Opinión

Al fin, la alianza

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Lunes 5 de febrero de 2024

Tras mucho esperar y a poco tiempo de vencer el plazo legal, la dirigencia priista anunció lo que ya todos sabíamos y esperábamos que se formalizara en público (para disgusto de algunos directivos de ambas agrupaciones partidistas) como algo inevitable: la realidad de la alianza PRI-PAN en el estado.

Esta alianza tiene como objetivo presentar un frente común contra las intenciones de MORENA de hacerse con el gobierno del estado, por cierto, el único de la península que falta por caer en las garras de la llamada cuarta transformación.

Para tal efecto, superando diferencias y atavismos, ambos partidos decidieron ir juntos y cerrar filas en torno de las aspiraciones de Renán Barrera y Cecilia Patrón, buscando refrendar la titularidad de los gobiernos estatal y municipal.

De esta manera, priistas y panistas, otrora adversarios irreconciliables y contendientes sempiternos, confluirán en equipos y candidaturas y deberán aprender a convivir y apoyarse, teniendo como objetivo no los temas particulares, sino el interés superior de Yucatán.

Y al fin la alianza (que era un secreto a voces) se dio a conocer, tras superar las objeciones que los traumas y complejos presentes en ambos bandos, representaron.

Lamentamos solamente las formas utilizadas para hacer esta suma del dominio público, pues ya se hablaba de algunos acontecimientos que habrían representado un hito histórico, que no se llevaron a efecto.

Porque desde hace días había surgido muy fuerte el rumor de que los abanderados para alcaldía y gubernatura, acudirían a la Casa del Pueblo, para dar a conocer la materialización de la alianza a nivel estatal, en concordancia con lo acontecido en el ámbito nacional.

Pero las taras, los traumas y los complejos de algunos integrantes de la dirigencia tricolor impidieron que esto sucediera, perdiendo una muy valiosa oportunidad de mandar un contundente mensaje a la ciudadanía, respecto de la viabilidad y fortaleza de la suma partidista.

La visita de los abanderados de la alianza a la sede tricolor, no era en modo alguno una derrota para nadie, ni implicaba claudicación alguna, sino por el contrario, importaba reconocer la valía del apoyo tricolor para el triunfo de la causa común.

En cambio, los dirigentes tricolores se conformaron con el desairado papel de boletinar de manera fría e impersonal, para satisfacción de la mediocridad y egoísmo de algunos, que no están, ni estarán a la altura del rol que les toca en suerte desempeñar en esta oportunidad.

Es de desearse que los personajes involucrados en la alianza, sepan enderezar el rumbo y honrar los acuerdos y compromisos adquiridos. Es importante hacer a un lado mezquindades y sospechas y privilegiar el interés superior de Yucatán. Al menos así debiera ser.

De esta manera, ya queda perfectamente claro que en Yucatán solo hay dos sopas: la alianza y la cuarta transformación. Hay tiro señores, ¿A quien le van?

Seguimos pendientes…

Dios, Patria y Libertad

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