Obstáculos a la liberación demoníaca
El mayor y más frecuente obstáculo surge si una persona tiene un rencor en el corazón. El Señor condiciona la liberación al perdón que que damos a los demás. Nos lo dijo en el Evangelio: «Perdonad y seréis perdonados» (Mt. 6,14); «Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a nuestros a nuestros deudores» (Mt. 6, 12).
También puede ser rencor contra Dios. Es muy frecuente que uno esté resentido con el Señor por un mal o una desgracia que considera injusta e inmerecida.
Además de esto, siempre es indispensable perdonar a quienes nos han hecho mal.
Otras veces la causa que frena o bloquea la liberación es la falta de compromiso de la persona afectada. Espera que el sacerdote exorcista lo haga todo o las personas que rezan por el afectado.
El exorcista ayuda, pero el afectado debe luchar cada día con la Santa Misa y la Santa Comunión diaria, con el Santo Rosario completo cada día,
con frecuentes oraciones a San Miguel y otras oraciones de liberación.
¿No le apetece ir a la Iglesia? ¿No puedes negarte?
En cambio, ¡tienes que ir y quedarte allí! Cuesta esfuerzo, pero debes hacerlo por tu propio bien.
El hecho es que no se ha expiado y reparado suficientemente los pecados: No basta con ser perdonado en la Confesión, la obligación de reparación dura.
¿Cómo se repara, por ejemplo, el pecado del aborto?
¡Aquí se necesita toda una vida de arrepentimiento y reparación!
Estas son las tres causas principales que frenan o bloquean completamente
la liberación.
LOS SIGNOS DE LA LIBERACIÓN
En caso de posesión diabólica, las primeras veces que el Demonio dice al exorcista: «¡Aquí estoy bien!», «¡Nunca me iré!», «¡No puedes nada contra mí!».
Luego empieza a decir: «¡Me has vencido!», «¡Ya no puedo más!».
Otras veces el Diablo, sintiéndose incapaz de resistir las oraciones de exorcismo, invoca ayuda; es decir, invoca que otros Demonios vengan a que le ayuden.
Muchas veces me ha sucedido oír al Maligno invocar la ayuda de las personas que habían hecho la maldición (y así se sabía también
que habían maldecido a esas pobres personas).
Los Demonios exigían que con pre
oraciones (a Lucifer, por supuesto; oraciones que los que hacen el conocen muy bien) su poder maligno, que estaba a punto de ceder, fuera fortalecido.
A menudo, para este propósito, piden celebraciones de Misas Negras que tienen un gran poder maligno.
Otra señal: el Diablo intenta comunicar a los afectados sus propios sentimientos.
Al acercarse la liberación, el Diablo ve que su resistencia es inútil y la persona afectada piensa:
«Es inútil que vaya a que me exorcicen; ¡todo es inútil para mí!».
O tiene la convicción:
«El exorcista no ha entendido nada; ¡necesito el manicomio!».
(Nótese bien: ¡los verdaderos locos nunca creen estar locos!).
Entonces la persona afectada se desanima y dice: «¡Ya no voy a recibir exorcismos!».
Hay varios casos de personas que, casi en vísperas de su liberación, dejaron de venir porque estaban convencidos de que para entonces no había nada que hacer y que los exorcismos eran inútiles.
Otros signos de liberación: llanto fuerte (son lágrimas liberadoras), rechinar de dientes, parloteo fuerte y acelerado, ponerse rígido como un cadáver, tanto como para parecer muerto.
Esto ocurre a menudo: mientras que en las enfermedades comunes el enfermo mejora
progresivamente hasta curarse, aquí sucede lo contrario, es decir, el enfermo empeora cada vez más, y cuando ya no puede más, se produce la curación.
Esto no ocurre siempre, pero es el caso más
frecuente. Después de la liberación, es muy importante que la persona liberada no descuide todas sus oraciones, la Misa y la Santa Comunión diariamente, un compromiso serio con la vida cristiana.
Y de vez en cuando es bueno volver a pedir la bendición de vez en cuando, porque el demonio siempre intenta volver.
Muchas recaídas se deben a la disminución o abandono de la oración y de la Santa Misa con Comunión diaria o, peor aún, porque se vuelve al pecado.
Entonces en tal situación es mucho más difícil alcanzar la liberación porque el Diablo (como dice el Evangelio de Mateo 12:43 45) vuelve con otros siete espíritus peores que él. Así que ¡cuidado, no sea que recaigas!