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Víctor González, un título con dedicatoria para el cielo

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Tras conquistar la Serie Mundial, Víctor González se puso en el centro del diamante del Globe Life Park ahí festejó, lloró y volteó al cielo como una dedicatoria especial para su padre, quien falleció cuando el pitcher apenas tenía 15 años.

En ese instante de gloria, su familia se comunicó con él por videollamada en la que le mostraron como todos sus amigos en Tuxpan, Nayarit, celebraron su triunfo con los Dodgers de Los Ángeles; su abuelo Guillermo no fue la excepción, pero tiene claro a quién le dedicó ese triunfo.

“Ahora que fue campeón recuerda mucho a su papá, siempre lo tiene presente cada que se sube a la loma a pichar, siempre voltea hacia arriba, mirándolo a él, a su papá, y pone sus iniciales; él se siente orgulloso de su papá, él también lo entrenaba desde chiquito, porque muy pequeño empezó a jugar”, comparte don Guillermo González.

FOTO: Víctor González (Cortesía)

El momento más duro

Víctima de la delincuencia, el padre de Víctor duró 40 días hospitalizado hasta que desafortunadamente falleció; después el joven beisbolista decidió incursionar en la Academia de los Diablos Rojos en Oaxaca para iniciar con su carrera profesional.

“A él lo firmaron a los 15 años para ir a Oaxaca, allá en la escuela de los Diablos Rojos, se fue en octubre del 2011 y a mediados del 2012 fue cuando nos habló que el equipo de Dodgers estaba interesado en él; cuando lo firmaron nos dio una gran alegría que un equipo de Grandes Ligas lo viera”, comenta el abuelo de Víctor.

Además, don Guillermo relata la fortaleza que tuvo Víctor para levantarse después de aquella situación, pero al final, tenía muy claro que su objetivo era triunfar en el béisbol.

“Cuando su padre murió fue una situación muy difícil para él. Tenía 15 años y tuvo un bajo rendimiento como jugador. Él siempre ha sido muy fuerte, ha asimilado cosas muy pesadas, no es fácil, ha vivido cosas muy complicadas, al quedarse sin su papá, con las lesiones, son situaciones que poco a poco las ha superado”.

A prueba de todo

Otro de los instantes que fortalecieron a Víctor, aunque no fue nada agradable, fue la lesión que sufrió en los ligamentos del codo, la famosa cirugía conocida como ‘de Tommy John’. En ese instante casi deja el béisbol, pero el aliento de sus seres queridos lo hizo no desistir.

“Con la operación, él sentía que en realidad ya no tenía la fuerza de jugar beisbol, su brazo ya no le respondía. Aquí en la casa sabíamos la operación que le hicieron y le dábamos ánimo, porque no era de que se fuera a recuperar en meses, a veces le comentábamos que podían pasar hasta dos años para que estuviera al cien por ciento, pero para él dos años era mucho”, menciona don Guillermo.

Y enseguida, agrega: “fueron momentos muy difíciles para él en el tema de superación. Él pensaba retirarse porque no se sentía al cien por ciento, sí batalló mucho moralmente, pero aquí lo apoyamos toda la familia, y salió adelante. Él trataba de abandonar lo que es el beisbol”.

FOTO: Víctor González y su familia (Cortesía)

Aunque el contrato en Grandes Ligas llegó cuando tenía 16 años, su estancia en Ligas Menores lo frustraba mucho. Iba y regresaba a México.

“Él regresó después de dos años que estuvo en Estados Unidos, con un equipo de los Coqueros de Tuxpan, que es semiprofesional. Se integró al equipo y lo hizo campeón en el 2015. Se vuelve a ir a Estados Unidos y de allá regresa con los Charros de Jalisco. El año pasado regresó a un juego de exhibición”, cuenta su abuelo.

Los logros de Víctor son muy valorados en Tuxpan, y la Serie Mundial no fue la excepción: “estuvimos toda la familia disfrutando, con los amigos sacamos la tele. Acostumbramos ver el partido en la calle, fue una emoción muy grande, todo el barrio nos juntamos a verlo y disfrutamos mucho lo que es el juego”.

Guillermo González relata con mucho orgullo ese paso de su nieto y aquellos instantes en fue su entrenador. “Desde niño se le veía con unas tremendas facultades, hay varios primos de la misma generación, y él siempre fue una persona muy destacada en el beisbol, se veía la diferencia que había al desempeñarse como beisbolista, ahí él destacó de los demás. El siempre fue muy reconocido en sus categorías”.

Tras un breve respiro, añade: “Tenemos un corral grande aquí en la casa, nos poníamos a aventarle pelotas y ya le decíamos cómo meterle, cómo agarrar el guante, como fildear, cómo hacerle desprenderse con los pies, todo eso uno le enseñaba, siempre tenía interés en aprender”. El martes Víctor miró al cielo con la dedicatoria de un campeón de la Serie Mundial.

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