Los Aspirantes: el tricolor
El PRI sufrió una derrota espectacular en 2018 merced a divisiones internas. Hubo una fuerte migración de priistas a otros partidos, principalmente a MORENA. De otro modo, Mauricio Vila jamás habría sido gobernador. Los números no le alcanzaban.
Perder la gubernatura, significó un cataclismo para el tricolor: perdió la presidencia de la república, perdió la gubernatura, muchos de sus liderazgos entraron en sueños y con ello, afloraron muchos conflictos. Esa es la situación ante la que se encontraron Alejandro Moreno Cárdenas a nivel nacional y Francisco Torres Rivas, a nivel estatal.
Trabajar con las estructuras, motivar a la gente para lo que será una tarea cuesta arriba, con pocos recursos y escasez de liderazgo, contener la migración a MORENA y serenar los ánimos para que sea posible el trabajo con orden y disciplina, deben ser las prioridades para el PRI, que con mantener sus posiciones actuales debía darse por bien servido, aunque es un hecho que el gobernador a base de disparates, ha generado un caldo de cultivo con las condiciones necesarias para recuperar espacios, si al interior del priismo, logran prevalecer el diálogo y la conciliación.
Entre las filas tricolores han descollado rumbo a la alcaldía tres nombres, que en otros tiempos, habrían representado buenas opciones para el triunfo, pero en las condiciones actuales, tan complejas, no sabemos, a menos que reiteramos, los priistas consigan cerrar heridas, superar enconos y ponerse de acuerdo.
Las cartas que a la fecha suenan más fuerte en el Tricolor son: Pablo Gamboa Miner, Francisco Torres Rivas y Jorge Carlos Ramírez Marín. Procedamos a analizar cada una de ellas:
Pablo Gamboa Miner, en otro tiempo se vería como un aspirante fortísimo, basado en la experiencia, las relaciones y el poderío económico de su padre, Emilio Gamboa Patrón. Hay que decir que las posibilidades de Pablo, radicarian en lo obediente que pudiera ser a las instrucciones de su mentor, poseedor de un cúmulo de conocimiento y sabiduría política inconmensurable, que sería capaz de tejerle toda clase de alianzas.
Porque en otro sentido, hay que decir que si bien ganó la diputación federal por el tercer distrito, (hoy en poder de MORENA) se le siente ajeno y distante, no sólo por haber nacido en el Distrito Federal, sino por su amistad con gente de alto coturno social, situación que lo aleja de las bases, pues se le siente y mira poco accesible.
Habría que apuntar que Pablo carece de equipo político consistente, que sus allegados más cercanos como son Pablo Castro y Miguel Enríquez, no descollan por su popularidad, ni su capacidad operativa y que además se comenta que muchas veces no hace caso de lo que sugiere su padre o allegados suyos tan curtidos, como Érik Rubio.
No hay que perder de vista que Pablo es primo de Cecilia Patrón Laviada y que de no resultar ungida su pariente por el blanquiazul, pudiera constituirse en un francotirador con la mira enfocada contra el candidato blanquiazul. Pablo es pues, la figura en la que pudieran convergir los intereses de ambos partidos, un auténtico candidato prianista.
A pesar de todo, sus posibilidades se reducen exponencialmente, dadas las circunstancias que imperan en el ámbito nacional y merced al autoexilio en que ha incurrido su padre, que es su sustento más importante. Habría que ver cuánto estaría dispuesto Pablo a invertir a una misión de resultados inciertos. Sus posibilidades por tanto, consideramos, son escasas. Dudamos que con Pablo el PRI pudiera triunfar.
Francisco Torres Rivas, no alcanzó la candidatura a la alcaldía cuando vivía su mejor momento en el partido y como dirigente ha tenido que enfrentar un panorama muy complicado.
Panchito ha sido víctima del golpeteo mediático de sicarios de la pluma, pagados por actores que no han entendido que las cosas en la política nacional han cambiado y que el PRI no ha sido la excepción.
Su papel al frente del partido, nos hace pensar que quizá sería inconveniente desligarse para contender por un cargo de elección popular, porque podría tomarse como una claudicación, ante una tarea que se antoja complicada de suyo, que es la reconciliación partidista y que probablemente solamente alguien con su oficio político pudiera conseguir.
Pero por otro lado, el contacto que la propia posición partidista significa con las estructuras, implica una fortaleza. Solo que, subrayamos, no se antoja muy oportuno dejar a medias una tarea para emprender otra. Suenan rumores por otro lado, que ya ha negociado una diputación Pluri, que se antoja más compatible con la naturaleza de su cargo.
Panchito podría ser un buen candidato, pero quizá no se leyera muy bien politicamente que abandonara al partido, para buscar un cargo de elección popular. Habría que ver igual si consigue buenos patrocinadores, porque el PRI es un partido acostumbrado a hacer política con recursos y esta elección no será la excepción. Podría haber sido buen candidato en otro momento, pero todo hace pensar que quizá este no sería el más oportuno. No creemos que sea por aquí.
El último de los aspirantes tricolores, es el senador Jorge Carlos Ramírez Marín. El popular Prócer tiene indudablemente muchas virtudes: es un hombre conocedor, con oficio político, conciliador, con excelentes relaciones en la política nacional, gente de ideas, con amigos con recursos…
¿Cual es el pero que tendría Jorge Carlos? Pudiera ser que hay personajes en el propio priismo que no lo quieren bien y que eventualmente pudieran apuñalarlo por la espalda.
Tal vez también que a la fecha, su fortaleza resida en el interior del estado básicamente, aunque es claro que tiene amigos por todos lados.
Quizá el cálculo político, que prescribe cuidar el capital de que dispone y no arriesgarlo ahora en una empresa de resultados inciertos, para buscar incrementarlo con un poco de tiempo y en unos años, ir por todas las canicas rumbo a la gubernatura.
Pero Jorge Carlos es un hombre valiente y de retos, capaz de construir, que sabe hacer acuerdos, con capacidad de operación política y económica y que siente que podría hacer la hombrada… aunque también morir en el intento y con ello, reducir notablemente sus aspiraciones para 2024. Sería el mejor, pero el asunto bien merece la pena pensarse…
Con todo respeto para los priistas, el tricolor no se presenta a esta elección en su mejor momento y desde nuestro particular punto de vista, el priismo debe entender que su papel en esta elección debe concretarse a hacer un papel decoroso y conservar las posiciones existentes y de ser posible, incrementarlas, aunque en nuestra opinión particular, no será el priismo con quien se vislumbra la batalla por Mérida, aunque pudiera ser el caballo negro, en política nada está escrito.
Seguimos pendientes…