Yucatán

Julián Zacarías sigue viviendo en su mundo de fantasía

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Se dice por ahí que el poder enloquece, que nos hace perder el sentido común y la percepción de la realidad y esto es algo que aplica absolutamente para el ejercicio del poder público.

El poder marea, los halagos gratuitos, los intereses creados y los amigos de ocasión trastornan y llevan a extraviar la perspectiva y a creerse muy por encima de los simples mortales.

Tal cosa ocurre con Julián Zacarías, flamante alcalde reelecto de Progreso, que sin duda aconsejado por alguno de los comunicadores que acostumbran beberle los vientos, discurrió publicar una tabla donde compara algunos aspectos inherentes al quehacer gubernamental.

De conformidad a la mentada tabla, colegimos que Julián es poco menos que una maravilla, la mayor bendición que pudo existir para Progreso, porque en la apariencia, supera ampliamente a sus antecesores.

Y sin entrar a defender lo indefendible, porque es menester asumir que los gobiernos que estuvieron previamente dejaron de hacer muchas cosas y gran cantidad de asuntos pendientes, es preciso mencionar que el gran fallo de la administración municipal en turno, es su nula sensibilidad social.

Porque si bien es indudable la utilidad para los ciudadanos de las calles pavimentadas, si bien es necesario otorgar apoyos a los más necesitados, si bien es importante que se reconozca el trabajo realizado correctamente y es fundamental permitir a la ciudadanía acceder a la información que le posibilite saber que es lo que se hace con su dinero, también hay que decir que con eso, LA CIUDADANÍA PROGRESEÑA NO VIVE, NI COME.

Porque las calles pavimentadas son importantes por razones de estética y operatividad, pero no se conoce un solo cristiano que se nutra de pavimento y en cambio, si se sabe de muchos funcionarios públicos que hacen de la pavimentación y el bacheo, una muy destacada fuente de ingresos y negocios indebidos con constructores. «Haz obras y mejoras», sugería Víctor Cervera y es obvio que Julián ha descubierto el significativo filón de ganancias que esto significa. Por eso es que Julián sin duda ha hecho tantas calles.

Julián también presume otorgar más apoyos sociales que ninguno y en verdad, esto no debiera ser motivo de orgullo.

Pará empezar, hay que decir que los famosos apoyos, tienen más de dádivas, tendientes a comprar la voluntad ciudadana, que de herramientas para contribuir a la superación personal.

Por otro lado, hablar de un aumento en la cantidad de apoyos sociales, habla de profundas inequidades sociales y deja de manifiesto, la incapacidad del gobierno municipal para generar condiciones de vida más justa y mejores oportunidades de trabajo para la población. Como es posible concluir, después de este sencillo razonamiento, nada hay para presumir.

En lo que concierne a los distintivos o reconocimientos nacionales o internacionales obtenidos, todo depende. Es bien sabido que esta clase de galardones se compran y que no son precisamente baratos y conociendo la manera de proceder y pensar de Julián y sus corifeos en la administración, no es de extrañar que adquieran distinciones de cartón, con evidente propósito engañabobos, para deslumbrar incautos.

Por último, cuando se habla de índice de transparencia, nos permitimos una vez más, dudar, toda vez que Julián sólo pone accesible la información que le conviene y esconde mañosamente los datos duros que pudieran poner en aprietos a su administración.

Pero para evitar que el bueno del alcalde pierda el sueño, vamos a aceptar y dar por buenos sus datos e incluso le recomendamos no perder el tiempo buscando ser gobernador del estado, de una vez que apunte su candidatura a la presidencia de la república, seguramente esto hará la felicidad de los progreseños, que mientras más lejos lo tengan, mejor.

Seguimos pendientes…

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