Estas cosas no les gustan a las almas del purgatorio
Domingo 4 de agosto de 2024
Tomado del libro de Maria Simma Sáquennos de aquí
—¿Le han comentado las almas del purgatorio algo que no les gusta de las misas y que las entristece?
—Sí. El así llamado signo de la paz y agarrarse de las manos durante el padrenuestro son dos ejemplos.
Son cosas que tienen lugar justo después de la consagración, precisamente cuando deberíamos estar concentrándonos solamente en el Señor.
Es entonces cuando Jesús se encuentra más cerca de nosotros, y es entonces cuando todos nos dispersamos, buscando a quien saludar, en lugar de quedarnos en oración profunda con Él, sin interrupciones, sin distraernos con alguien a quien casi no conocemos.
Es como traer los rituales sociales dentro de la Iglesia, en lugar de acercar a Jesús más profundamente a los fieles.
Digo «alguien a quien casi no conocemos» para que no bajemos la guardia.
Son precisamente los lugares más sagrados donde más se infiltran los seguidores de Satanás. Y el contacto físico fortalece enormemente las maldiciones que desparraman.
¡Qué felices se sienten cuando toman de las manos o incluso abrazan a los fieles justo cuando se han distraído de la presencia de Jesús!
El peligro acecha, generalmente, detrás de una falsa familiaridad o una unidad forzada. Esta forma de proceder, combinada con la falta de confesión, hace que las misas de hoy en día sean una caza fructífera para quienes han elegido atormentar a los seguidores de Cristo.
Debemos rezar el padrenuestro solamente con quien nos dio la mayor todas los oraciones; e ir a saludar y a dar la mano fuera, más tarde, cuando tengamos tiempo y podamos elegir con quién hacerlo.
Ser una verdadera persona de oración y prudente no implica no ser sociable o tener prejuicios.
Y también está el aplauso, por supuesto, que es lo peor de todo.
Las parroquias son para rezar. Jesús se encuentra en el tabernáculo, ¡¿y nos tomamos tiempo para aplaudir simplemente a otro hombre por haber dicho algo o haber hecho algo que es simpático, correcto o con fuerza?!
¡No! Al aplaudir ponemos en peligro al sacerdote, o a quien dijo esa frase simpática, y elevamos su ego en lugar de ayudarlo en su humilde misión de acercarnos a Jesús.
Esto está mal. Está en contra de la devoción que debemos enseñar o todos y en especial a los jóvenes en la actualidad.
Todos los jóvenes se cogen de las manos y aplauden en la escuela, y debemos mostrarles que las parroquias son solamente para encontrarnos con Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo, Jesús y María. Para nada más.
—¿Fueron las propias almas quienes dijeron que el signo de la paz y agarrarse las manos les eran algo problemático?
—Sí, así es.
—¿Han dicho algo de los ministros extraordinarios de la Eucaristía?
—Sí. En condiciones normales, solamente las manos consagradas de los sacerdotes pueden distribuir la Comunión.
La ley de la Iglesia dice que debe hacerse así salvo que haya «circunstancias extraordinarias», como que el sacerdote estuviera enfermo en cama.
«Extraordinarias» no se refiere a que los fieles deban esperar dos minutos en lugar de diez para recibir la Comunión.
Siempre debemos prepararnos en oración para recibir a Jesús, y las personas que insisten en hacer todo lo más rápido posible no saben el privilegio enorme y la fuente de gracias y de protección que obtenemos al recibir a Jesús.
Si alguien necesita pruebas de que a Dios no le gusta el modo atolondrado en que hoy en día se hacen uso de los ministros extraordinarios de la Eucaristía, puedo contar la siguiente historia sobre algo que ocurrió muy cerca de aquí hace poco tiempo.
No hace mucho falleció una mujer que solía repartir la Comunión y que había inducido a muchas otras mujeres a que obraran igual. Yo no la conocía muy bien, pero había oído hablar mucho de ella. Antes del funeral, el ataúd estaba abierto para que la familia y los amigos pudieran despedirse. En el momento previsto, se cerró el ataúd. Pero antes de que hubiera transcurrido una hora, un pariente cercano llegó tarde y le pidió al sacerdote que por favor lo abriera brevemente para poder despedirse de la difunta al igual que el resto. El sacerdote accedió y, con una o dos personas presentes, levantó la tapa y miró dentro. Fueron testigos de algo que no era lo que habían visto un rato antes. Las manos de la mujer se habían vuelto de color negro. Este signo, para mí, como para el resto, fue una confirmación de Dios de que las manos no consagradas no pueden distribuir a Jesús durante la Comunión.
Por otro lado, el llamado «altar del pueblo » también es algo que deleita a Satanás. Jesús presente en el tabernáculo debería estar siempre en el centro de la Iglesia.
Al dar la vuelta al altar sucedieron varias cosas. Para empezar, la concentración de los fieles en Jesús se disipó por tener ahora la cara del sacerdote entre medias, y la cara, como todo el mundo sabe, es el punto de comunicación más fuerte entre las personas.
Solamente durante la homilía deberían concentrarse los fieles en el párroco, en su palabra y en su rostro.
Al dar la vuelta al altar se dejó a Jesús en un lugar secundario, lo que dio como resultado el que se lo dejara en un costado y luego, por último, como sucede hoy en día en muchas iglesias, totalmente separado, en un ala distinta o hasta en una habitación totalmente separada. Precisamente esto es lo que Satanás tenía en mente desde el principio, ¡deshacerse de Jesús!
—¿Hay otros casos de revelaciones privadas en los que también se han expresado quejas sobre estos asuntos, similares a lo que las almas le han dicho?
—Así es. Una aparición mariana que me comentó alguien de confianza confirma ciertamente lo que las almas dicen.
Esta aparición tuvo lugar durante el transcurso de una misa, algunos minutos después de la consagración.
Nuestra Madre se le apareció a la vidente que se encontraba allí como lo hace habitualmente. Sin embargo, en esta oportunidad no rezó ni habló con la vidente y desapareció segundos después de bendecir al pequeño grupo.
Cuando las demás personas presentes le preguntaron por qué había ocurrido todo tan rápido, su respuesta (con un movimiento de la mano) fue: «Porque Jesús estaba parado allí».
Entonces, si Nuestra Madre no cree que sea apropiado comunicarse con alguien mientras Nuestro Señor está presente en cuerpo y sangre, ¡¿cómo se atreve alguien a interrumpir nuestra comunicación con Él?!
Y recientemente se ha publicado que distribuir la comunión en la mano era la cuarta advertencia dada a la religiosa que vio a Nuestra Madre en Akita, Japón. Escuchar esto me puso muy contenta
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