Se espera una jornada de trampas y malas mañas para elegir comisarios municipales en Progreso
Ya con anterioridad mencionamos la manera tan burda con la que Julián Zacarías pretende influir en los procesos para elegir comisarios municipales, a efecto de imponer personajes manipulables, que le permitan hacer y deshacer a su antojo.
Para ello, dimos nombres y circunstancias, siendo probablemente el caso de Chicxulub el más escandaloso, probablemente por la dimensión de la comisaría y su número de habitantes.
A pesar de las promesas de Julián de no intervenir, a pesar de las reiteradas frases que de manera recurrente pronuncia el alcalde, que pretenden dar la impresión de que es un demócrata y un funcionario preocupado por preservar el estado de derecho, la realidad es totalmente distinta.
Julián Zacarías es un sátrapa, un individuo de talante autoritario, que no tolera más voluntad que la suya y que hará cuanto sea menester para que así suceda, sin importar cuantas leyes deba atropellar, ni los derechos humanos que deba transgredir.
Se espera una jornada electoral plagada de irregularidades, donde la compra y coacción del voto, los apoyos clientelares y las dádivas y los actos de amedrentamiento e intimidación sean moneda de curso corriente.
Lamentablemente la oposición en Progreso se encuentra cooptada y emasculada y pocas voces o ninguna se elevarán para denunciar las arbitrariedades e ilegalidades que acontezcan. Ojalá nos equivoquemos y se produzca un despertar cívico que lleve masivamente a la gente a sufragar y pongan al alcalde y sus secuaces en su sitio, recibiendo su merecido. Soñar no cuesta nada.
Nota aparte, vale la pena comentar lo sucedido recientemente, en donde el revuelo desatado por diferentes compañeros de los medios de comunicación locales, derivó en que la policía municipal de Progreso, diera marcha atrás y devolviera su vehículo al ciudadano hondureño Franklin Castellanos, un modesto comerciante de golosinas, que ejerce su oficio para mantener a sus hijas menores.
El modesto ambulante, es una persona con capacidades diferentes, que fue objeto de tratos inhumanos y denigrantes de parte de un elemento de la corporación policíaca municipal, que pretendió intimidarlo y amedrentarlo, para que le vendiera su vehículo a precio de ganga.
Merced a la presión ejercida por los medios de comunicación hacia el alcalde porteño, Julián Zacarías se vio en la obligación de intervenir y moderar la voracidad de sus esbirros, devolviendo el automotor a su legítimo propietario, habida cuenta de lo notorio de la ilegalidad y de la arbitrariedad que pretendia cometerse.
Debemos precisar que la manera en que el elemento policíaco se dirigió al ciudadano centroamericano, utilizando un vocablo peyorativo y despectivo, refleja la nula capacitación que la corporación posee en materia de respeto a los derechos humanos.
También debe subrayarse que el proceder del policía es fiel reflejo de la actitud prepotente, autoritaria y de nulo respeto a la autoridad que proyectan sus superiores: Emilio Raúl Caamal Gutiérrez y Julián Zacarías Kuri, dos personajes sobre los que pesan un rosario de acusaciones y demandas por actos reñidos con la legalidad.
Para concluir, las palabras del representante jurídico de la corporación de seguridad en cuanto a que no era miedo a la prensa y que todo fue un malentendido, dejan muy claro, que es absolutamente cierto lo que en su tiempo aseverara el célebre Tlacuache Garizurieta, el más avezado conocedor de los intringulis de la política nacional:
«A los políticos y a las moscas, se les espanta de la misma forma: A PERIODICAZOS». Ojalá que no olviden estas palabras los medios de comunicación y el pueblo progreseño, que padece el imperio de un beduino que se cree jeque.
Seguimos pendientes…