y a la vida en el mundo.

La idea de un ajuste final después de muerto es algo que prevalece en las culturas pre cristianas, a lo cual los judíos agregaron el juicio de Dios sobre los vivos.

El juicio general final está claramente proclamado en la Biblia.

A veces se le llama Día del Señor, como en el Antiguo Testamento; y en el Nuevo Testamento se relaciona con la segunda venida de Jesucristo como juez del mundo.

En el Nuevo Testamento se mencionan varias señales que preceden a ese juicio, aunque no se da información del momento concreto que sucederá.

Estás señales son la predicación del cristianismo en todo el mundo, la conversión de los judíos, el regreso de Enoc y Elías, una gran apostasía, el reinado del anticristo, grandes perturbaciones en la naturaleza, una conflagración universal y la resurrección de los muertos.

¿PORQUE HABRÁ DOS JUICIOS?

Luego de muertos tendremos dos juicios de Dios.

Uno inmediatamente de morir y otro al final de los tiempos.

Algunos se preguntan porque es esto, y ponen el ejemplo de una persona, en cuyo juicio particular inmediatamente después que muere es condenado al infierno.

Y luego tiene que salir del infierno para ser juzgado de vuelta y ser enviado de nuevo allí.

Pero esto no es un contrasentido como puede parecer.

En primer lugar el Catecismo de la Iglesia Católica dice que habrá un juicio particular después de la muerte de cada persona.

Donde cada persona recibirá su retribución eterna en su alma inmortal después de su muerte según el numeral 1022 del Catecismo.

Lo que implicará que entre en la bienaventuranza del cielo, o a veces necesite una purificación intermedia, o por el contrario, tenga la condenación eterna inmediata.

También la Iglesia declara que habrá un juicio final, al final de los tiempos, en que seremos juzgados todos públicamente y corporativamente, como declara el numeral 1038 del catecismo de la Iglesia Católica.

La resurrección de todos los muertos precederá al juicio final.

Este juicio final se justifica porque se revela la totalidad de la justicia y la gloria de Dios, para que todos la vean, lo que no sucede en el juicio uno a uno que se llama particular.

Ahí conoceremos toda la obra de la creación y de la salvación y como la providencia la llevó a su fin.

Por otra parte nuestras vidas tienen implicaciones en nuestros hijos, nuestros nietos etc. y estás consecuencias también repercutirán en el juicio final.

Además somos cuerpo y alma, y en el juicio particular estamos compareciendo sólo como almas.

La diferencia entre el juicio particular del juicio final es que cuando salgamos del juicio particular, ya sea para la bienaventuranza o para la condenación, lo haremos sin cuerpo.

Por lo tanto el cielo, el purgatorio y el infierno son estados más que lugares.

cuando se realice el juicio final será reconstituida la unidad entre cuerpo y alma, y ahí pudiera suceder que estemos hablando de lugares. aunque esto es discutible para la doctrina.

RESUCITARÁN LOS MUERTOS

“La resurrección de todos los muertos, «de los justos y de los pecadores» (Hch 24, 15), precederá al Juicio final.

Esta será «la hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán su voz […] y los que hayan hecho el bien resucitarán para la vida, y los que hayan hecho el mal, para la condenación» (Jn 5, 28-29).” Catecismo 1038

Todos vendrán a la vida, volverán a su cuerpo, tomando formas “especiales”.

No es una reencarnación. Es un volver a lo que ya se nos ha dado.

Estos cuerpos ¿serán como lo que somos?

Cambiarán pues no sufrirán dolores ni muerte (pero ojo que los condenados sufrirán por estar lejos de Dios).

Podrán ir donde el alma desee (algo parecido a San José de Cupertino que levitaba hacia ciertos lugares, o el Padre San Pío que podría estar con una rapidez en otros lados).

Podrán atravesar los cuerpos materiales, y serán tan claros y brillantes como lo fueron en esta vida.

Aún con estas ideas no se puede imaginar la gloria que Dios ha preparado para los que se salven.

Pues los condenados no tendrán esto, serán lo que hicieron acá.

“Entonces, Cristo vendrá «en su gloria acompañado de todos sus ángeles […]

Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de las cabras.

Pondrá las ovejas a su derecha, y las cabras a su izquierda […]

E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna.» (Mt 25, 31. 32. 46).” Catecismo 1038

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CRISTO VENDRÁ EN SU GLORIA

“Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre.

Mientras todas las razas de la tierra se golpeen el pecho verán al Hijo del Hombre viniendo en las nubes del cielo, con el Poder divino y la plenitud de la Gloria.

Mandará a sus Ángeles, los cuales tocarán la trompeta y reunirán a los elegidos de los cuatro puntos cardinales, de un extremo a otro del mundo.” (Mt. 24, 30- 31).

“Cuando el Hijo del Hombre venga en su Gloria rodeado de todos sus Ángeles, se sentará en su Trono como Rey glorioso.” (Mt. 25, 32).

Dos extractos de la Biblia nos ilustran cómo será la venida de Jesús.

Sobre las nubes, con multitud de ángeles y se sentará en su trono.

El que viene es el Hijo, que es Dios, con dos naturalezas la divina y la humana.

¿Cómo se verá? ¿Cómo será su gloria? ¿Cómo ha de ser?

Definitivamente Jesús es amor, por lo tanto, no puede separarse del amor grande que nos ha tenido (dando su vida por nuestra salvación) y obedeciendo al Padre: por ello traerá los estigmas.

Las heridas en pies, manos y costado serán la señal que es Cristo, y no alguien más.

Ya alguna vez el enemigo quiso pasarse por Cristo glorioso, y los santos han notado este detalle.

Jesús traerá las heridas, heridas de amor.

Pues como todo poder se le ha dado, vendrá con todo su esplendor y la cruz le precederá.

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COMO REY SEPARARÁ MALOS DE BUENOS

Todo el mal que hacen los malos se registra y ellos no lo saben.

El día en que «Dios no se callará» Se volverá hacia los malos:

«Yo había colocado sobre la tierra —dirá Él—, a mis pobrecitos para vosotros.

Yo, su cabeza, gobernaba en el cielo a la derecha de mi Padre, pero en la tierra mis miembros tenían hambre.

Si hubierais dado a mis miembros algo, eso habría subido hasta la cabeza.

Cuando coloqué a mis pequeñuelos en la tierra, los constituí comisionados vuestros para llevar vuestras buenas obras a mi tesoro: como no habéis depositado nada en sus manos, no poseéis nada en Mí»” San Agustín, Sermón 18, 4, 4

Ante Jesús, todo se sabrá entre cada hombre y Dios.

Todo hasta lo más insignificante será puesto al descubierto.

Cada cosa que se hubiera hecho en lo terreno, estará “registrada”.

San Agustín nos está diciendo que Dios se vuelve hacia cada persona y le dirá que no le dieron de comer, y el Evangelio dice sigue diciendo si fueron a ver a los enfermos, los presos etc.

Este es el tema de la obras de misericordia.

Santa Faustina ha insistido en que ser misericordioso nos ayudará para que Él lo sea con nosotros.

Porque Jesús juzgara lo que hiciste en la tierra, pero verá esos detalles.

La misericordia pesará más que la justicia y le ganará.

Por eso Jesús ha de decirles a los apóstoles y a los que predicaba: Sean misericordiosos como su Padre es misericordioso.

Él hace salir el sol sobre buenos y malos…

Por eso vivan portándose como si ya fuera a suceder.

Jesús no reveló cuando juzgará, solo mencionó que será al final de los tiempos.

Ni siquiera Él sabe cuándo pasará. Sólo el Padre sabe el día y la hora.

Este juicio triunfará sobre toda injusticia cometida.

En ese momento se sabrá la última palabra que dará sobre toda la historia.

Hacia donde Dios nos quería conducir, como la Providencia llevó a todos por caminos admirables conduciendo todo hacia el fin último.

segunda venida de cristo

SEÑALES DE SU VENIDA

San Mateo en el Evangelio recoge las diferentes señales.

El mundo ha venido esperando este acontecimiento, pero muchas de las cosas que Jesús dice se repiten, por eso ha de estar el católico preparado.

En el versículo 5 y 11 del capítulo 24 señala que habrá muchos profetas y Cristos que engañarán.

¿Cuántas personas han olvidado confiar en Dios?

La Iglesia fue fundada por Jesús, a Él debemos confiar la guía en cada sacerdote, obispo y el Papa.

Por más imperfecto que seamos sabremos que si permanecemos en el Señor no seremos parte del engaño.

Pero hay que examinar a quiénes si conocen a Jesús pero se aprovechan de otros para hacerse pasar por Él.

“Hijos míos, es la última hora.

Habéis oído que iba a venir un Anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido, por lo cual nos damos cuenta que es ya la última hora.

Salieron de entre nosotros; pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así para poner de manifiesto que no todos son de los nuestros.” (1 de Juan 2, 18-19)

Estos dos versículos de San Juan, resumen los versículos de San Mateo.

Porque alerta como ya desde ese momento que hay gente que aparenta ser de Cristo, pero no son.

La carta lo esclarece bien, si fueran de la Iglesia permanecerían en ella. Pocos años después un discípulo de San Juan, San Ignacio de Antioquía llamaba a la Iglesia: Católica.

Por lo que en ella está la plenitud de la Verdad.

Ellos son los que San Juan dice son de los nuestros, somos nosotros.

Los cristianos serán perseguidos y odiados.

Todo el tiempo hemos sido perseguidos a muerte.

Muchos nos traicionarán.

Desde los primeros cristianos hay mártires y apostatas.

Otra de las señales es que la caridad se enfriará.

Y otra más, que la Buena Nueva será proclamada en todo el mundo.

Estas señales son ambiguas, pero no por ello se debe relajar el espíritu.

Jesús ha de insistir en que deben estar despiertos porque no saben la hora en que el ladrón vendrá a robar.

Tampoco saben a qué hora vendrá el esposo.

Si no están listos, el esposo no los reconocerá y serán echados a las tinieblas.

Los apóstoles, movidos por el Espíritu Santo, recorrieron muchos lugares.

Querían llevar la Buena Nueva a todo mundo.

Porque querían que Jesús regresará. Pues es una de las señales.

Hay muchos versículos de la Biblia que pueden ser utilizados, para darse cuenta que el fin está próximo.

San Juan en parte de su carta insiste mucho en que permanezcan en la enseñanza que se les ha dado, para que el anticristo no los agarre desprevenidos.

“Os he escrito, no porque desconozcáis la verdad, sino porque la conocéis y porque ninguna mentira viene de la verdad.

¿Quién es el mentiroso sino el que niega que Jesús es el Cristo?

Ese es el Anticristo, el que niega al Padre y al Hijo.

Todo el que niega al Hijo tampoco posee al Padre.

Quien confiesa al Hijo posee también al Padre.

En cuanto a vosotros, lo que habéis oído desde el principio permanezca en vosotros.

Si permanece en vosotros lo que habéis oído desde el principio, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre, y esta es la promesa que él mismo os hizo: la vida eterna.

Os he escrito esto respecto a los que tratan de engañaros.” (1 San Juan 2, 21-26)

Permanezcan en Él, confíen en Él.

San Pío de Pietrelcina da un bosquejo diciendo que nosotros conocemos la parte de atrás del bordado, por eso no desconfiamos que sea hermoso.

La insistencia de ser firmes es para que no sean engañados, para que reciban de lo Alto la fuerza y la perseverancia.

Nadie sabe ni el día ni la hora.

jesus con sombras en la cruz fondo

¿QUÉ SE NECESITA PARA SALVARSE?

Fe en Jesucristo. San Pablo recalca la fe para lograr la salvación.

Pero tener fe no significa solamente creer, sino hay que vivir de acuerdo a esa fe.

Santiago en su carta da la otra parte, pues la fe, sin obras está muerta.

La moneda siempre tiene dos caras.

La fe y las obras son necesarias para la salvación.

El día del Juicio las sentencias serán puestas de nuevo.

Si estabas en el infierno ahí permanecerás.

Si estabas en el Purgatorio estás salvado y pasarás al Cielo.

Si ya estabas en el Cielo; prepárate porque entonces verás la gloria de Dios.

Hasta ese momento se sabrá porque Dios permitió el mal.

Solo en ese tiempo se sabrá cuanto bien sacó.

Quedarán definitivamente respondidas las frecuentes preguntas:

¿Por qué Dios permite la injusticia?

¿Por qué los malos triunfan y los buenos fracasan?

La Sabiduría Divina destapará todo aquello que para nosotros no tiene sentido hoy.

Por eso para salvarse se necesita fe, confianza. Y obras.

Los santos han sido una guía para conocer la misericordia y el amor de Dios.

Ellos como seres humanos han cometido errores, pero también han sabido superarlos.

Son un ejemplo de perseverancia en el encuentro hacia Dios.

En el camino al Gólgota, Jesús ha caminado con la cruz, la lleva en su hombro. Ha pasado hambre, pues no ha comido desde el día anterior. Azotado y coronado de espinas. Lleno de llagas, varón de dolores. Sufre, por lo que siente, por lo que oye. Los dolores de Cristo son externos pero también internos.

Y Él nos enseña a que cada vez que caigamos nos levantemos.

Él sin tener culpa de nada, fue tratado tan mal; mostrando que si se puede levantarse, por más profundo que sea el dolor o el agujero.

Santa Teresa de Jesús, monja carmelita descalza, nos ha dejado unas hermosas frases convertidas en oración.

Que son motivo de recordarnos sobre la salvación.

Pero más que el ser premiados o castigados, recuerda que es el amor que nos debe conducir a Jesús, nuestro Dios.

“No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muéveme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,

y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.”

Y así como nació en un humilde pesebre, volverá.

Vendrá a juzgar a vivos y muertos.

A llevarnos hacia el Cielo, o lejos de Él.

Amarle a Él, vivir para Él, como si no hubiera infierno, como si no hubiera cielo.

Entonces le veremos al que es Amor.

En nubes con ángeles y serafines, todo hermoso.

Con sus cinco llagas, y reinará por los siglos de los siglos.

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