Religión

Pretenden reemplazar la Conversión Personal, por la llamada conversión sinodal: ¿qué significa?

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Por el padre José Luis Aberasturi

El lenguaje, en la Iglesia Católica, se está haciendo cada vez más “retorcido” y “oscuro”, únicamente válido para “entendidos” o para todos aquellos que “están en el ajo”: poquísimos, ciertamente. O casi nadie: la mayoría de esos “entendidos” hace tiempo que están por dejar la Iglesia…, si no la han dejado ya. Y deprisa y corriendo. Los demás, la gente normal y corriente, no sabemos ni de qué hablan.

Por contra, sí sabemos a dónde nos quieren llevar: a la apostasía general indolora: con anestasia, por supuesto.

Vamos con un ejemplo, y de actualidad. Copio de Vida Nueva, revista nada sospechosa de carcundias o de ortodoxias desaforadas y transnochadas: más bien, todo lo contrario, por decirlo suave y caritativamente.

“Todos asociamos la palabra “conversión” (…) a una dimensión estrictamente pesonal. Yo soy el que necesito modificar (…), algunos hábitos, ciertas actitudes (…), y dejar atrás los pecados”[“Expresión -se ha apresurado a señalar el autor-, que ya no se usa”: lo de “los pecados” ¡Una carcundia menos! Que falta hacía. O no…].

Más tarde -seguimos con el relato de VN-, nos topamos con la “conversión pastoral” (Santo Domingo, 1992; y Aparecida, Brasil, 2007): se trataba de “pasar de una  pastoral de conservación a una de transformación, de misión”.

¡Pues, vistos los resultados, se han lucido los de la pastoral! Porque han despoblado las naciones de católicos-católicos. Había que abandonar la “conservación”… y no se ha conservado NADA.

Pues ahora mismito, se nos lleva y se nos reclama, en una nueva vuelta de tuerca, tan inútil y perniciosa como la anterior, o más -la de la”conversión pastoral”: cambiar “actitudes y acciones pastorales”, que como fruto maduro, y más que maduro: pasado de fecha ya, han vaciado parroquias, instituciones y la misma Iglesia-, a una “conversión SINODAL”.

Tras el clamoroso y llamativo “éxito” de la anterior, y dado lo bien que cavamos hacia abajo -ya una auténtica especialidad de la casa-, vamos a seguir ahondando el agujero…, para no poder salir nunca más de él. Que es a donde se quiere ir, y se va.

Y explica VN: “Esta conversión sinodal ya no será solo individual, en quien la practica, ni tampoco únicamente pastoral, en cuanto al fin que persigue, sino que implicará a la comunidad completa. Obvio que exige desprendernos de actitudes ya ancestrales [¡Odio a lo pasado “por pasado”, sin más títulos ni explicaciones!] como el autoritarismo y el clericalismo, pero enfatizará los momentos comunitarios en los que se realizará la amplia consulta a inicios del año próximo”.

¿Van entendiendo? Yo, me he perdido… la verdad.

Lógicamente, no podían faltar los ¡aleluyas!: “Bienvenido el nuevo calificativo”.

Pero, prevenido quizá por los “éxitos” cosechados en la Iglesia tras san Juan Pablo II y Benedicto XVI, el sesudo autor, se pone la venda antes de que le llegue la pedrada: “Ojalá que no quede en los clásicos nominalismos tan frecuentes en nuestra Iglesia. Que sea en verdad un cambio cultural, en donde todos seamos tomados en cuenta, en donde tomemos en cuenta a todos”.

¡Clarísimo!, ¿no les parece? La verdad es que, quizá sin querer, ha dicho una verdad: que los “nominalismos” [la palabrería huera, el bla-bla-bla, los “diálogos de besugos”] están al orden del día en la Iglesia. Y tiene muchísima razón.

O sea, y para que sepamos el lenguaje que nos están inoculando como un virus mortal: por supuesto, ¡nada de Conversión Personal, que eso es “ancestral”!: si; total, nos lo ha demandado Jesucristo: ¡fijate si es viejo el tema! Así que ¡fuera!

Para remachar bien el clavo y quede todo mejor sujeto, hay que rechazar también el “clericalismo” y el “autoritarismo”; mágicas palabras que son un reflejo más, pero definitivo, de cómo la MENTIRA se ha apoderado de la Iglesia: porque NUNCA como ahora, y desde que tengo uso de razón católica, las Instituciones de la Iglesia se han comportado de un modo tan despótico y con tan avasalladora clericalla al frente, como en estos últimos años. Y todo va a más, y a peor.

Es el juego -sucio, por supuesto-, de acusar a/en los demás de lo que uno hace, y con grandísima diferencia. Para mal, naturalmente.

Y, por supuesto, hay que demoler lo que está mandado por el Señor: el que crea, se salvará; el que no crea, se condenará. O aquello tan directo y tan lineal, de: ¡Convertíos!

Ahora la “conversión” no tiene ya nada que ver con el PECADO. Ni con estar inmerso o subsumido por las ESTRUCTURAS de PECADO. Es más, se nos enseña que se puede estar enpecatado, firmemente sujeto por Satanás, y presentarse como sólido y genuino “católico con pedigrí…” “más falso que Judas”, como se dice coloquialmente.

Nada que ver, lo de Jesucristo –vete, y no peques más, por ejemplo-, con la “conversión pastoral”; menos aún con la “conversión sinodal”; o la conversión amazónica, o la conversión al migrante, o la conversion a Lutero, “medicina para la Iglesia”… Y así sucesivamente.

¿A donde conducen todas estas “conversiones”, tan forzadas en el lenguaje como en la intención? Lo ha dicho clarísimamente el autor, y sin inmutarse: a un “cambio cultural”. ¡Manda rosas…!

No queda ni rastro de “mirar a Cristo”, de “seguir a Cristo”, de “creer a Cristo”, de “pisar donde Cristo ha pisado”, etc. Ni rastro de Cristo y su Iglesia. Ni de Vida Cristiana: la de los hijos de Dios en su Iglesia en medio del mundo, la que tiene por nombre: SANTIDAD.

Por supuesto, incorporando el trampantojo del TODOS que, obviamente, no podía faltar, como eco “eclesial” del mismo mantra que, por lo civil, está tan de moda últimamente: ¡¡¡es MODERNO!!!

Por tanto: ¿ahora que no hay nadie, porque nadie queda, ya que se ha buscado cosechar fracaso tras fracaso y arrasar y asolar; ahora precisamente, ¿para triunfar hay que ir all togheder!?

Pues si se le pone música de chunta-chun, y sale alguna parejita bailando, todos ya en el Cielo, practicamente… y encima “apretujaos”, del llenazo.

Va a ser todo un éxito lo de la “conversión sinodal”. Al tiempo. ¡Para acabar, claro, con lo poquito que va quedando de la Iglesia Católica!

De cajón. En eso están. Y bien entretenidos.

Un ultimísimo ejemplo, recién horneado: escuchas o lees el último Mensaje llegado de Roma, y se te cae el alma a los pies. Bueno: el que crea que todavía la tiene…

Mensaje, que lo único cierto que demuestra es la RUPTURA TOTAL, frontal, con Cristo. ¡Es que ya ni se le nombra! Está proscrito… ¡en SU propia Iglesia!

Se cumple lo que nos escribe san Juan: vino a los suyos, y los suyos no le recibieron: le despreciaron. Operación que hoy se repite, llevada a cabo por parte muy importante, en número y en “calidad”, de la Jerarquía, antes católica.

Todos ellos reconvertidos hoy en los brazos ejecutivos de la “nueva iglesita del viejo tiempo”: la Iglesia FALSA, denunciada y denominada así por el mismo Jesús, en los “Dictados de Jesús a Marga”.

Copio: “…hoy en día, (…) muchos sacerdotes y obispos, muchos responsables de almas y dignatarios, van por el camino de la perdición, y con ellos llevan a muchas almas [Esta misma frase dijo la Virgen en San Sebastián de Garabandal el 18 de junio de 1965].

Son los que creen que viene una ‘primavera de la Iglesia’. No viene una primavera: viene un otoño y más tarde un invierno, para llegar a su ocaso. Para la primavera falta mucho.

Ellos se creen inmersos en esa primavera: no hay tal. Parece que las almas reviven: no hay tal. Las almas corren a la Iglesia, pero para no cumplir los Mandatos de Cristo.

¿Qué Iglesia es entonces esta? Es una Iglesia donde son consideradas “herejías” las verdades insondables de la Fe. Son iglesias vacías de oración. almas huérfanas de directores espirituales. Iglesia que ha olvidado el sacrificio y el ayuno y corre por el camino de los placeres mundanos, entregada a ellos. Es Iglesia donde la Eucaristía es relegada al último rincón del Templo. Iglesia donde se cometen los sacrilegios.

¿Será esta la Iglesia de Cristo?

Fíjate cómo multiplican sus lugares de reunión fraterna. Reunión en donde planearán, trazarán unos planos. ¿Es esta la Reunión de Cristo y los planos que quiere Cristo? ¿O es más bien la reunión de aduladores a la cabeza [Al mandatario], los forjadores de sus planes [Los del mandatario]?

(…) ¿En alguna de esas reuniones os habéis propuesto que Cristo reine por medio del Santísimo Sacramento del Altar? Si no es así, sabed que no formáis parte de mis planes en vuestras actuaciones. Examinaos de eso y ved cuán lejos estáis de Mí” (T. III, Introducción de Jesús.).

Espero que haya quedado claro. Con todo: no se salva quien no se quiere salvar. Como no cree el que no quiere creer.

Y me reafirmo en lo que digo: “¡Éramos muchos…, y parió la abuela!”. Un clásico.

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