Religión

El humor y los santos

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“Señor dame el sentido del humor, dame el don de saber reírme, a fin de que sepa traer un poco de alegría a la vida haciendo partícipe a los otros”.

La mayoría de las religiones orientales tiene anécdotas humorísticas que contienen profundas enseñanzas, pero en Occidente este tipo de anécdotas no se manejan, como en Medio Oriente, donde el Islam, el Sufismo, Cábala y Jasidismo del judaísmo, están llenos de ejemplos, como él siguiente: “¡Mozo. Mozo…Hay un Dios en mi sopa!”.

HUMOR CRISTIANO

Sin embargo el cristianismo, la religión más sufrida, en sus textos sagrados revela que: “Un corazón alegre es la mejor medicina, un espíritu abatido termina por secar los huesos”.

Jesús decía frases ocurrentes. Por ejemplo: “pasar un camello por el ojo de una aguja” (Mt 19,24) o cuando se refería a los fariseos: “¡Guías ciegos, que filtran el mosquito y se tragan el camello!” (Lc 11- 23:24), o la frase “Echar perlas a los chanchos” (Mt 7,6), todas evocan imágenes chistosas y dan a entender que Jesús tenía un sutil sentido del humor.

Juan Bosco era bromista. Santa Teresa de Ávila especialista en poner apodos. A San Felipe Neri lo llamaban “el bufón de Dios” por su costumbre de divertir con sus ocurrencias a los Cardenales de Roma. San Bernardino de Siena nunca paraba de reír y bromear.

Santo Tomás Moro solo invitaba a comer a quién compartiera chistes con él. Su sentido del humor muy inglés, lo siguió hasta el momento de su muerte:

Tomás Moro (1478-1535) era un abogado tan culto que llegó a ser Canciller del rey Enrique VIII, pero cuando éste rey rompió con la Iglesia Católica proclamándose Jefe Supremo de la Iglesia de Inglaterra, mandó a la guillotina a Tomás Moro quién agotado, después de subir escalones para que le cortaran la cabeza, dijo a su verdugo: “Le ruego, señor teniente, ayúdeme a subir; en cuanto a bajar, deje que ruede por mí mismo”.

Canonizado en 1935 y en el año 2000, proclamado patrono de los políticos, Tomas Moro escribió la siguiente oración:

“Señor, dame una buena digestión y -naturalmente- algo para digerir. Dame la salud del cuerpo y el buen humor necesario para mantenerla. Dame un alma sana que tenga siempre ante los ojos lo que es bueno y puro de manera que frente al pecado no me escandalice, sino que sepa encontrar la forma de ponerle remedio”.

“Un Santo triste es un triste Santo”.

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