Mérida

La Paciente Impaciencia

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Peregrino por causa del pecado
que un día en el edén se cometiera,
permanezco a la espera de un milagro;
atisbando tus ojos o una estrella.

Solitario, deambulo desterrado
de la dicha inicial que conociera,
por mis manos mil lunas han pasado;
a mi cuerpo abatieron cien tormentas.

Voy soñando la frase de tus labios,
que redima por siempre mis afrentas.
Me protege tu sombra de los malos

consejos que difunde la culebra.
No le niegues tu amor a un condenado;
y seremos otra vez, Adán y Eva.

Jacobo Niebla

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