Opinión

Retornar a clases, ¿falta de reflexión, capricho, locura o perversidad?

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Si alguien dudaba de la sanidad mental de Andrés Manuel López Obrador, las declaraciones hechas en Sinaloa, nos prueban de manera fehaciente que no está en plena posesión de sus facultades.

López Obrador de manera por demás absurda declaró que antes que concluya este ciclo escolar, los alumnos de las escuelas de diferentes niveles regresarán a clases.

Lo anterior, lo afirmó contradiciendo lo expresado con antelación por Esteban Moctezuma Barragán, quien fuera secretario de educación, quien repetidamente declaró que el retorno a clases sería hasta que el semáforo epidemiológico estuviera en verde en todo el país.

Que López Obrador contradiga a alguno de sus subordinados no tiene nada de raro, habida cuenta de tratarse de un individuo evidentemente desequilibradado, lleno de traumas y complejos. Pero lo grave del asunto, es que por capricho suyo, decida poner en riesgo las vidas de tantos mexicanos inocentes: maestros, alumnos y padres de familia.

Pero hablar de la notoria falta de cordura en las declaraciones del primer mandatario no es un asunto peyorativo, motivado por la falta de simpatía o concordancia con sus postulados. Ello se debe a razones de orden práctico, que sólo una mente atrofiada o una evidente maldad, pueden ser capaces de no advertir, tales como: carencia de vacunas, el pésimo combate a los contagios y sobre todo, la renuencia a tomar parecer a los actores más importantes en este caso: los padres de familia y los propios docentes.

Dice el oriundo de la Chontalpa que los alumnos ya están aburridos y quieren retornar a clases y que lo correcto para el debido cumplimiento de las tareas docentes, es el regreso a las aulas, porque la escuela es el segundo hogar.

Nadie pone en tela de juicio que los alumnos están hartos del encierro y desearían ver a sus maestros y amigos. Tampoco se duda de la idoneidad de tomar clases de manera presencial, pero es una auténtica idiotez pretender reanudar el curso de manera presencial, cuando no sólo se carece de las vacunas suficientes para inmunizar al alumnado y al personal administrativo, manual y docente, sino que además no se tiene plena certeza de la eficacia de las mismas.

Y son el propio López Obrador y sus sicarios Alcocer, López Gatell y Alomía, los primeros que tendrían que admitir que no sólo no podrán cumplir con el calendario de vacunación que ellos mismos diseñaron, sino que además, las noticias cada vez más frecuentes de decesos relacionados con efectos secundarios de las vacunas, aumentan de manera alarmante.

El tabasqueño no se detiene a reflexionar, (sabemos que no es ese su fuerte) que decretar el retorno a clases por sus pistolas, puede traducirse a final de cuentas, en una ola masiva de contagios, en la que los alumnos contagien a los maestros o viceversa y a la vez, éstos a los padres de familia, dando como resultado una mortandad mayor de la que prevalece en la actualidad, que reporta de manera oficial casi doscientos mil muertos, aunque sabemos que en la realidad las cifras ascienden al doble o al triple.

Anteriormente habíamos afirmado que al utilizar el modelo centinela, lo que buscaba el gobierno federal era obtener la inmunidad de rebaño, confiando en que hubiera una tasa de mortalidad, insignificante.

Desgraciadamente para los designios de los responsables del gobierno federal en turno, las deficiencias alimentarias del pueblo mexicano, y del propio sistema de salud pública, aunadas a la pesima estrategia y planeación, marcaron otro rumbo.

Seguramente la pregunta obligada sería porque el gobierno federal estaría interesado en provocar un aumento exponencial en la cantidad de defunciones; la respuesta es sencilla: porque el incremento de muertes desataría una oleada de pánico y la gente asustada no piensa y es susceptible de ser manipulada con facilidad, a través de programas sociales y en materia de salud.

Por este conducto, hago un llamado al pueblo mexicano, en particular al de Yucatán, a la desobediencia, a hacer sentir nuestro desacuerdo, nuestro repudio absoluto a una medida tomada a capricho y sin reflexionar en sus catastróficas consecuencias; o peor aún, planificada con absoluta intención y mala fe.

Llamo a todos los mexicanos, especialmente a los yucatecos, a rebelarse, a externar su negativa, a hacerla sentir a través de los representantes populares y medios de comunicación.

Llamo a los maestros, personal administrativo y manual, a sus sindicatos, a las autoridades educativas y en materia de salud a nivel estatal y municipal, a preservar la salud, la integridad y la vida de alumnos, personal docente y padres de familia, haciendo caso omiso a tan notoria sandez.

Llamo a las escuelas privadas y particulares, a no hacerse eco de semejante despropósito y a no correr el riesgo de quedarse sin percibir colegiaturas, de los padres de familia que no estaríamos dispuestos a enviar a nuestros hijos a las aulas de manera presencial y que preferiríamos que perdieran el curso, a la existencia.

Llamo a todos los mexicanos, especialmente a los yucatecos y a los meridanos en particular, a votar estas elecciones de junio, en contra de todo lo que se relacione con MORENA y sus partidos satélites y paleros.

Llamo a todo el país a demostrar, que si López Obrador está loco, nosotros no…

Dios, Patria y Libertad

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