Religión

Una hermosa tradición matrimonial católica

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Lunes 26 de junio de 2023

Cuando los novios van a la iglesia para casarse, llevan consigo un crucifijo. El sacerdote bendice el Crucifijo y en lugar de decir que ha encontrado la pareja ideal con quien compartir su vida, exclama: “¡Habéis encontrado tu Cruz! 

Es una Cruz para amar, para llevar con vosotros, una Cruz que no se tira, sino que se quiere”. Cuando intercambian los votos matrimoniales, la novia pone su mano derecha sobre este Crucifijo y el novio pone su mano derecha sobre la de ella. 

Ambos están ligados y unidos a la Cruz. El sacerdote les cubre las manos con su estola mientras pronuncian sus promesas de amarse en las buenas y en las malas, proclamando sus votos de fidelidad según los ritos de la Iglesia. Entonces ambos besan primero la Cruz, no el uno al otro. 

Si uno abandona al otro, abandonan a Cristo en la Cruz. ¡Pierden a Jesús! Tras la boda, los recién casados cruzan el umbral de su casa para entronizar ese mismo Crucifijo en un lugar de honor. Se convierte en el punto de referencia de sus vidas y el lugar de oración familiar, porque la joven pareja cree profundamente que la familia nace de la Cruz.

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