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Se nota que se acercan las campañas

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Las pandemias y los fenómenos climatológicos no impiden las manifestaciones del interés político, antes bien lo incentivan. Podemos afirmar esto, a raíz de la actitud asumida por diversos personajes del ámbito local, que ni a punta de metralleta sabemos que salen de sus oficinas y que sin embargo, en la certidumbre de que en breve deberán verse en la necesidad de pedir el voto, condesciendieron a salir a alternar con los simples mortales.

El primer ejemplo, lo tenemos en el gobernador Mauricio Vila, renuente siempre a manchar con lodo la piel de sus carísimos mocasines Ferragamo, que ante la obligada compulsa a la que la memoria obliga ante la presencia de infaustos sucesos, no pudo sino tratar de emular la actitud del inolvidable Víctor Cervera. Afán inutil por supuesto. Cervera era único e incomparable y tenía mucho más que el petiso toluqueño. Empero, la necesidad de Vila de mantener o incrementar el número de legisladores sumisos, lo forzaron a tener que salir a la calle y mojarse los piecitos.

Tenemos también el caso de Cecilia Patrón Laviada, que de manera imprudente e irresponsable se contagió por su afán de notoriedad y sus ansias de llamar la atención.

Cecilia de manera absolutamente imprudente, visitó la comisaría meridana de Xcanatún (por cierto, a bordo de la camioneta blanca donde filmó el video de la caravana anti AMLO), cuando ella ya sabía que estaba infectada por el virus del COVID-19. No le importó poner en riesgo las vidas de los habitantes más vulnerables, a los que aspira a gobernar y por los que afirma preocuparse y trabajar.

De manera posterior, no ha parado de hacer publicaciones, tratando de llamar la atención a toda costa y si no ha vuelto a aparecer en público, es por temer que los medios le reprochemos su descuido, irresponsabilidad y desinterés por la salud de los demás.

Pero el que más risa ha provocado, es Víctor Merari Sánchez Roca, el diputado poch burgués, compadre de Cecilia Patrón Laviada y de su «contrincante» Raúl Paz Alonzo, (actual senador y que aspira a cenarse algún cargo de consolación que le regalen por servirle de patiño a quien fuera su consorte), que dejó verse en público, acompañando una pipa que realizaba tareas de desazolve.

Merari ha dejado muy claro que cuenta con las habilidades necesarias para que le den chamba en servicios públicos municipales, cuando termine su período legislativo (que ha pasado con más pena que gloria).

A medida que se acerquen las campañas, veremos a éstos y a otros personajes (de distintos partidos) cometer todo tipo de ridiculeces y hasta indignidades, en aras de captar la simpatía popular y lograr el voto ciudadano. Ya será decisión de cada quien, otorgar su confianza.

Recordemos solamente que los problemas no se resuelven diciendo: voy a acabar la corrupción y creceremos al seis por ciento anual, porque luego resultan más corruptos que nadie y empiezan a decir que hay que medir el bienestar, el grado de felicidad e idioteces por el estilo.

Seguimos pendientes…

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