El PAN puede perder Yucatán
Tras una serie de reveses mediáticos para el oficialismo, que dejaron ver el doble discurso presidencial y la corrupción imperante entre sus más cercanos allegados, MORENA vuelve a cobrar fuerza de nuevo.
Muchos creyeron erróneamente que el impacto de los escándalos bastarían para sacar de balance al lopezobradorismo. Esto no fue así, porque se trata de un movimiento de carácter profundamente antidemocrático, que no busca convencer, sino imponer.
Al tratar de prevalecer a toda costa, MORENA busca destruir las bases de las instituciones que sustentan la precaria democracia que aún sobrevive y sustituirlas, por otras, más acordes a su conveniencia.
De tal suerte, los partidos de oposición son el único obstáculo que se interpone entre el poder absoluto y las ambiciones lopezobradoristas, pero el PRI está debilitado y en la lona y el PRD reducido a su mínima expresión.
Es así, como el Partido de Acción Nacional, se ha convertido, tal vez sin quererlo, en el guardián de la democracia y de la equidad electoral. Pero el panismo tampoco las trae todas consigo: se ha visto víctima de sus propios errores, motivados por las malas decisiones que ha tomado, se ha visto víctima del desgaste que implica el ejercicio del poder y de una acusada y manifiesta carencia de cuadros.
En efecto, es menester admitir que el panismo carece de cuadros atractivos a la ciudadanía y suficientemente fogueados y que los que posee al día de hoy, se han visto reos de franco desprestigio o comienzan a entrar en el natural declive de la edad.
Pero además de ello, al panismo lo atormentan vicios atavicos, de los que por lo visto no ha sabido, ni puede desprenderse: alejarse de su doctrina o francamente ignorarla y el exceso de confianza y la soberbia, que lo llevan a menospreciar a sus rivales y verlos por encima del hombro.
Estas circunstancias pueden llevar a cualquier persona o partido al más completo de los fracasos, pese a tener en apariencia, la mesa puesta para refrendar sus posiciones.
Los errores de cálculo en política cuestan muy caro. No tener la capacidad de identificar amigos y enemigos, cuestan más caros aún.
En 2024 la 4T con MORENA a la cabeza se lanzarán al asalto del último bastión opositor en el Sureste. Para ello cuentan con la ambición y las ansias de revancha de muchos.
Fincarán sus pretensiones en los programas sociales y la esperanza que despiertan en una amplia franja de la población necesitada. Estarán dispuestos a incurrir en todas las ilegalidades y las marrullerias posibles. Solo será posible ponerles dique con una adecuada operación política.
Pero la operación política cuesta en todo sentido. No se lleva a cabo con sólo sonrisas y en horario de oficina. Tampoco se paga en abonos chiquitos. La pregunta es si los panistas entienden el costo-beneficio y están en disposición de afrontarlo.
De no ser así, no habrá poder humano susceptible de impedir que se cumplan los objetivos de MORENA. Toca a Acción Nacional ser mesurado, sensato y generoso, para su beneficio y también para el del país.
No existen luchas, ni mucho menos triunfos garantizados. La política es una moneda al aire, donde prevalece la máxima: si luchamos, podemos perder. Pero si no luchamos, estamos perdidos... De ahí la importancia de decidir bien.
Ojalá que la ecuanimidad, la mesura y la sensatez prevalezcan en el partido al que toca acaudillar a la oposición. Ojalá que sus integrantes sepan estar a la altura de su responsabilidad histórica. De lo contrario, el futuro será desolador y lo lamentaremos todos.
La pregunta es sencilla: ¿puede MORENA ganar en 2024? La respuesta es más simple todavía: sí, sobre todo si el panismo no marcha unido y no hace lo necesario. Los panistas tienen el futuro en sus manos. De ellos depende. De ahí la importancia y la necesidad de las buenas decisiones.
Luego no digan que nadie les advirtió o que nadie se los hizo notar o se los dijo. El que tenga oídos para oír, u ojos para ver, que lo haga….
Seguimos pendientes…