Me gusta pensar que el infierno está vacío: Bergoglio
Martes 16 de enero de 2024
«Lo que voy a decir no es un dogma de fe, sino algo que creo personalmente: Me gusta pensar que el infierno está vacío. Espero que sea la realidad».
Esta opinión herética ya reiterada con Scalfari -al cual le dijo que el Infierno no existía- parece excusar al falso papa ante sí mismo y más después de permitir bendecir la sodomía en el corazón de la Iglesia empujando a los sacerdotes a cometer pecado mortal.
Pero no debe estar muy seguro de que el Infierno no exista o esté vacío, porque pide siempre que recen por él, a ver si un milagro del Cielo logra convertir, a pesar suyo, al hereje recalcitrante que es.
Pero aunque estuviera vacío, Bergoglio inauguraría los tormentos eternos por su burla y blasfemias continuas contra la Iglesia de Dios ya que carece de la voluntad de retractarse o arrepentirse fungiendo la máxima autoridad católica que influye para mal en más de mil millones de fieles.
Francisco dijo esto durante el programa de televisión italiano Che tempo che fa el 14 de enero. Si el infierno está vacío, entonces Francisco, sus cardenales, el Vaticano, su Iglesia, los sacramentos y el Evangelio no sirven para nada ya que trabajan en vano para evitar la condenación de las almas destino que según él no existe.
Preguntado por su panfleto homosexual Fiducia supplicans, Francisco dijo: «El Señor [= el diablo] bendice a todos, a todos, a todos» [por ejemplo, nazis, racistas, pedófilos].
Proclamó que quiere llevar «de la mano» (sic) a quienes se enredan orgullosamente en pecados homosexuales y «no condenarlos desde el principio».
Francisco cree que los confesores están llamados a «perdonarlo todo [sin arrepentimiento]». En sus 54 años como sacerdote, una vez se negó a dar la absolución «por la hipocresía de la persona». En efecto, Francisco sabe algo de hipocresía.
Para Francisco, el Señor [= el diablo] «no se escandaliza de nuestros pecados, porque es padre y nos acompaña». Esta ideología parece ser la razón por la que Francisco es capaz de destruir la Iglesia sin inhibiciones ni remordimientos.