Opinión

El desastre que viene…

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Martes 5 de noviembre de 2024

En los últimos días en las redes sociales hemos advertido a diario que diversas personas que se habían caracterizado por su militancia en el partido de acción nacional, han presentado su renuncia a dicho instituto político.

Lo anterior, merced a que de acuerdo a estatutos al hacer pública manifestación de su idea de dimitir, la baja del padrón panista se da de manera automática.

Grave situación realmente, porque deja ver la significativa fractura que afecta al blanquiazul en nuestra entidad y que quedó completamente expuesta tras el desastre que padeció en la elección anterior, en la que fue materialmente barrido por las huestes de la cuarta transformación.

Pero más que la derrota en sí, lo que resulta significativo es que los panistas no atienden las causas que dieron origen al estrepitoso revés sufrido y siguen conduciéndose con la misma soberbia que lo propició.

Los enconos entre grupos y la guerra de exterminio continúan a todo lo que dan internamente, sin que nadie atine a darse cuenta que con ello tan solo benefician a sus adversarios, que no vacilan en pactar con alguna facción, para asegurarse de que los panistas permanezcan divididos y con ánimo beligerante.

Lo peor es que el clima de rijosidad y crispación interna se ven exacerbados por algunos medios de comunicación que no pierden oportunidad de echar leña al fuego, atizando los conflictos entre facciones, al señalar culpables de manera indirecta.

Y para colmo, todo se ve magníficado, debido al abandono que los panistas han hecho de sus ideales y principios, abjurando de sus valores y corriéndose cada día más hacia la izquierda, mientras que la cultura de la línea se va convirtiendo en moneda de curso corriente al interior del blanquiazul.

Sabemos que se han presentado varias renuncias y tenemos informes que vendrán muchas más, motivadas por el enojo y la frustración fruto de la humillación electoral sufrida recientemente, aunándose las pugnas internas que potencializan todo.

De suerte tal, que estamos en posición de afirmar que el partido de Acción Nacional perdería en nuestra ciudad alrededor del diez por ciento de su militancia, provocando de manera directamente proporcional un impacto en sus bases de apoyo, que se traducirían en una inminente derrota en las urnas en el proceso electoral siguiente.

Sabemos que la cuarta transformación pretende maniobrar legalmente para dejar fuera de la jugada al activo electoral más importante que posee hoy día el blanquiazul, modificando el marco normativo vigente, circunstancia que dejaría a los panistas sin cuadros para competir y en la más absoluta orfandad política.

Quizá perderlo todo fuera lo mejor que pudiera suceder al panismo en Yucatán. De esta manera se vería en la necesidad de cerrar filas y volver a sus principios, retomando la competencia democrática de carácter interno.

Claro que también hay que prever que pudiera existir un grupo de oportunistas empeñados en exprimir el membrete partidista hasta la última gota, circunstancia que se traducirla en la virtual extinción del blanquiazul en nuestra entidad, cosa que pudieran capitalizar a su favor otras alternativas, ya sea existentes o emergentes.

Lo que hiela la sangre es que los panistas ven la tempestad y no se hincan, permanecen afincados en su nicho de soberbia y cantan y tocan la lira a la vista de la conflagración.

Ya tendrán tiempo de sobra para arrepentirse y reflexionar, aunque quizá para entonces, ya no haya partido y será Yucatán quien pague a la postre los platos rotos por semejante soberbia e insensibilidad.

Vivir para ver. Seguimos pendientes…

Dios, Patria y Libertad

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