“Sí queremos trabajar en zonas rurales, pero necesitamos seguridad, que no nos maten”, dicen médicos mexicanos
“¿Qué se necesita para que los médicos queramos trabajar en las zonas rurales? Para empezar, que no nos maten”.
La respuesta tajante la da Nora, una doctora que estudió la especialidad en el Hospital Universitario de su ciudad, del que prefiere no dar detalles, así como tampoco de su identidad, para evitar posibles represalias laborales.
Poco antes de terminar su especialidad, se enteró de que había tres plazas en un hospital de una pequeña localidad ubicada en el norte del país. Se trataba de unas de las más de 2 mil 600 plazas que, según datos del IMSS Bienestar, quedaban vacantes para médicos especialistas.
Antes de acceder a una plaza de ese tipo, Nora explica que tuvo que acudir a un sorteo anual, donde los médicos egresados de programas educativos del IMSS tienen preferencia. Pero, aun así, la mujer dice que no le importó, pues la plaza que quería estaba en un estado muy poco demandado por los médicos: Tamaulipas.
“Al ser tierra del narco, nadie quería venir para acá. Por eso, el hospital llevaba años sin que un médico llegara a trabajar”, expone.
Sin embargo, pese a cumplir con todos los requisitos, y pese a la escasa demanda en ese centro médico, el resultado no fue el que Nora esperaba: “Aunque yo tenía el certificado del Consejo de Medicina Interna, no me quisieron dar la plaza porque decían que no era egresada del IMSS”.
Finalmente, ante la falta de médicos y la necesidad latente de personal, la directora del hospital tamaulipeco tuvo que saltar por encima de la burocracia e intercedió por Nora ante el sindicato. Y fue así como empezó a trabajar, aunque con un contrato tipo 08, es decir, un contrato que se debe renovar cada 15 días, que por ello no genera antigüedad y que no ofrece ningún tipo de prestación, además de que la paga no está garantizada.
“Yo sí me salí de mi ciudad para trabajar en las comunidades, pero, aun así, no me querían dar la base”, dice Nora, quien asegura que, al contrario de lo expresado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, cuando el pasado 16 de mayo justificó la reciente contratación de 500 médicos cubanos diciendo que los especialistas mexicanos no quieren ir a las zonas serranas a trabajar, sí hay doctores que, como ella, están dispuestos a ir a zonas alejadas de las grandes urbes, a pesar del enorme reto que supone para ellos en todos los niveles, tanto económicos como de seguridad.
Nora recalca que sabe muy bien de lo que habla, pues realizó sus prácticas como pasante en la sierra, también en el norte del país. “Sí queremos trabajar en zonas rurales, pero necesitamos seguridad, que no nos maten”, insiste. “A mí, por ejemplo, me amenazaron con machetearme, y nadie está ahí para cuidarte. Además, yo tenía que cubrir mi traslado a la sierra, mi alimentación, y no había medicamentos. Tenías tú que pedírselos a los pacientes”.
No es la única que decidió alzar la voz. Otro ejemplo es la iniciativa #AquíEstamos, a la que se sumaron organizaciones como Nosotrxs. Dicha iniciativa, que surgió en protesta por las declaraciones del presidente y la contratación de 500 médicos cubanos, suma más de 2 mil testimonios recabados en una base de datos a la que Animal Político tuvo acceso.
Otro ejemplo es el testimonio de Samuel, médico especialista en neurología pediátrica, quien, al igual que Nora, expone que “un gran problema” que enfrentan los médicos a diario es la inseguridad que se vive en múltiples puntos del país, especialmente en las zonas más remotas y alejadas, donde el crimen organizado domina el terreno.
“Nos enfrentamos a zonas de extrema carencia y donde la gente es muy agresiva”, dice Samuel. A él, por ejemplo, lo mandaron durante su especialidad a una comunidad de Veracruz. Ahí, sin apenas medicinas ni recursos para atender a la población, un día se le presentó una urgencia: había que trasladar a un recién nacido a un hospital con personal especializado y que tuviera los insumos necesarios.
El padre del niño se negó y lo amenazó para que lo atendiera ahí mismo. Por su seguridad, Samuel tuvo que ser retirado de inmediato de ese centro y fue trasladado a otro lugar en Michoacán, otro estado con altos niveles de violencia.
“Mi primer día fue una balacera”
Al margen de los testimonios de la base de #AquíEstamos, Animal Político entrevistó a otros doctores, que coinciden en señalar que las condiciones de inseguridad y de falta de recursos son una constante que enfrentan a diario.
‘Alicia’, quien pidió ser identificada con un pseudónimo, narra que, en su primer día como médica pasante en San José del Rincón, en la delicada zona limítrofe entre el Estado de México y Michoacán —donde el Cártel Jalisco Nueva Generación y La Familia Michoacana se disputan el control—, el recibimiento que tuvo le metió miedo.
“Mi primer día fue una balacera”, recuerda aún con una risa nerviosa.
Después, una vez cumplida su pasantía, comenzó a trabajar como médica general en otra clínica de una comunidad, también en la zona limítrofe con Michoacán. Y su situación, asegura, no ha mejorado mucho.
“Una vez estaba atendiendo a un hombre que llegó herido, cuando se metieron a la fuerza a la clínica otros hombres. Y claro, ahí no tenemos seguridad ni nada. Y pues no sabes si son familiares o si son de los contrarios que vienen a rematar a esa persona. El caso es que me dijeron: ‘Si no lo salvas, ahora vienen todos los demás a por ti’”.
En cuanto a las condiciones en las que trabaja, la doctora asegura que el lugar donde despacha “es una unidad que se está cayendo a pedazos”.
“Tratas de hablar y de negociar con la misma comunidad, pero la gente no tiene dinero, ni tampoco la intención de remodelarla. De hecho, el mismo municipio te dice: ‘Tú tienes que traer tu computadora, tu impresora y hasta las hojas’”. Y todo, hace hincapié ‘Alicia’, por un salario de apenas 3 mil pesos y un contrato que tampoco genera antigüedad.
“Nosotros nos estamos jugando la vida, literal, por ayudar en las comunidades, y con un sueldo muy bajo. Por eso hay una gran indignación cuando escuchamos que quieren traer a médicos cubanos, a los que, además, les darán sus prestaciones”, asegura ‘Alicia’. “¿Quién va a garantizar la seguridad de esos médicos cubanos, cuando a nosotros nadie nos cuida?”.
No faltan médicos, sino mejores salarios
“No sé cómo van a meter a esa zona a los cubanos”, dice ‘Ángela’, doctora especialista en el Hospital de Alta Especialidad de Veracruz, y a la que también se le modificó el nombre. “Porque los van a llevar a zonas sin condiciones y sin seguridad. Y, además, quién sabe lo que les vayan a pagar, porque a los pasantes mexicanos les dan 2 mil pesos míseros por arriesgar su vida”.
Para ‘Ángela’, contrario a lo dicho por el presidente, el problema no es la falta de médicos ni de doctores que quieran ir a trabajar a las comunidades más alejadas y vulnerables. “El problema son los salarios tan bajos. El problema es que, deja tú las clínicas rurales, los hospitales, incluyendo el mío, que se supone que es de primer nivel, se están cayendo a pedazos, y que no hay medicamentos ni insumos básicos con los que atender a la gente”.
“No es posible, por ejemplo, que un neuropediatra esté cobrando 8 mil pesos quincenales. Y que de contrato no te ofrezcan base, ni nada. Por eso, luego de estudiar tanto, y de arriesgar tanto tu vida, muchos doctores ya no se avientan a jugársela. Y si te ofrecen irte a un pueblito, pues menos, porque la inseguridad es terrible, y por supuesto que nadie se la rifa por una beca de 2 mil pesos”, agrega.
Sobre los salarios, de acuerdo con el último informe de la OCDE, mientras en otros países la remuneración para médicos especialistas se incrementó hasta en 10% (en el caso de Chile) de 2010 a 2019, en México los sueldos para especialistas se han visto disminuidos en 0.1% y en 0.4% para médicos generales.
“No tenemos ni el mínimo básico para trabajar”
Julia es médico general y labora en la Sierra de Oaxaca. Dice que cuenta con una base en un hospital de primer nivel, es decir, donde se otorga la atención médica básica. Pero incluso eso se complica.
“No tenemos un mínimo básico que deberíamos tener. No tenemos jeringa de insulina, ni siquiera vendas o agua oxigenada. La mayoría de las ocasiones tengo que ser yo quien solicita al paciente que si puede apoyar comprando lo que requiere y, al estar a ocho horas del centro de la ciudad, las cosas se tornan un poco más costosas”, señala.
Julia narra que la zona donde se encuentra se considera un foco rojo para la muerte materna. Además, hay violencia y falta de acceso.
“A veces se dice que el médico no quiere venir, pero no se trata de que no quiera. Bueno, llega y aquí está, pero si no tiene esto, no tiene lo otro, y todo es que el paciente lo compre, entonces, ¿a qué viene?”.
Julia dice que ella ha buscado cursar la especialidad, pero no alcanzó vacante.
En 2021, 49 mil 479 médicos presentaron el examen para ingresar al Sistema Nacional de Residencias Médicas (SNRM), pero solo se ofertaron 17 mil 940 plazas, según informó la Secretaría de Salud en un comunicado.
Mauricio Sarmiento, médico y abogado especializado en defensa de los derechos de los médicos en formación, generales y especialistas, explica en entrevista que uno de los grandes problemas con los médicos generales es que, en efecto, los mandan a trabajar a lugares donde no tienen insumos para atender a la población, ni las condiciones de seguridad. Además, dice, la atención a la salud se debe hacer en equipo con varios especialistas, y estar solos les dificulta la tarea de tratar ciertas enfermedades.
Lo otro es que les dan contratos por seis meses o por un año. No tienen estabilidad laboral y esto lo hacen para que no hagan antigüedad y no tengan derecho a su pensión. Así que los médicos generales que trabajan en zonas alejadas lo hacen sin los insumos y medicamentos necesarios, sin el respaldo de un equipo formado por otros médicos, y con sueldos bajos y variados, porque como el sistema de salud todavía está fragmentado, hay una diversidad de instituciones de salud contratando y cada una fija sus sueldos.
Andrés Castañeda, coordinador del Colectivo de Médicos en Formación, señala que para que los médicos quieran ir a trabajar a una comunidad alejada se tienen que crear primero las condiciones adecuadas. Y no solo es una cuestión de salarios, puntualiza, sino que hacen falta infraestructura, insumos y seguridad. Sin eso, concluye, los médicos no pueden hacer bien su trabajo: garantizar a las personas el acceso a la salud.