Sociedad

No hay que ser idólatras

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Viernes 9 de agosto de 2024

Teodosio I el Grande, nació en 347 d.C. en Cauca, Hispania (España).

Repelió los ataques bárbaros contra Gran Bretaña, reprimió la revuelta en África, derrotó y pacificó a los godos; fue el último emperador que gobernó el Imperio unido, antes de que se dividiera entre el Imperio Romano de Occidente y el Imperio Romano de Oriente.

Fue el primer emperador que hizo del Cristianismo la Religión oficial de todo el imperio. Prohibió los cultos paganos, proscribió la herejía arriana y promovió el Cristianismo ortodoxo.

Muchos le acusan de «paganizar» el Cristianismo, o al menos, de sincretizar la fe con el culto antiguo grecorromano. Mentira: estaba tan comprometido con la Fe Cristiana ortodoxa y tan en contra del paganismo grecorromano, que fue el primer emperador que prohibió los Juegos Olímpicos.

Muchos no lo saben, pero los Juegos Olímpicos eran mucho más que juegos deportivos: eran sacrificios y espectáculos rendidos a los falsos dioses, en particular, en honor a Zeus en el santuario panhelénico en Olimpia.

El emperador Cristiano no toleraría nada de eso bajo su reino: Cristo era ahora el Rey de los romanos, no los demonios.

Ambrosio, obispo de Milán (quien persuadió y bautizó en la Fe al que vendría a ser conocido como San Agustín de Hipona), escribió de Teodosio I:

– «Teodosio, que, siguiendo el ejemplo de Jacob, suplantó a los pérfidos tiranos y desterró los ídolos de los gentiles; con su fe aniquiló todo culto a las imágenes esculpidas y pisoteó sus ceremonias».

Desde 393 d.C. hasta 1896 en la era moderna, ni las Olimpiadas ni ningún culto pagano se celebraría abiertamente en el Occidente Cristianizado, gracias en gran parte, a los esfuerzos de este gran emperador Cristiano.

No es mera casualidad, que desde que la masonería y los espíritus anticristianos volvieron a ganar ascendencia en Occidente, se inició un proceso deliberado de repaganización (o descristianización).

Lo que vimos en la inauguración de los Juegos Olímpicos de París no es la anomalía, es la norma y un indicio hacia dónde los nuevos amos quieren dirigir no sólo el Occidente Cristiano, sino todo el mundo: a la edad oscura del mundo precristiano en la que abundaba la superstición, la idolatría, y la depravación.

Cristo o los demonios, ¿quién gobernará Occidente?

En palabras de San Pablo a los antiguos Corintios griegos (que participaban de estos juegos):

– «No seáis, pues, idólatras, como fueron algunos de los antiguos israelitas, según está escrito: El pueblo se sentó a comer y a beber, y se levantó a jugar… No podéis beber la copa del Señor y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios» (1 Corintios 10:7, 21).

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