El reemplacamiento, un verdadero disparate en estos momentos de crisis económica
Todos nos hemos enterado a través de comunicados del gobierno del estado, que el próximo mes de septiembre nuestras autoridades nos obligan al cambio de placas y demás trámites sucedáneos.
Resulta imposible no quedar pasmado y preguntarse: ¿será que el gobernador no vive acá?, ¿será que no se de cuenta que el pueblo yucateco no tiene dinero?
A todos nos resulta evidente que merced a la pandemia provocada por el coronavirus, muchísimos negocios han quebrado o se han visto en la necesidad de cerrar y en consecuencia, una cantidad mayor aún de personas se ha quedado sin trabajo y consecuentemente sin ingresos. Por tanto, resulta verdaderamente criminal pedirle que destine los escasos haberes que consiga allegarse al pago de placas y trámites vehiculares, en vez de dedicarlos a la subvención de las necesidades personales y familiares.
Con lo anterior, Mauricio Vila y su gobierno quedan muy mal parados. Exhiben una insensibilidad y una arrogancia mayúsculas, que lo único que provocan en la ciudadanía es un desprecio total y una enorme sed de venganza entre la gente. Y cuidado, que las elecciones están a la vuelta de la esquina, pero al parecer ni eso detiene al gobernador y sus asesores, que parecen intoxicados con un suicida afán de autodestrucción política. Reiteramos, tal parece que no les importa el destino de su partido y sus abanderados, que serán víctimas inocentes de sus desatinos y no quitan el dedo del renglón.
Razonemos: con una economía quebrantada, con una población atemorizada entre el miedo al contagio y la incertidumbre por la subsistencia, con la gente ansiosa por el encierro y la neurosis que propicia, ¿en qué mente enferma cabe exigir el cumplimiento de una obligación que a todas luces es imposible de cumplir, por ser desproporcionadamente inoportuna y superior a las capacidades de la ciudadanía en general?
¿Porqué no postergar esto?, ¿porque no establecer un atractivo esquema de descuentos para quienes paguen a tiempo, sin imponer sanciones a aquellos que no puedan cumplir?
¿Acaso cree el gobernador que los dueños y empleados de los restaurantes, bares, cines, cafés, gimnasios, y demás comercios afectados por sus inadecuadas y absurdas medidas tienen recursos para estar dilapidando en placas?
Sensibilidad exigimos al gobierno del estado y a su titular. Es imprescindible que nuestras autoridades entiendan que más allá del tema político, los yucatecos están imposibilitados para cumplir con un deber evidentemente superior a sus posibilidades.
Sugerimos al gobernador pensar y repensar mil veces este asunto. Subrayamos: su popularidad está hecha pedazos, pero es lo de menos. La furia y el rencor sociales son verdaderos y pueden traducirse en una revocación de mandato que lo único que generaría es inestabilidad y desconcierto en lo político, lo económico, lo social y lo administrativo, que en las presentes condiciones, es lo peor que podemos hacer para Yucatán.
Piense en Yucatán señor gobernador, más allá de conveniencias personales y de grupo, en este momento el bienestar de nuestra patria chica y su población son lo esencial.
Sea empático, sensible y asertivo y cuente con nosotros más allá de diferencias del pasado. Es momento de sumar y hacer equipo y no de dividir y lastimar a nuestra gente, que demasiado ha sufrido. Extendemos nuestra mano, esperando reciprocidad en la intención.
Por favor señor gobernador, primero Yucatán, primero el pueblo…
Seguimos pendientes…