Religión

Ayuno y abstinencia

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Viernes 7 de marzo de 2025

Durante la Cuaresma, nos pide la Iglesia estas muestras de penitencia:

1.- la abstinencia de carne a partir de los 14 años, y el ayuno entre los 18 y los 59 cumplidos.

El ayuno y la abstinencia son actos que nos acercan al Señor y dan al alma una especial alegría.

2.- También, nos pide la iglesia dar limosna, que ofrecida con corazón misericordioso, lleva un poco de consuelo al que está pasando una necesidad.

3.- También nos pide contribuir según nuestros medios, en una obra apostólica para bien de las almas.

«Todos los cristianos pueden ejercitarse en la limosna, no solo los ricos y pudientes, sino incluso los de posición media y aun los pobres; de este modo, quienes son desiguales por su capacidad de dar limosna, son semejantes en el amor y afecto con que la hacen».

El desprendimiento de lo material, la mortificación y la abstinencia purifican nuestros pecados y nos ayudan a encontrar al Señor en nuestro quehacer diario.

Porque «quien a Dios busca queriendo continuar con sus gustos, lo busca de noche y, de noche, no lo encontrará».

La fuente de esta mortificación estará principalmente en la labor diaria: en el orden, en la puntualidad al comenzar el trabajo, en la intensidad con que lo realizamos, etc.; en la convivencia con los demás encontraremos ocasiones de mortificar nuestro egoísmo y de contribuir a crear un clima más grato en nuestro entorno.

«Y la mejor mortificación es la que combate –en pequeños detalles, durante todo el día– la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida.

Mortificaciones que no mortifiquen a los demás, que nos vuelvan más delicados, más comprensivos, más abiertos a todos.

Tú no serás mortificado si eres susceptible, si estás pendiente solo de tus egoísmos, si avasallas a los otros, si no sabes privarte de lo superfluo y, a veces, de lo necesario; si te entristeces, cuando las cosas no salen según las habías previsto.

En cambio, eres mortificado si sabes hacerte todo para todos, para ganar a todos (1 Cor 9, 22)».

Cada uno debe hacerse un plan concreto de mortificaciones que ofrecer al Señor diariamente en esta Cuaresma.

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