La trata de personas, la esclavitud del siglo XXI
Jueves 15 de diciembre de 2022
En los siglos XVII al XIX en diversas regiones del mundo, floreció el comercio de esclavos. Éstos eran los encargados de realizar las tareas más rudas y denigrantes.
Los seres humanos esclavizados, eran generalmente negros africanos, aunque es menester indicar que hubo asiáticos reducidos a esta condición, principalmente chinos y coreanos.
En el caso de los nativos de América, hay que puntualizar que las leyes de Indias prohibían la esclavitud para los naturales, pero eso era solamente la teoría, pues el sistema de la encomienda inicialmente y de la servidumbre de manera posterior, ya lograda la independencia y abolida la esclavitud, se traducía precisamente en pérdida de libertad y capacidad de autodeterminación.
Con la independencia de la América Española de la Madre Patria, la realidad es que todas las legislaciones de los nuevos países, prohibieron la esclavitud expresamente.
A mayor abundamiento, nuestra propia constitución lo hace, estableciendo además que los esclavos del extranjero que accedan a territorio nacional, gozarán por ese simple hecho, de libertad plena y de total respeto a sus garantías individuales.
Pero claro, eso solo es en teoría, se limita al territorio del deber ser, porque en la práctica, a través de la explotación laboral o sexual, la esclavitud pervive, aún en nuestro tiempo.
Y esto, podemos contratarlo en las calles de nuestra propia ciudad de Mérida, en los cuatro puntos cardinales, con la presencia de mujeres o menores de edad de origen chiapaneco (su indumentaria así nos lo dice), que se dedican a la mendicidad.
Pero el que estas personas recurran a la caridad pública, no se debe tan solo a la carencia de un empleo formal, de la educación y preparación requerida para acceder a un trabajo bien remunerado, ni se debe a una crisis económica de nivel nacional o mundial. Es más, ni siquiera se debe a una situación personal complicada, como un mal negocio o un revés de la fortuna. Va mucho más alla.
La presencia de un ejército de indígenas chiapanecos pidiendo limosna en las calles de Mérida y tal vez de otras ciudades en el estado de Yucatán, es consecuencia de la acción de mafias y grupos delictivos dedicados a la explotación y al tráfico humano.
Son estos agrupamientos criminales, los que con absoluto desprecio de la dignidad humana, tienen a personas pertenecientes a los grupos más vulnerables de nuestra sociedad, trabajando en la más absoluta esclavitud, no es posible decirlo de otro modo.
Desde temprana hora, bajo los implacables rayos del sol, hasta ya entrada la noche, sin importar la lluvia, o el frío, mujeres cargando bebes a cuestas muchas veces y niños, se dedican a pedir limosna.
Hemos podido averiguar que las mujeres o niños que viven de la caridad pública, son hacinados en viejas casas del centro o de la periferia, donde carecen de toda clase de satisfactores e higiene.
Se desconoce cuantas de estas personas o bebes han perdido la vida, expuestos a las más inclementes y extremas condiciones climatológicas.
Estos mexicanos, reducidos a la triste condición de parias, se han no solo mimetizado con el paisaje urbano, sino que se han hecho prácticamente invisibles para las autoridades de cualquier nivel.
Su presencia se ha vuelto tan molesta e inoportuna como la de un insecto (mosca o mosquito) y se les espanta prácticamente igual.
Resulta irónico que siendo este país, gobernado por una administración pública de extracción política de izquierda, haya tal insensibilidad y tanto desprecio por la suerte de los más desprotegidos.
Peor aún, resulta aún más inaudito, que nuestros parias sean ignorados no solo por la insensibilidad de nuestros políticos y nuestros burócratas, sino también por el desinterés de iglesias y clubes de servicio.
Invitamos a nuestros gobernantes sin distinción de nivel, a nuestros funcionarios, a los miembros de los distintos clubes y asociaciones, a nuestros sacerdotes y pastores, a salir del confort de sus oficinas, a bajar de la comodidad de sus vehículos de modelo reciente, con aire acondicionado, a bajar los cristales y a ver en su derredor.
Y no limitarse solamente a ver, sino a hacer algo, verdaderamente eficaz a favor de nuestros parias, de los integrantes de los grupos sociales más desprotegidos y vulnerables.
Los instamos a hacer algo mas que hablar como desconocedores del idioma, con su retórica hueca, pero pletórica de populismo e ideología de género, para transformar a esas personas, de parias, en mexicanos plenos, en seres humanos dignos.
No se trata de emprender feroces razzias para sacarlos de las calles, sino de atacar en serio las causas de sus problemas, para coadyuvar a que todas estas personas recuperen su condición de seres humanos.
No olvidemos que Cristo dijo que lo que hagamos por cada uno de los seres más desprotegidos, lo hacemos a favor suyo (o a favor nuestro, para ser más claros en relación a nuestras obligaciones de caracter moral).
NOTIREDMÉRIDA hace un llamado a la sociedad para hacer a un lado la indiferencia y para hacer notar la solidaridad de los yucatecos con quienes más nos necesitan.
Es un hecho que el gobierno mexicano tiene una obligación constitucional que no está cumpliendo. Si no lo hacen nuestros políticos y nuestros gobiernos, hagámoslo nosotros. Acabemos con la trata de personas, acabemos la esclavitud del siglo XXI.
Seguimos pendientes…
DIOS, PATRIA Y LIBERTAD