Religión

PUTIN Y EL ANTICRISTO QUE VIENE

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Por Juan Suárez Falcó

Queridos hermanos en la fe,

Estamos asistiendo al cumplimiento de la profecía de Ezequiel 38. Allí el Espíritu Santo le informó al profeta que en el fin de los últimos tiempos, al final de los días, Rusia (Gog) y los países islámicos del Norte de África y de Oriente Medio invadirían el territorio seguro de Europa, un pueblo que habita en ciudades abiertas y que es el centro del mundo, la cristiandad, la nueva Israel, el pueblo de la nueva Israel.

Muchos fallan al interpretar esta profecía porque creen que el objetivo militar de esta alianza entre comunismo e Islam es el Estado de Israel, la Israel histórica con capital en Jerusalén. No es así. Rusia e Israel son uña y carne porque ambos odian la cristiandad católica. La prueba es que la Rusia comunista apoyó en la ONU la constitución del Estado de Israel, como recordaba bien Francisco Franco en su excelente libro “Masonería”, escrito con el pseudónimo Jakim Boor. Y es que Israel siempre fue un Estado marxista, con formas socialistas de gestión de la tierra (kibutz) y élites ateas.

Putin sigue siendo comunista. Educado en las esencias del comunismo y coronel de la KGB. Nunca lo ha ocultado. Ha apoyado todas las dictaduras comunistas en América Latina (Cuba y Venezuela, Nicaragua, Ecuador) y a las teocracias islámicas de Oriente medio. El Islam no deja de ser un comunismo religioso. Ha abierto en Moscú la mezquita más grande de Europa, y apoyado a los separatistas catalanes, solo por intentar dañar y dividir a España, como hacen también, por cierto, socialistas, bilduetarras, podemitas y, cada vez más, los peperos, que con Feijóo al frente, el masón nacionalista gallego y globalista (no es contradictorio) favorable a la vacunación obligatoria, están avanzando en “descentralizar” el partido, ya que no pueden ni quieren tener un discurso único en toda la Nación.

Putin no es un paladín cristiano, como muchos opinan. Se equivocan de medio a medio. Es un demonio comunista que venera la momia de Lenín, que adora a Stalin y que ha recuperado para su ejército todas las insignias y logotipos de la URSS (léase a la Dra. Anca María Cernea o al ruso blanco argentino Nicolás Kasantsew, que son los que realmente saben de esto).

Putin es judío. Hijo de padre y madre judíos. Sus verdaderos apellidos son Epstein Schlomo. Por eso sus óptimas relaciones con los judíos talmúdicos anticatólicos, como la Chabab, a los que visita regularmente para celebrar las “fiestas” judías, con su kipah… Abandonó a su mujer y tiene varios hijos con la gimnasta Alina Kabaeva.

Cuando uno ve a Putin santiguarse en alguna Iglesia ortodoxa rusa, en compañía del patriarca Kirill, puede tener la tentación de pensar que es cristiano. Cuidado. Es una imagen que cultiva desde hace años. Pero no lo es. Es pura demagogia o fariseísmo, la misma que profesa Bergoglio. Pero es pura fachada o mentira. Porque la Iglesia ortodoxa rusa es una Iglesia cismática (a veces se nos olvida que la ortodoxia no es la verdadera fe católica), patriótica rusa, infiltrada hasta el tuétano de comunistas. No es casualidad que Kirill y Putin fueran ambos colegas de juventud, porque ambos fueron agentes de la KGB. No es casualidad que Kirill bendiga la invasión rusa de Ucrania, como bendecirá la invasión rusa de toda Europa, tal es su odio a la catolicidad y a los países europeos que, aunque ya no son católicos, lo fueron hasta hace bien poco.

El NOM necesitaba un choque de trenes entre las democracias liberales masónicas de Occidente y el comunismo + Islam (la alianza descrita en Ezequiel 38). Porque así creará la formidable crisis que ha de traer a los tres jinetes del Apocalipsis, que ya asoman: guerra, hambre, enfermedad. Y en eso aparecerá un hombre brillante, que ya se mueve entre bambalinas, que parará la guerra y pacificará el mundo, no con la paz de Cristo, sino con la paz del hombre, dando soluciones humanas a todos los problemas (Catecismo, numeral 676): alguien que haga la síntesis entre liberalismo y comunismo (como decía el padre Castellani), ya que ambos no son ideologías enfrentadas, como muchos piensan, sino hermanos de sangre, hijos ambos del materialismo ateo. Ese hombre será el AC.

Pero antes de eso, nos vendrá el castigo del comunismo: Rusia+China+Islam (Ezequiel 38) son los látigos que Dios usará contra la cristiandad («mi pueblo Israel») para castigarnos por nuestros pecados y abominaciones (aborto, eutanasia, homosexualismo, ideología de género, anticoncepción, adoración de la tierra con la religión falsa del cambio climático, etc.). Así lo dijo Nuestra Madre en Fátima, Garabandal o el mismo Cristo a Sor Elena Aiello.

Así pues, por tanto, sabed que la OTAN, la UE y USA son instrumentos del diablo. Y que también lo es la Rusia comunista de las élites de Putin y Kirill. El diablo los enfrentará a los dos para traer el formidable caos que hará que la gente, cansada de guerra, hambre y pestes, acceda a entronizar a ese hombre genial que pacificará todo.

Mientras tanto, Bergoglio, el falso profeta del Apocalipsis, ha diseñado un jaque mate con su aparente consagración de Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón. Es una jugada maestra… Aparentar que es el papa y que tiene buena intención al consagrar Rusia al Inmaculado Corazón de María pero al no serlo y odiar él a la Virgen (como tantas veces ha demostrado con sus blasfemias) y ser realmente un comunista talmúdico y satánico encubierto (recuérdese la traición a la Iglesia catacumbal china), esa falsa consagración traerá más guerra y daño al mundo.

El único que puede consagrar válidamente Rusia al Inmaculado Corazón de María es Benedicto XVI con todos los Obispos del mundo, pues él sigue siendo el único Papa reinante; o Pedro romano cuando sea elegido en las catacumbas, tras la muerte de Benedicto. Con esa falsa consagración, además, Bergoglio profanará la fiesta de la Anunciación de María, como siempre hace en las celebraciones de Nuestra Madre.

Esto solo se solucionaría si Benedicto XVI se «uniera» a esa consagración, porque en realidad estaría siendo él quien consagrara Rusia al Inmaculado Corazón. Pero no creemos que Bergoglio se lo permita. Si Benedicto XVI se uniera por su cuenta de manera pública a Bergoglio esa consagración sería tardía, como dijo la Virgen en Fátima. Rusia invadirá y castigará a Europa y América. Eso esta consagración ya no lo podrá evitar. Pero podría permitir que Rusia se convirtiera tras el Aviso…

Aunque si nos atenemos a lo que Dios le reveló al estigmatizado Antonio Ruffini el que consagrará Rusia no sería Benedicto XVI sino su sucesor, Pedro romano.

Eso nos situaría ante lo que realmente puede acabar ocurriendo: que Benedicto XVI no se una a esta falsa consagración, sino que al hacerla solo el falso profeta Bergoglio fracase estrepitosamente, ya que su intención no será consagrar Rusia sino maldecirla y reforzarla para que el Dragón rojo haga todo el mal que pueda contra la cristiandad católica histórica. Luego moriría Benedicto XVI y su sucesor en las catacumbas, Pedro romano, sería quien hiciera la consagración, iniciados ya sangrientos acontecimientos. Sería como la tardía consagración de Francia al Sagrado Corazón de Jesús por Luis XVI, que no impediría la consumación sangrienta de los sucesos.

No nos extrañe si dentro de poco Bergoglio viaja a Moscú, aparentemente en misión de paz, que casi todo el mundo engañado se tragará. Pero tras su vuelta estallarán todas las revoluciones comunistas en distintos países de Europa, provocadas por el crack económico que ya estamos comenzando a ver. Y es que el comunismo prosperará cuando venga la miseria y el desabastecimiento, y habrá guerras civiles en Inglaterra, España, Francia o Italia (lo dijo la Virgen en La Salette). Rusia entonces aprovechará esas guerras intestinas europeas para invadir Europa, para saquearla (se dice en Ezequiel 38, 13).

La invasión la harán los musulmanes desde el Sur (España, Francia, Italia), lo vio la estigmatizada francesa Maria Julia Jahenny, y los rusos desde el Este. Luego vendrá el AC (al que Bergoglio saludará como “Salvador del mundo”) y dará comienzo la última semana de Daniel.

No temamos. Nuestro refugio es Cristo Eucaristía y el Inmaculado Corazón de María, las dos columnas inconmovibles de nuestra fe. No nos confiemos en ningún hombre sino en Ellos. Alcemos nuestra cabeza, porque se acerca nuestra liberación.

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