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La sangría de militantes del PRI no se detiene

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A partir de que el Partido Revolucionario Institucional perdiera el poder en las elecciones de 2018, se inició un proceso de renuncias y fugas de militantes al tricolor.

Entre los transfugas podemos citar a Enrique Castillo, Carmen Navarrete, Elizabeth Gamboa, Henry Sosa, Verónica Camino, Alejandrina León, Carlos Pavón y más recientemente Carlos Carrillo Paredes, hijo del chel, Carlos Carrillo Maldonado.

La realidad es que el Chelito es un militante incoloro, inodoro e insípido, que como cuadro político no vale nada: no tiene liderazgo alguno y nadie lo sigue y si logró una diputación, fue gracias a los buenos oficios e influencias de su padre.

Lo increíble es que al Chelito Carrillo hoy se sumará algún otro nombre y mañana otro y pasado, Dios sabe quien más y no existen visos de que exista una estrategia de contención o control de parte de la dirigencia partidista, ya sea de carácter nacional, estatal o municipal.

Alejandro Moreno tiene suficientes motivos para entretenerse con los cateos a sus propiedades y encontrar manera de defenderse de la intimidación de las autoridades, basados en motivos reales o supuestos. Lo que es un hecho, es que la güera Velasco tuvo razón cuando le dijo que sí no jalaba, se iban a ir con todo en su contra.

Panchito Torres es un infeliz borrachín, que mientras tenga dinero para seguir derrochando en sus juergas y francachelas, le tiene sin cuidado lo que suceda con el Partido.

Como buen dipsómano, no piensa en el futuro y en sus raros momentos de sobriedad, con la escasa lucidez que le queda, conviene que es un cadáver político, sin futuro electoral alguno. Triste y penoso caso el de Pancho Torres, que dilapidó de la manera más absurda su capital y que fue incapaz de aprovecharlo.

El otro zángano de la dirigencia, Panchito Medina, tampoco suda, ni se acongoja. Esta quebrado dice todo mundo y más preocupado en no perder sus propiedades que en trabajar a favor del tricolor. A la fecha, ni siquiera se ha tomado el trabajo de completar su estructura.

Reiteramos: es lamentable que no haya en el priismo una estrategia de contención y control para impedir la fuga de militantes. A este paso, para el 2024, el tricolor se va a quedar sin membresía y se verá reducido a la mínima representación en los órganos legislativos y municipales, donde si bien le va, deberá resignarse a tener un solo diputado o regidor (como antes sucedía al PRD).

A pesar de lo anterior, el discurso triunfalista de los dirigentes y funcionarios tricolores de elección popular no cesa y nadie tiene la humildad de admitir los errores cometidos y mucho menos de ponerse a trabajar en serio con las bases. Por eso, sin tocarse el corazón, la dirigencia es capaz de despedir de manera inmisericorde, a quienes lo han dado todo, a favor de su causa.

Es inevitable cuestionarse si todo lo que acontece al día de hoy, no constituye una estrategia concertada para desaparecer al partido en el menor tiempo posible y propiciar la migración de sus miembros a otros institutos políticos.

Ante el incendio y el desastre partidista, la dirigencia tricolor se depila las cejas, pasea, se exhibe en las redes sociales presumiendo un lenguaje «revolucionario» con el que saluda a sus «hermanos de lucha», canta y bebe, sin importarle la magnitud de la tragedia que acontece (y peor aún, la que se avecina).

Se dice por ahí, que con el advenimiento de la época electoral, el PRI sufrirá una nueva y cuantiosa sangría de afiliados. Se especula que entre ellos estará el frustrado aspirante a la dirigencia local, Diego Lugo Interián, que aseguran seguirá los pasos de su homólogo el caballo Peniche, tiñéndose de guinda. Veremos.

Sería interesante saber si el Chel Carrillo va a exigirle a su vástago su inmediata dimisión, lo mismo que hizo con otros cuadros, que cambiaron de colores. El buen juez por casa empieza.

Pancho Torres debía mandar colocar a la entrada de la Casa del Pueblo, un letrero con la misma leyenda que podía leerse a la entrada del infierno de Dante: «PERDED TODA ESPERANZA».

Seguimos pendientes…

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