Ayudemos al Santo Padre
Sábado 15 de abril de 2023
“Ayudemos al Santo Padre, no lo dejemos solo para llevar la cruz, evitemos esas críticas acerbas, que nos son bien conocidas (…) esas críticas presuntuosas, injustas y farisaicas, que al fin de cuentas no producen absolutamente nada, salvo odio, desconcierto y desobediencia. (…) El papa Francisco hace denodados esfuerzos por captar los aspectos positivos de la modernidad, condenando ciertamente sus errores y sus pecados, pero sobre todo practicando la misericordia en todos los ámbitos (…) Como auténticos fieles católicos, ayudemos al Santo Padre, no lo dejemos solo para llevar la cruz de la Iglesia, sobre todo rechacemos la tentación de esas críticas acerbas, (…) críticas presuntuosas, injustas y farisaicas, que al fin de cuentas no producen nada, salvo odio, desconcierto y desobediencia.”
Esto es un extracto de una publicación del blog argentino Linum Fumigans, radicado en la provincia de Mendoza, con fecha 27/03/2023, cuyo autor es un sacerdote que utiliza el pseudónimo de Fray Filemón de la Trinidad. La línea editorial del sitio es “conservadora conciliar”, rotundamente opuesta al tradicionalismo preconciliar, a cuyos partidarios califica de “pasadistas”, “herejes” y “cismáticos”. Lo que no es poco decir, pero, al menos, las cosas son claras desde el inicio…
Se trata de una persona dotada de una vasta cultura y sus numerosas publicaciones acerca de temas teológicos y filosóficos suelen ser muy interesantes. Lamentablemente, cuando se trata de abordar los puntos oscuros del CVII, de los papas conciliares y, en particular, de Francisco, el autor se revela incapaz de ir al fondo de las cuestiones, buscando por cualquier medio dejar salva la integridad doctrinal del “magisterio” conciliar, olvidando tratar los asuntos inconfortables para su posición teológica, por no decir insalvables.
Hace unos años mantuve un debate acerca de la crisis post conciliar con el Padre y con otros usuarios de su blog, que luego publiqué en el mío: doy el enlace en pie de página por si pudiera interesar a alguien. Debo reconocer que el hecho de que un sacerdote inteligente, culto e instruido, al cabo de diez interminables años de un catastrófico “pontificado” no logre percatarse de que Francisco dice y hace cosas que son absolutamente incompatibles con el catolicismo, es algo que supera con creces mi capacidad de comprensión.
Afirmar que semejante personaje, siniestro y nocivo por donde se lo considere, debería ser “ayudado por los fieles”, los que, además, deberían abstenerse de “criticar” sus incesantes escándalos y sus ultrajes a repetición de la fe católica, evitando así volverse culpables de una actitud “presuntuosa” y “farisaica”, es algo que me resulta no solo totalmente incomprensible, sino también profundamente chocante y perturbador, viniendo de un sacerdote católico de formación tradicional.
Por último, sostener, fundándose más en una expresión de deseos con ribetes fantásticos que en dichos y hechos comprobables y conformes con el magisterio de la Iglesia, que Bergoglio realiza “denodados esfuerzos” pastorales en aras de favorecer la evangelización del mundo moderno es, a mi entender, una aseveración rayana en un surrealismo extremo y próxima al humor negro.
Seguidamente presento un elenco de citas que demuestran sin asomo de duda que Jorge Mario Bergoglio no profesa la fe católica, sino que es un modernista cabal que adhiere ferviente, pertinaz y ostensiblemente al ecumenismo, la libertad religiosa, la nueva eclesiología latitudinarista y la interreligiosidad heréticas del CVII.
1. “Si en el pasado las diferencias religiosas nos enfrentaban, hoy vemos en ellas la riqueza de caminos distintos para llegar a Dios y para educar a las nuevas generaciones a la convivencia pacífica en el respeto recíproco.”
2. “El pluralismo y la diversidad de religión, color, sexo, raza y lengua son expresión de una sabia voluntad divina, con la que Dios creó a los seres humanos. Esta sabiduría divina es la fuente de la que proviene el derecho a la libertad de credo y a la libertad de ser diferente.”
3. “Pido para todos ustedes la bendición de Dios, Padre de todos nosotros, Padre de todas las confesiones.”
4. “Las religiones verdaderas son el desarrollo de la capacidad que tiene el hombre de trascenderse hacia lo absoluto.”
5. “Dios no puede estar sin nosotros: Él no será nunca un Dios sin el hombre; ¡es Él quien no puede estar sin nosotros, y esto es un misterio grande! Dios no puede ser Dios sin el hombre: ¡este es un gran misterio! (…) Pensemos también en el Padre, en nuestro Padre, que no puede estar sin nosotros, y que en este momento nos está mirando.”
6. “Muchos piensan distinto, sienten distinto, buscan a Dios o encuentran a Dios de diversa manera. En esta multitud, en este abanico de religiones, hay una sola certeza (…): todos somos hijos de Dios.”
7. “Yo creo en Dios, no en un Dios católico; no existe un Dios católico, existe Dios. Y creo en Jesucristo, su Encarnación. Jesús es mi maestro, mi pastor, pero Dios, el Padre, Abba, es la luz y el Creador. Éste es mi Ser.”
8. “El proselitismo es una solemne necedad, no tiene sentido. Es necesario conocerse, escucharse y hacer que el conocimiento del mundo que nos rodea crezca. A mí me pasa que después de un encuentro quiero tener otro porque nacen nuevas ideas y se descubre nuevas necesidades. Esto es importante, conocerse, escuchar, ampliar el marco de los pensamientos.”
9. “El mundo ha cambiado y la Iglesia no puede encerrarse en supuestas interpretaciones del dogma. Tenemos que acercarnos a los conflictos sociales, a los nuevos y a los viejos, y tratar de dar una mano de consuelo, no de estigmatización y no sólo de impugnación.”
10. “Un cristiano restauracionista, legalista, que lo quiere todo claro y seguro, no va a encontrar nada. La tradición y la memoria del pasado tienen que ayudarnos a reunir el valor necesario para abrir espacios nuevos a Dios. Aquel que hoy buscase siempre soluciones disciplinares, el que tendiese a la seguridad doctrinal de modo exagerado, el que buscase obstinadamente recuperar el pasado perdido, posee una visión estática e involutiva.”
11. “Dialogar significa estar convencidos de que el otro tiene algo bueno que decir, acoger su punto de vista, sus propuestas. Dialogar no significa renunciar a las propias ideas y tradiciones, sino a la pretensión de que sean únicas y absolutas.
12. “Si un niño recibe su educación de los católicos, protestantes, ortodoxos o judíos, eso no me interesa. A mí lo que me interesa es que lo eduquen y le quiten el hambre.”
13. “No hay que pensar que el anuncio evangélico deba transmitirse siempre con determinadas fórmulas aprendidas, o con palabras precisas que expresen un contenido absolutamente invariable.”
14. “Compartir nuestra experiencia de cargar la cruz para arrancar de nuestros corazones la enfermedad que envenena muestras vidas: es importante que hagan eso en sus reuniones. Los que son cristianos, con la Biblia; los musulmanes, con el Corán. La fe que vuestros padres os han inculcado siempre os ayudará a avanzar”.
15. “Os expreso, por último, mis mejores deseos y oraciones para que vuestras vidas puedan glorificar al Altísimo y dar alegría a los que os circundan. ¡Feliz fiesta a todos vosotros!”
16. “Quiero tener un recuerdo para los queridos inmigrantes musulmanes que esta tarde comienzan el ayuno del Ramadán, con el deseo de abundantes frutos espirituales”.
17. “Es admirable ver cómo jóvenes y ancianos, mujeres y varones del Islam son capaces de dedicar tiempo diariamente a la oración y de participar fielmente de sus ritos religiosos”.
18. “Mis felicitaciones más fervientes por la gran fiesta de Pesaj. El Omnipotente, que ha liberado a su pueblo de la esclavitud de Egipto para guiarlo a la tierra prometida, siga librándolos de todo mal y los acompañe con su bendición. Les pido que recen por mí”.
19. “Una mirada muy especial se dirige al pueblo judío, cuya Alianza con Dios jamás ha sido revocada, porque ‘los dones y el llamado de Dios son irrevocables’ (Rm. 11, 29)”.
20. “Dios sigue obrando en el pueblo de la primera Alianza y hace nacer tesoros de sabiduría que brotan de su encuentro con la Palabra divina. Por eso, la Iglesia también se enriquece cuando recoge los valores del Judaísmo”
21. “Vivir y dejar vivir es el primer paso hacia la paz y la felicidad”.
22. “Si una persona es gay y busca al Señor con buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgar?”
23. “Una vez una persona, para provocarme, me preguntó si yo aprobaba la homosexualidad. Yo entonces le respondí con otra pregunta: ‘Dime, Dios, cuando mira a una persona homosexual, ¿aprueba su existencia con afecto o la rechaza y la condena’?”
24. “La religión tiene derecho a expresar su opinión al servicio de las personas, pero Dios nos ha creado libres: la injerencia espiritual en la vida de la gente no es posible”.
25. “La cultura del diálogo es el único camino para la paz”.
26. “Los males más graves que afligen al mundo hoy son el desempleo de los jóvenes y la soledad en la que son abandonados los ancianos”.
27. “Lo repito a menudo: entre una Iglesia accidentada por salir a la calle y una Iglesia enferma de autoreferencialidad, prefiero sin duda la primera”.
28. “Ella estaba silenciosa, pero en su corazón, ¡cuántas cosas le decía al Señor! ¡Tú, aquel día, me dijiste que sería grande; me dijiste que le darías el trono de David, su padre, que reinaría para siempre y ahora lo veo aquí! ¡La Virgen era humana! Y tal vez tenía ganas de decir: ¡Mentiras! ¡Me han engañado!”
29. “La Iglesia y la Virgen María son madres, ambas; lo que se dice de la Iglesia se puede decir también de la Virgen, y lo que se dice de la Virgen se puede decir también de la Iglesia. (…) ¿Amamos a la Iglesia como se ama a la propia mamá, sabiendo incluso comprender sus defectos? Todas las madres tienen defectos, todos tenemos defectos, pero cuando se habla de los defectos de la mamá nosotros los tapamos, los queremos así. Y la Iglesia tiene también sus defectos: ¿la queremos así como a la mamá, le ayudamos a ser más bella, más auténtica, más parecida al Señor?”
30. “Como muchos de ustedes no pertenecen a la Iglesia católica y otros no son creyentes, de corazón doy esta bendición en silencio a cada uno de ustedes, respetando la conciencia de cada uno, pero sabiendo que cada uno de ustedes es hijo de Dios”.
31. “El Hijo de Dios se ha encarnado para infundir en el alma de los hombres el sentimiento de la fraternidad. Todos hermanos y todos hijos de Dios”.
32. “Este buscar y encontrar a Dios en todas las cosas deja siempre un margen a la incertidumbre. Debe dejarlo. Si una persona dice que ha encontrado a Dios con certeza total y ni le roza un margen de incertidumbre, algo no va bien. Yo tengo esto por una clave importante. Si uno tiene respuestas a todas las preguntas, estamos ante una prueba de que Dios no está con él. Quiere decir que es un falso profeta que usa la religión en bien propio. (…) El riesgo que existe, pues, en el buscar y hallar a Dios en todas las cosas, son los deseos de ser demasiado explícito, de decir con certeza humana y con arrogancia: ‘Dios está aquí’. Así encontraríamos sólo un Dios a medida nuestra”.
33. “Nuestro objetivo no es el proselitismo sino la escucha de las necesidades, de los deseos, de las desilusiones, de la desesperación, de la esperanza. Debemos devolver la esperanza a los jóvenes, ayudar a los viejos, abrirnos hacia el futuro, difundir el amor. Pobres entre los pobres. Debemos incluir a los excluidos y predicar la paz”.
34. “El Señor a todos, a todos nos ha redimido con la sangre de Cristo: a todos, no solo a los católicos. ¡A todos! ‘‘Padre, ¿y los ateos?’’. A ellos también. ¡A todos! ¡Y esta sangre nos hace hijos de Dios de primera clase! ¡Hemos sido creados hijos a imagen de Dios y la sangre de Cristo nos ha redimido a todos!”
35. “¿De qué cosas puede jactarse un cristiano? De dos cosas: de los propios pecados y de Cristo crucificado”.
36. “Jesús, cuando se lamenta -‘Padre, ¿por qué me has abandonado?- ¿blasfema? El misterio es éste. Tantas veces yo he escuchado a personas que están viviendo situaciones difíciles, dolorosas, que han perdido tanto o se sienten solas y abandonadas y vienen a lamentarse y hacen estas preguntas: ¿Por qué? ¿Por qué? Se rebelan contra Dios. Y yo digo: ‘Sigue rezando así, porque también ésta es una oración’. Era una oración cuando Jesús dijo a su Padre: ¿Por qué me has abandonado?”
37. “Jesús vino al mundo para aprender a ser hombre, y siendo hombre, caminar con los hombres”.
38. “Cuando leemos en el Génesis el relato de la creación corremos el riesgo de imaginar que Dios haya sido un mago, con una varita mágica capaz de hacer todas las cosas. Pero no es así”.
39. “Dios es luz que ilumina las tinieblas y que aunque no las disuelva hay una chispa de esa luz divina dentro de nosotros. En la carta que le escribí recuerdo haberle dicho que aunque nuestra especie termine, no terminará la luz de Dios que en ese punto invadirá todas las almas y será todo en todos”.
40. “Todo ser humano posee su propia visión del bien y del mal. Nuestra tarea reside en incitarlo a seguir el camino que el considere bueno (…) No dudo en repetirlo: cada uno tiene su propia concepción del bien y del mal, y cada uno debe escoger seguir el bien y combatir el mal según su propia idea. Bastaría eso para cambiar el mundo”.
41. “No podemos seguir insistiendo sólo en cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de anticonceptivos. Es imposible. (…) Las enseñanzas de la Iglesia, sean dogmáticas o morales, no son todas equivalentes. Una pastoral misionera no se obsesiona por transmitir de modo desestructurado un conjunto de doctrinas para imponerlas insistentemente”.
42. “Para las relaciones ecuménicas es importante una cosa: no sólo conocerse mejor, sino también reconocer lo que el Espíritu ha ido sembrando en los otros como don también para nosotros.” (…) – Intento captar cómo ve el Papa el futuro de la unidad de la Iglesia. Me responde: “Tenemos que caminar unidos en las diferencias: no existe otro camino para unirnos. El camino de Jesús es ése”.
43. “Los no cristianos, por la gratuita iniciativa divina, y fieles a su conciencia, pueden vivir ‘justificados mediante la gracia de Dios’, y así ‘asociados al misterio pascual de Jesucristo’. Pero, debido a la dimensión sacramental de la gracia santificante, la acción divina en ellos tiende a producir signos, ritos, expresiones sagradas que a su vez acercan a otros a una experiencia comunitaria de camino hacia Dios. No tienen el sentido y la eficacia de los Sacramentos instituidos por Cristo, pero pueden ser cauces que el mismo Espíritu suscite para liberar a los no cristianos del inmanentismo ateo o de experiencias religiosas meramente individuales. El mismo Espíritu suscita en todas partes diversas formas de sabiduría práctica que ayudan a sobrellevar las penurias de la existencia y a vivir con más paz y armonía”.
44. “Jesús dice a los discípulos que hagan sentar a la gente en grupos de cincuenta -esto no es casual, porque significa que ya no son una multitud, sino que se convierten en comunidad, nutrida por el pan de Dios. Luego toma los panes y los peces, eleva los ojos al cielo, pronuncia la bendición -es clara la referencia a la Eucaristía-, los parte y comienza a darlos a los discípulos, y los discípulos los distribuyen… los panes y los peces no se acaban, ¡no se acaban! He aquí el milagro: más que una multiplicación es un compartir, animado por la fe y la oración. Comieron todos y sobró: es el signo de Jesús, pan de Dios para la humanidad”.
45. “Es imposible imaginar un futuro para la sociedad sin una incisiva contribución de energías morales en una democracia que no sea inmune de quedarse cerrada en la pura lógica de la representación de los intereses establecidos. Es fundamental la contribución de las grandes tradiciones religiosas, que desempeñan un papel fecundo de fermento en la vida social y de animación de la democracia. La convivencia pacífica entre las diferentes religiones se ve beneficiada por la laicidad del Estado, que, sin asumir como propia ninguna posición confesional, respeta y valora la presencia del factor religioso en la sociedad, favoreciendo sus expresiones concretas”.
46. “Las Iglesias jóvenes logran una síntesis de fe, cultura y vida en progreso diferente de la que logran las Iglesias más antiguas. Para mí, la relación entre las Iglesias de tradición más antigua y las más recientes se parece a la relación que existe entre jóvenes y ancianos en una sociedad: construyen el futuro, unos con su fuerza y los otros con su sabiduría. El riesgo está siempre presente, es obvio; las Iglesias más jóvenes corren peligro de sentirse autosuficientes, y las más antiguas el de querer imponer a los jóvenes sus modelos culturales. Pero el futuro se construye unidos”.
47. “Cuando los líderes de los diferentes sectores me piden un consejo, mi respuesta es siempre la misma: diálogo, diálogo, diálogo. El único modo de que una persona, una familia, una sociedad, crezca; la única manera de que la vida de los pueblos avance, es la cultura del encuentro, una cultura en la que todo el mundo tiene algo bueno que aportar, y todos pueden recibir algo bueno a cambio. El otro siempre tiene algo que darme cuando sabemos acercarnos a él con actitud abierta y disponible, sin prejuicios. Sólo así puede prosperar un buen entendimiento entre las culturas y las religiones, la estima de unas por las otras sin opiniones previas gratuitas y en el respeto de los derechos de cada una”
48. “El Vaticano II supuso una relectura del Evangelio a la luz de la cultura contemporánea. Produjo un movimiento de renovación que viene sencillamente del mismo Evangelio. Los frutos son enormes. Basta recordar la liturgia. El trabajo de reforma litúrgica hizo un servicio al pueblo, releyendo el Evangelio a partir de una situación histórica concreta. Sí, hay líneas de hermenéutica de continuidad y de discontinuidad, pero una cosa es clara: la dinámica de lectura del Evangelio actualizada para hoy, propia del Concilio, es absolutamente irreversible”
49. “El Vaticano II, inspirado por el papa Juan y por Pablo VI, decidió mirar al futuro con espíritu moderno y abrirse a la cultura moderna. Los padres conciliares sabían que abrirse a la cultura moderna significaba ecumenismo religioso y diálogo con los no creyentes. Desde entonces, se hizo muy poco en esa dirección. Yo tengo la humildad y la ambición de querer hacerlo”.
50. “Todos los cristianos y los hombres de buena voluntad están llamados, por lo tanto, a luchar no sólo por la abolición de la pena de muerte, legal o ilegal que sea, y en todas sus formas, sino también con el fin de mejorar las condiciones carcelarias, en el respeto de la dignidad humana de las personas privadas de libertad. Y esto yo lo relaciono con la cadena perpetua. En el Vaticano, desde hace poco tiempo, en el Código penal vaticano, ya no existe la cadena perpetua. La cadena perpetua es una pena de muerte oculta (…) Estos abusos se podrán detener únicamente con el firme compromiso de la comunidad internacional en reconocer el primado del principio pro homine, lo que quiere decir de la dignidad de la persona humana sobre todas las cosas”.
51. “El Paraíso, más que de un lugar, se trata de un estado del alma, en el cual nuestras expectativas más profundas serán cumplidas de manera superabundante y nuestro ser, como criaturas y como hijos de Dios, alcanzará la plena maduración. ¡Seremos finalmente revestidos de la alegría, de la paz y del amor de Dios en modo completo, sin más ningún límite, y estaremos cara a cara con Él! ¡Es bello pensar esto! Pensar en el cielo. Todos nosotros nos encontraremos allí. Todos, todos, allí, todos”.
52. “El infierno no es un lugar; si uno va a asistir al Juicio Final, y ve las caras de los que van al infierno, se asusta. Si uno lee a Dante, se asusta. Pero son representaciones mediáticas. El infierno es un estado, hay gente que vive en un infierno continuamente. (…) El infierno es un estado, es un estado del corazón, del alma, de una postura frente a la vida, a los valores, a la familia, a todo. Hay gente que vive en un infierno porque se lo busca, hay otros que no, que son sufridos. ¿Y quién va al infierno, a ese infierno, a ese estado? Ya se va viviendo desde aquí. (…) La misericordia de Dios está siempre a nuestro lado, y lo que Dios quiere es siempre estar con su gente, con sus hijos y no que se le vayan.”
53. “En virtud de la comunión de los santos, de esta unión, cada miembro de la Iglesia está unido a mí de forma profunda (…) y esta unión es tan fuerte que no puede romperse ni siquiera por la muerte. (…) en Cristo nadie puede nunca separarnos verdaderamente de aquellos que amamos porque la unión es una unión existencial, una unión fuerte que está en nuestra misma naturaleza; (…) ‘Padre, pensemos en aquellos que han renegado de la fe, que son apóstatas, que son los perseguidores de la Iglesia, que han renegado su bautismo: ¿también estos están en casa?’. Sí, también estos, también los blasfemos, todos. Somos hermanos: esta es la comunión de los santos. La comunión de los santos mantiene unida la comunidad de los creyentes en la tierra y en el Cielo.”
54. “El don es el amor de Dios, un Dios que no puede separarse de nosotros. Esa es la impotencia de Dios. Nosotros decimos: ‘¡Dios es poderoso, lo puede todo!’ Menos una cosa: ¡separarse de nosotros! En el Evangelio esa imagen de Jesús que llora sobre Jerusalén, nos hace comprender algo de este amor. ¡Jesús ha llorado! Ha llorado sobre Jerusalén y en ese llanto está toda la impotencia de Dios: su incapacidad de no amar, de separarse de nosotros. […] El más malo, el más blasfemador es amado por Dios, con una ternura de padre, de papá. […] Dios llora por los malvados, que hacen tantas cosas feas, tanto mal a la humanidad. Espera, no condena, llora. ¿Por qué? ¡Porque ama!”
55. “Gracias por estar presentes las distintas confesiones religiosas. Gracias por animaros a vivir el desafío de la paz y a celebrarla hoy juntos como familia; también a aquellos que sin ser parte de alguna tradición religiosa estáis participando. Es hacer la experiencia de que todos somos necesarios, con nuestras diferencias, pero necesarios. Nuestras diferencias son necesarias”.
56. “Yo fui a Turquía como peregrino, no como turista. Cuando fui a la mezquita no podía decir: ¡Ahora soy un turista! Vi aquella maravilla, el gran muftí me explicaba muy bien las cosas, con mucha humildad, me citaba el Corán, cuando habla de María y de Juan el Bautista. En ese momento sentí la necesidad de rezar. Le pregunté: ¿Rezamos un poco? Y él me respondió: Sí, sí. Yo recé por toda Turquía, por la paz, por el muftí, por todos y por mí. Dije: ¡Señor, acabemos con estas guerras! Fue un momento de oración sincera”.
57. “Yo creo que con la ortodoxia estamos en camino; tienen sacramentos y sucesión apostólica. Estamos en camino. Si tenemos que esperar a que los teólogos se pongan de acuerdo. ¡No llegará nunca ese día! Soy escéptico: trabajan bien los teólogos, pero Atenágoras había dicho: ¡Pongamos a los teólogos en una isla para que discutan y nosotros seguimos adelante! La unidad es un camino que se debe hacer, y se debe hacer juntos; es el ecumenismo espiritual, rezar juntos, trabajar juntos. (…) Las Iglesias orientales católicas tienen derecho de existir, pero el unitarismo es una palabra de otra época; hay que encontrar otra vía”.
58. “Solemne oración ecuménica en la Iglesia patriarcal de San Jorge de Estambul, con el Papa junto al Patriarca Bartolomé. El Papa le dijo al Patriarca: ‘Le pido un favor: bendígame a mí y a la Iglesia de Roma.’ Y se inclinó ante Bartolomé”.
59. “En el norte de argentina se encuentran las misiones anglicanas y católicas con los aborígenes, y el obispo anglicano y el católico trabajan juntos. Y cuando la gente no puede ir el domingo a la celebración católica van a la anglicana, y los anglicanos van a la católica, porque no quieren pasar el domingo sin una celebración, y trabajan juntos. Y aquí, la Congregación para la Doctrina de la Fe lo sabe. Y participan en la caridad juntos. Creo que esto es una riqueza que nuestras iglesias jóvenes pueden aportar a Europa y a las iglesias que tienen una gran tradición. Y ellos nos dan la solidez de una tradición cuidada, pensada”.
60. “Nuestras tradiciones religiosas son diversas. Pero la diferencia no es para nosotros motivo de conflicto, de polémica o de frío desapego. Hoy no hemos orado los unos contra los otros, como, por desgracia, ha sucedido algunas veces en la historia. […] San Juan Pablo II dijo en este mismo lugar: ‘‘Acaso más que nunca en la historia ha sido puesto en evidencia ante todos el vínculo intrínseco que existe entre una actitud religiosa auténtica y el gran bien de la paz’’ […] Aquí, nosotros, unidos y en paz, creemos y esperamos en un mundo fraterno. Deseamos que los hombres y las mujeres de religiones diferentes, allá donde se encuentren, se reúnan y susciten concordia […] Que los creyentes sean artesanos de paz invocando a Dios y trabajando por los hombres. Y nosotros, como responsables religiosos, estamos llamados a ser sólidos puentes de diálogo, mediadores creativos de paz”.
61. “Por supuesto, en ese buscar y encontrar a Dios en todas las cosas, queda siempre una zona de incertidumbre. Debe existir. Si alguien dice que encontró a Dios con una certeza total y que no deja ningún margen de incertidumbre, significa que algo no funciona (…) El riesgo de buscar y de hallar a Dios en todo es entonces la voluntad de explicitar demasiado; de decir con certeza humana y arrogancia: ‘Dios está aquí’. Así sólo encontraremos un Dios a nuestra medida (…) Quien hoy día no aspira sino a soluciones disciplinares, quien tiende de manera exagerada a la seguridad doctrinal, quien busca obstinadamente recuperar el pasado perdido, tiene una visión estática y no evolutiva. De este modo, la Fe se vuelve una ideología como cualquier otra”.
62. “[…] he visto mucha fidelidad en estas convivencias, mucha fidelidad; y estoy seguro que este es un matrimonio verdadero, tienen la gracia del matrimonio, precisamente por la fidelidad que se tienen”.
63. “Recordando que el tiempo es superior al espacio, quiero reafirmar que no todas las discusiones doctrinales, morales o pastorales deben ser resueltas con intervenciones magisteriales. Naturalmente, en la Iglesia es necesaria una unidad de doctrina y de praxis, pero ello no impide que subsistan diferentes maneras de interpretar algunos aspectos de la doctrina o algunas consecuencias que se derivan de ella. […] Además, en cada país o región se pueden buscar soluciones más inculturadas, atentas a las tradiciones y a los desafíos locales, porque las culturas son muy diferentes entre sí y todo principio general […] necesita ser inculturado si quiere ser observado y aplicado”.
64. “El tiempo rige los espacios, los ilumina y los transforma en eslabones de una cadena en constante crecimiento, sin caminos de retorno. Se trata de privilegiar las acciones que generan dinamismos nuevos en la sociedad e involucran a otras personas y grupos que las desarrollarán, hasta que fructifiquen en importantes acontecimientos históricos”.
65. “Los divorciados en nueva unión, por ejemplo, pueden encontrarse en situaciones muy diferentes, que no han de ser catalogadas o encerradas en afirmaciones demasiado rígidas sin dejar lugar a un adecuado discernimiento personal y pastoral. Existe el caso de una segunda unión consolidada en el tiempo, con nuevos hijos, con probada fidelidad, entrega generosa, compromiso cristiano, conocimiento de la irregularidad de su situación y gran dificultad para volver atrás sin sentir en conciencia que se cae en nuevas culpas. […] Debe quedar claro que este no es el ideal que el Evangelio propone para el matrimonio y la familia. Los Padres sinodales han expresado que el discernimiento de los pastores siempre debe hacerse distinguiendo adecuadamente, con una mirada que discierna bien las situaciones. Sabemos que no existen recetas sencillas”.
66. “No es católico ‘o esto, o nada’: esto no es católico. Eso es herético. Jesús siempre sabe caminar con nosotros, nos da el ideal, nos acompaña hacia el ideal, nos libra de este encauzamiento de la rigidez de la ley, y nos dice: ‘Haced hasta donde podáis’. Y nos comprende bien. Este es nuestro Señor, esto es lo que nos enseña”.
67. “Su participación [la de los «divorciados vueltos a casa»] puede expresarse en diferentes servicios eclesiales: es necesario, por ello, discernir cuáles de las diversas formas de exclusión actualmente practicadas en el ámbito litúrgico, pastoral, educativo e institucional pueden ser superadas. Ellos no sólo no tienen que sentirse excomulgados, sino que pueden vivir y madurar como miembros vivos de la Iglesia […]”.
68. “[…] hoy día la pena de muerte es inadmisible, por cuanto grave haya sido el delito del condenado. Es una ofensa a la inviolabilidad de la vida y a la dignidad de la persona humana que contradice el designio de Dios sobre el hombre y la sociedad y su justicia misericordiosa, e impide cumplir con cualquier finalidad justa de las penas. No hace justicia a las víctimas, sino que fomenta la venganza. El mandamiento ‘‘no matarás’’ tiene valor absoluto y abarca tanto a los inocentes como a los culpables. […] No hay que olvidar que el derecho inviolable a la vida, don de Dios, pertenece también al criminal”.
69. “[…] El problema va encuadrado en la óptica de una justicia penal que sea cada vez más conforme a la dignidad del hombre y al designio de Dios para el hombre y la sociedad y también a una justicia penal abierta a la esperanza de la reinserción en la sociedad. El mandamiento ‘no matarás’, tiene valor absoluto y se refiere tanto al inocente como al culpable. El Jubileo Extraordinario de la Misericordia es una ocasión propicia para promover en el mundo formas cada vez más maduras de respeto de la vida y de la dignidad de cada persona. También el criminal tiene el derecho inviolable a la vida, don de Dios. Hago un llamamiento a la conciencia de los gobernantes, para que se llegue a un consenso internacional para la abolición de la pena de muerte. Y propongo a quienes entre ellos son católicos que realicen un gesto valiente y ejemplar: que ninguna condena sea ejecutada en este Año Santo de la Misericordia”.
70. «Muchas veces me encuentro en crisis de fe y algunas veces también tuve la desvergüenza de reprochar a Jesús: ‘¿Por qué lo permites?’. Y también dudas: ‘¿Pero esta será la verdad o un sueño?’. Y esto de joven, de seminarista, de sacerdote, de religioso, como obispo y como Papa. A un cristiano que no haya sentido esto, alguna vez, que no haya pasado por una crisis de fe, le falta algo: es un cristiano que se conforma con un poco de mundanidad».
71. «Para buscar lo que hoy el Señor pide a su Iglesia tenemos que escuchar los latidos de este tiempo y percibir el ‘‘olor’’ de los hombres de hoy, hasta quedarnos impregnados de sus alegrías y esperanzas, de sus tristezas y angustias. A este punto sabremos proponer con credibilidad la buena noticia sobre la familia».
72. “Deseo saludarlos (…) en nombre de esa fraternidad que nos une a todos, como hijos e hijas del mismo cielo. (…) El mundo espera de nosotros el ejemplo de almas despiertas y de mentes claras, espera una religiosidad auténtica. (…) Las religiones (…) están llamadas (…) a ser promotoras de unidad ante las pruebas que amenazan con dividir aún más la familia humana. (…) Nos corresponde a nosotros, que creemos en la Divinidad, ayudar a los hermanos y las hermanas de nuestra época a no olvidar la vulnerabilidad que nos caracteriza.”
73. «En un momento en que la familia humana y el Planeta enfrentan múltiples amenazas, el diálogo amistoso y la estrecha colaboración son aún más necesarios. Desafortunadamente, de todos lados escuchamos el grito de una humanidad herida y una Tierra desgarrada. Buda y Jesús entendieron la necesidad de superar el egoísmo que genera conflicto y violencia. El Dhammapada resume así las enseñanzas de Buda: ‘Evita el mal, cultiva el bien y purifica tu mente: esta es la enseñanza de Buda’ (Dph 183). Jesús dijo a sus discípulos: ‘Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros. Como yo os he amado, así también os amáis unos a otros’ (Jn 13,34). Es nuestra tarea hoy llevar a nuestros respectivos fieles a un sentido más vivo de la verdad de que todos somos hermanos y hermanas. Y eso implica que debemos trabajar juntos para cultivar la compasión y la hospitalidad hacia todos los seres humanos, especialmente hacia los pobres y marginados.»
74. «Las palabras que hemos escuchado, y también los cantos y las danzas que han animado nuestra asamblea, nos han hablado de modo elocuente del deseo de armonía, fraternidad y paz encarnado en las enseñanzas de las religiones del mundo (…) Es un signo particularmente reconfortante de nuestros tiempos que los creyentes y las personas de buena voluntad se sientan cada vez más llamados a cooperar en la formación de una cultura del encuentro, del diálogo y de la colaboración al servicio de la familia humana.»
75. “Vuestra laicidad es incompleta. Francia debe volverse un país más laico. Hace falta una sana laicidad […] Una laicidad sana comprende una apertura a todas las formas de trascendencia, según las diferentes tradiciones religiosas y filosóficas. Además, incluso un ateo puede tener una interioridad.”
76. “Es fundamental la contribución de las grandes tradiciones religiosas, que desempeñan un papel fecundo de fermento en la vida social y de animación de la democracia. La convivencia pacífica entre las diferentes religiones se ve beneficiada por la laicidad del Estado, que, sin asumir como propia ninguna posición confesional, respeta y valora la presencia del factor religioso en la sociedad, favoreciendo sus expresiones concretas.”
77. «Queridos hermanos y hermanas: Permítanme, antes de nada, saludar con afecto y estima al Gran Imán Ahmed Al-Tayyeb con quien, hace exactamente tres años en Abu Dabi, firmé el Documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común. En estos años hemos caminado como hermanos conscientes de que, respetando nuestra respectivas culturas y tradiciones, estamos llamados a construir la fraternidad como una defensa contra el odio, la violencia y la injusticia. (…)
Todos vivimos bajo el mismo cielo, independientemente de dónde y de cómo vivimos, del color de la piel, de la religión, de la clase social, del sexo, de la edad, de las condiciones de salud y de las económicas. Somos todos distintos y, al mismo tiempo, iguales, y este periodo de pandemia nos lo ha demostrado. Lo repito una vez más: solos no nos salvamos. Vivimos todos bajo el mismo cielo, y en el nombre de Dios, nosotros que somos sus criaturas, debemos reconocernos hermanos y hermanas.
Como creyentes, pertenecientes a distintas tradiciones religiosas, tenemos un papel que cumplir. ¿Cuál sería? Ayudar a nuestros hermanos y hermanas a elevar su mirada y su oración al Cielo. Levantemos los ojos al Cielo, porque quien adora a Dios con un corazón sincero ama también al prójimo. La fraternidad nos lleva a abrirnos al Padre de todos y a ver en el otro un hermano, una hermana, a compartir la vida, a sostenernos recíprocamente, a amar y conocer a los demás. Vivimos todos bajo el mismo cielo.
Hoy es el tiempo oportuno para caminar juntos. No lo dejemos para mañana o para un futuro que no sabemos si llegará; hoy es el tiempo oportuno para caminar juntos, los creyentes y todas las personas de buena voluntad, juntos. Es un día propicio para darse la mano, para celebrar nuestra unidad en la diversidad -unidad no uniformidad, unidad en la diversidad-, para decir a las comunidades y a las sociedades en las que vivimos que ha llegado el tiempo de la fraternidad. Todos juntos, porque es fundamental ser solidarios los unos con los otros. (…)
El camino de la fraternidad es largo, difícil, pero es ancla de salvación para la humanidad. A las muchas señales de amenaza, a los tiempos oscuros, a la lógica del conflicto opongamos el signo de la fraternidad que, acogiendo al otro y respetando su identidad, lo impulsa a recorrer un camino común. No iguales, no; hermanos, pero cada uno con la propia personalidad, con la propia singularidad.»
Alejando Sosa Laprida