Internacional

El papel de Latinoamerica en la Segunda Guerra Mundial

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Qué tienen en común Hitler, el Pato Donald, las Águilas Aztecas, Orson Welles, Pinochet o los charros mexicanos? La Segunda Guerra MundialLatinoamérica es la única región del planeta que raramente aparece mencionada cuando se recuerda la última contienda bélica planetaria. Sin embargo, jugó un papel estratégico en el conflicto. Una serie documental del canal History ha desempolvado la poco conocida participación latinoamericana en esa guerra, con motivo del 75 aniversario de su finalización.

Las crónicas modernas citan con suerte la batalla del río de la Plata, entre buques de las marinas británica y neozelandesa y la armada alemana, que culminó con el hundimiento del acorazado de bolsillo alemán Graf Spee frente a Montevideo el 13 de diciembre de 1939. Fue el primer combate naval de la contienda y el único en Latinoamérica, aunque en 1942 los submarinos germanos mandaron a pique a seis petroleros mexicanos en el Golfo de México, lo que motivó la declaración de guerra azteca a las potencias del Eje. México suministraba petróleo a los aliados y especialmente a EE.UU. Los nazis también hundieron diversos petroleros venezolanos en el Caribe, así como mercantes brasileños, colombianos o argentinos.

Una serie documental revela datos inéditos sobre la contienda en distintos escenarios de Sudamérica

El presidente Getúlio Vargas creó la Fuerza Expedicionaria Brasileña, una división de 25.000 soldados puesta bajo mando estadounidense en el frente italiano. Por su parte, México envió al Escuadrón 201, conocido como las Águilas Aztecas, una unidad aérea de 30 pilotos que combatió contra Japón en el Pacífico a las órdenes de EE.UU. Además, hubo voluntarios latinoamericanos que se enrolaron en las brigadas extranjeras de los aliados.

Más allá de estas misiones militares, la serie enumera las acciones más destacadas en el ámbito de la diplomacia, el espionaje o las vicisitudes de los habitantes de la región. Por ejemplo, recuerda la odisea de los ciudadanos de origen japonés indiscriminadamente detenidos por doce países latinoamericanos –especialmente en Perú, con una de las colonias niponas más grandes, junto a Brasil- y más de dos millares de ellos enviados a campos de concentración en EE.UU.

El brasileño Getúlio Vargas, que mandó 25.000 soldados al frente italiano (Hulton Archive / Getty)

La diplomacia jugó un papel crucial, destacando los esfuerzos de Washington por acercarse a los países latinoamericanos -la mayoría oficialmente neutrales hasta pocos meses antes de acabar el conflicto- y evitar que cayeran bajo el influjo alemán. La política de buena vecindad impulsada por el presidente Roosevelt se ejecutó mediáticamente a través de Hollywood: Orson Welles viajó a México y Brasil durante la guerra para rodar un documental que nunca se estrenó, mientras que Walt Disney -nombrado embajador de buena voluntad por la Casa Blanca- realizó en 1941 una gira por esos mismos países y otros como Argentina y Chile.

En 1944, Disney estrenó Los Tres caballeros, donde el Pato Donald aparece acompañado del loro fumador brasileño Pepe Carioca y del gallo mexicano Pancho Pistolas.

También el espionaje fue intenso, destacando la Operación Bolívar, una red de inteligencia nazi con emisoras de radio clandestinas y base en Buenos Aires, establecida por Hitler en todos los países latinoamericanos con vistas a una hipotética ocupación del continente aprovechando la inmigración alemana.

Caso a parte son los numerosos mitos propagados tras la contienda, como la supuesta llegada de submarinos germanos a las costas argentinas cargados con jerarcas nazis, de lo que nunca se han encontrado pruebas. Sin embargo, sí es un hecho que muchos oficiales nazis, con identidades falsas, se refugiaron en Latinoamérica tras la guerra, como Adolf Eichmann, Erich Priebke, Klaus Barbie o Josef Mengele. Y también es cierta la turbia vida de Paul Schäfer, exsoldado alemán que fundó la Colonia Dignidad en Chile, un enclave germano convertido en secta, donde abusó de menores, y que puso al servicio de la dictadura de Pinochet como centro de detención y torturas.

La historia más sorprendente y divertida quizás sea la de la Legión de los Guerrilleros Mexicanos, una fuerza fundada por Antolín Jiménez Gamas, un antiguo combatiente de Pancho Villa en la revolución, que organizó durante la guerra un ejército de charros para enfrentarse a los nazis en caso de una invasión. Jiménez dirigió a 150.000 charros que, montados a caballo y armados con escopetas, pistolas y machetes, entrenaban cada domingo para luchar contra los alemanes.

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