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Hospitales de Tlalpan, saturados

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Desde hace más de un mes José acampa a las afueras del Hospital Gea González de la alcaldía Tlalpan, en espera de recibir noticias sobre el estado de salud de su esposa, quien está hospitalizada tras contagiarse de covid-19.

Este hospital junto con los institutos nacionales de Enfermedades Respiratorias (INER), Cardiología y Nutrición están completamente saturados de enfermos de covid-19. 

«Disponibilidad nula» de camas, se reporta en el sitio del Gobierno de la Ciudad de México, lo cual también fue confirmado por los familiares de pacientes que se encuentran ahí internados. 

«Llegan en ambulancias varios por día (infectados) pero los regresan, ya muy pocos se quedan, si no es que nadie», dijo uno de los vigilantes del Hospital Gea González.

Ubicados en la llamada «zona de hospitales» de Tlalpan, son cuatro de los 114 hospitales en todo el país que tienen el 100 por ciento de sus camas generales ocupadas, del total de 944 hospitales incluidos en la Red de Infección Respiratoria Agua Grave (IRAG). Treinta y tres más están por arriba del 90 por ciento de ocupación. 

De acuerdo con información del Sistema de Información de la IRAG, en la Ciudad de México hay una ocupación de 83.71 por ciento de las camas generales; 82.42 por ciento de ocupación en las camas con ventilador en unidades de cuidados intensivos y 71.47 por ciento en camas con ventilador. 

La gravedad de la situación en materia de contagios y disponibilidad de infraestructura para atenderlos la confirmó el Instituto Mexicano del Seguro Social cuyo director de Prestaciones Médicas, Víctor Hugo Borja, informó que se rebasó ya el máximo de hospitalizaciones por covid-19 registrado hasta ahora.

En todo el país hay 8 mil 60 personas que reciben atención en camas generales tan solo en instalaciones del IMSS, mientras que en el primer pico de junio y julio la mayor cifra fue de 8 mil 030, indicó. 

Destacó el caso del Valle de México, el cual «está en un momento crítico», ya que el Seguro Social tiene una ocupación del 86% en la Ciudad de México y del 95% en el Estado de México.

Precisó que en el IMSS se atiende a un poco más del 60% de los hospitalizados por covid a nivel nacional y específicamente en la Ciudad de México atiende cerca del 65% de los pacientes hospitalizados. «La ocupación hospitalaria es muy alta; en la Ciudad de México el día de hoy tenemos una ocupación hospitalaria del 86%, en el Estado de México lo ocupación hospitalaria es del 95%», apuntó. 

JOSÉ Y SU HIJO LLEGARON DE OAXACA Y VIVEN EN LA ACERA FRENTE AL GEA GONZÁLEZ

Sobre unos cartones que colocó en la banqueta del Hospital Gea González, el hombre ha pasado día y noche, en compañía de su hijo Juan. Ambos son originarios de Oaxaca, estado desde el que llegaron hace unos dos años a la Ciudad de México por una oportunidad de trabajo que se le presentó a Lupita, quien hoy está debatiéndose entre la vida y la muerte.

Desde el ingreso de la mujer al nosocomio, Juan y José viven en la vía pública, ya que no les alcanza para pagar una renta, debido a que los pocos recursos económicos con los que contaban los han utilizado para solventar los gastos hospitalarios.

Junto a ellos otras 10 familias esperan a las puertas del hospital a recibir informes sobre sus pacientes.

«Es horrible oír tu nombre cuando lo menciona el vigilante, porque no sabes si ya te están hablando para decirte que murió tu familiar. Es lo más común», afirmó Rocío, quien tiene a su papá internado desde hace dos semanas.

A unos metros de ahí se encuentra el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), donde a diferencia del Gea González, no hay personas afuera, ya que por instrucciones de las autoridades del hospital, no se les está permitiendo estar en las inmediaciones por su «seguridad».

La gran mayoría de los familiares de los internados están refugiados en sus automóviles que estacionaron en esa zona de hospitales donde también se encuentra el Instituto Nacional de Cancerología y el Hospital Psiquiátrico Fray Bernardino Álvarez. 

Dormidos y otros jugando baraja, otros simplemente platicando con las ventanillas de los carros arriba, es como se les puede apreciar a los tripulantes de los vehículos. No obstante, lo que predomina en cada uno de estos automóviles es la angustia por saber el estado de salud de sus pacientes.

Durante un recorrido que realizaron diversos medios de comunicación por esta zona, se trató de consultar a las familias que se resguardan en sus autos, pero todos se negaron. «No gracias»; «de qué sirve hablar»; «medios vendidos», fueron algunas de las repuestas que dieron las personas.

«Es por el hartazgo de la gente, ya llevar un año con esto (sic), algunos son porque han vuelto a recaer después de haberse infectado desde hace meses», dijo un bolero que observó cuando los reporteros fueron rechazados por un familiar al que se intentó entrevistar.

LOS PUESTOS DE AMBULANTES FUERON RETIRADOS POR SEGURIDAD 

Sobre calzada de Tlalpan, donde se encuentra el INER y el Gea González no hay puestos ambulantes pues fueron retirados para evitar aglomeraciones. Pero a una cuadra, en la misma manzana, la calle de San Fernando está el Hospital de Cancerología, donde enfrente hay locales de comida que lucen vacíos.

Pero lo que más predomina son enfermeros comiendo comida chatarra; lo hacen cabizbajos, entre cubrebocas tirados sobre la calle y farmacias vacías.

Los taxistas de base en la zona también narran cómo les ha afectado que los institutos sean hospitales covid pues ahora no hay pasajeros que vayan a consulta, «solo los administrativos piden el servicio», relata uno. 

«Mis ventas han bajado casi un 90 por ciento»; aseguran locatarios que permanecen abiertos en la zona de hospitales.

«Las ventas han bajado mucho, hay muy poca gente, y eso nos está afectando lógicamente. Ha bajado casi un 90 por ciento; solo se está vendiendo un 10 por ciento. Y es por el miedo que tiene la gente», señaló Antonina, quien tiene un puesto de garnachas enfrente del Hospital de Cardiología.

La mujer dijo tener miedo de contagiarse, pero señaló que tiene pagar las cuentas de los servicios de su hogar, como el Internet; «ya que eso no lo paga el Gobierno», recalcó la comerciante.

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