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Queremos que se vaya Mich Fridman

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Pocos funcionarios han logrado lo que Michelle Fridman Hirsch puede presumir en tan poco tiempo: haber logrado de manera unánime un clima de repudio en su contra.

Contra algunos desequilibrados mentales que se atreven a defenderla, lo que concita semejante nivel de rechazo, no es su origen extranjero, su lugar de nacimiento, su aspecto o preferencias sexuales; lo que provoca tan extraño fenómeno es su conducta, que oscila de la sumisión (ante ciertas figuras mediaticas o políticas) a la prepotencia y peor aún, cuando la potencializa exhibiendo su supina ignorancia en todo lo que respecta a Yucatán y para rematar, el desprecio que siente para nuestra gente.

Son cuantiosas ya las muestras de su ineptitud para el cargo: pretender borrar Progreso del mapa, el fallido festival de la trova y su suspensión en olor de corrupción y para rematar, la puntada de traer esa percha de buenos para nada, pretendiendo hacerlos pasar por figuras mediáticas.

Ahora que estamos en plena efervescencia electoral, debería algún aspirante a alguna diputación local o federal tomar el tema del turismo y pugnar porque se revisen exhaustivamente las cuentas de la secretaría del ramo y pedir que de existir indicios de irregularidades, se le finquen responsabilidades penales a Michelle Fridman.

El gobierno del estado debería pensar en deshacerse a la voz de ya, de una figura que constituye un lastre mayúsculo para la figura del gobernador y la marca partidista que representa, precisamente merced a los tiempos que vivimos.

Ya ni decir que si Michelle Fridman Hirsch tuviera decoro, dignidad y vergüenza debería renunciar, porque es evidente que carece de todo ello.

Pretender que la funcionaria de marras se marche, al constatar la repulsa que despierta, es un sueño de opio. Se quedará hasta que la saquen o concluya el sexenio. Lo que es un hecho, es que los yucatecos queremos que se vaya o que la saquen por todo el daño patrimonial y mediático que ha causado a nuestra entidad.

Seguimos pendientes…

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