La debacle de la Universidad Católica Lumen Gentium
Desmanteladas las estructuras pastorales de la arquidiócesis de México, sin previsión y más bien haciendo de la improvisación su principal cometido, la evangelización ha caído en un alarmante letargo que, poco a poco, descristianiza a la capital de la República mexicana.
A más de tres años de la instalación del arzobispo Aguiar, bajo el pretexto de la pandemia y arrinconado en la pastoral hueca y sórdida de redes sociales, likes, entrevistas de incienso y tuitazos, la visita pastoral que apenas inicia sólo evidenciará el proceso de degradación propiciada por la misma estructura montada por Aguiar Retes en sueños compartidos por sus aplaudidores para cantar el réquiem de lo que ya se sabe: el precario y casi moribundo estado de salud de la Iglesia capitalina en la arquidiócesis de México.
Una de estas estructuras es la Universidad Católica Lumen Gentium (UCLG). Concebida en el arzobispado de Norberto Rivera Carrera como una opción educativa de “alta calidad” con una visión de educación integral principalmente en la contribución de la formación intelectual en filosofía y teología para las vocaciones al sacerdocio, la UCLG nació en 2011.
El padre Sabás Benítez fue su primer director quien murió en 2020 víctima del covid-19. El caminar de esa institución ha sido cuesta arriba, se presentó como novedad educativa frente a otras universidades con cierto prestigio.
La UCLG, en su momento, fue tomada como una opción accesible para la formación sacerdotal de los seminaristas diocesanos y religiosos, heredando la experiencia del desaparecido Instituto Superior de Estudios Eclesiásticos. El tiempo ha constatado su progresiva erosión y degradación. Los formandos de congregaciones religiosas dejaron la UCLG por una razón simple y evidente: La confusión intelectual que ha desestimado la sólida, buena y profunda doctrina filosófica y teológica católicas, mientras se da una caída en el número de alumnos en lo general.
Para compensar la sangría, la UCLG consideró abrirse al mundo para insertar nuevas carreras que dieran la posibilidad a laicos de un título profesional.
Con dos planteles, ofrece educación secundaria y preparatoria; a nivel profesional tiene las licenciaturas de contabilidad, psicología, música, filosofía y teología, además de algunos posgrados pastorales grados pastorales, entre otras.
Sin embargo, los experimentos, la negligencia e incompetencia, la carencia de liderazgo, el abandono del arzobispo, de sus auxiliares y responsables de pastoral, pero, sobre todo, el solapamiento de la corrupción hunde a la UCLG en la debacle poniéndola en estado moribundo.
Gracias a las denuncias que se han hecho sobre el estado de las diferentes áreas de pastoral en la arquidiócesis de México, alumnos de la UCLG se acercaron a nuestra redacción para entregar abundante información documental y testimonial corroborada en entrevistas acerca de lo que, en pocas palabras, es la situación de la universidad evidenciando el desastre que ha puesto en riesgo la formación e integridad de los futuros sacerdotes y, por el otro, del fraude académico contra laicos al ponerlos en la incertidumbre sobre el estado de la validez de sus estudios y trámites.
Al inicio del curso escolar 2021-2022, alumnos entrevistados, a quienes se otorga la obvia reserva de su identidad, afirman que la UCLG prácticamente se ha convertido en el centro de una secta que manipula y somete a los pocos estudiantes del Seminario Conciliar de México y a los laicos que ven con absoluta decepción la calidad de estudios solapada por las mentiras de los directivos de la UCLG. El responsable al timón, el Pbro. Valentín Salmerón Flores, ha tenido todo, menos las competentes cualidades para sacar a flote esta institución.
La Lumen Gentium, institución con irregularidades
A decir de los alumnos entrevistados, la UCLG representó una atractiva oportunidad de estudios, no sólo por las cuotas, también por sus valores y buena opción de formación profesional: “Creíamos que una escuela de esta magnitud nos podía ayudar como personas”, afirman, pero no fue así.
Con cinco licenciaturas reconocidas por la Secretaría de Educación Pública, los estudiantes ahora denuncian las serias irregularidades en los estudios y trámites estando prácticamente, en la incertidumbre que nadie puede resolver. “Este tiempo de pandemia, señalan, es complicado. No hemos recibido apoyo, asesoría conforme a estas peculiares circunstancias y comprensión. Las condiciones desde nuestras casas no han sido las mejores para las clases en línea. Algún docente se quejó de eso; en lugar de dar opciones, nos subestimó señalando que jamás llegaríamos a nada. Hemos expresado nuestras inconformidades a los directivos y responsables, en cambio, sólo recibimos excusas intimidatorias y denigrantes…”
En plena pandemia, los directivos de la UCLG no tuvieron la sensibilidad de hacer accesibles los precios y los incrementaron en un 15 por ciento, según dicen los estudiantes, lo que representó un gasto oneroso a sus economías personales y familiares al no contar con ingresos para cubrir los costos, trámites y colegiaturas de las licenciaturas.
Los directivos incluso decidían arbitrariamente quienes eran candidatos a la titulación. “Nos leían las letras chiquitas del contrato. Ellos, según dicen, tienen discrecionalidad para decidir la modalidad para titulación”. Sin programas de apoyo docente o de extensión universitaria, están a su suerte. “¿Quién nos ayuda? No hay asesores. Además, tenemos muchos temores y miedos porque circulan fuertes rumores de que la UCLG no tiene capacidad legal para extender cédulas profesionales. Está muy difícil conseguir un título, además, los directivos se excusan en la pandemia, retrasando simples trámites escolares que se han convertido en un viacrucis de burocracia, excusas y pretextos”.
Instalaciones inadecuadas, negligencia en la Lumen
Sin el equipo adecuado, proyectores o computadoras, los alumnos deben hacerse de los recursos que la UCLG no les proporciona. “Las autoridades están ausentes. Hemos metido cartas y solicitudes, todas de forma inútil. Es como hablar como una planta, todo es excusa para esperar autorización del ecónomo para liberar recursos. Han sido muy negligentes”, acusan. “En nuestra formación profesional, no contamos con los espacios aptos que requiere la enseñanza. Las instalaciones del Seminario Conciliar no son las mejores para el desarrollo profesional de carreras como la psicología. Hay una cámara de Gesell para prácticas que fue montada sin reunir los requerimientos exigidos por las academias. Eso en realidad es inútil, de nos nada sirve…”
Esta ausencia llega incluso más arriba, hasta el obispo auxiliar de Carlos Aguiar, Héctor Mario Pérez Villarreal, quien fue comisionado para caminar con la UCLG: “Ni el obispo ni el rector son capaces de hacer presencia. Si sabemos quiénes es, por los años que tenemos en la universidad, pero los de nuevo ingreso, ni siquiera saben quiénes son”.
–Entonces ¿Quién manda en la universidad?
Los estudiantes guardan silencio y se miran. No dudan en hacer una dura afirmación: “Le decimos la verdad. Es la novia del rector”. Se refieren a Erika Abonza Martínez, “Ella es quien controla la vida académica, es secretaria del rector y jefa de servicios escolares. Maneja todo. Mete mano en asuntos económicos, es la dueña y señora. Por ella pasan todos los documentos que llegan al rector. Hemos metido quejas por el deficiente servicio de los servicios escolares y todo ha sido inútil”.
Terapias irregulares, manipulación de las conciencias
Pero eso es la punta de iceberg. La cosa no queda sólo en un mero problema e incompetencia de trámites académicos o instalaciones inadecuadas. Al parecer, la situación más grave e inmoral es que los alumnos padecen el chantaje de profesores quienes, además, son sus terapeutas. “Eso es hasta enfermo. En la UCLG se da la manipulación de las conciencias y se infunde temor evidentemente por esta conjunción de que el profesor es, a la vez, terapeuta. Hacen comentarios sobre nosotros, ironía y sarcasmo. Incluso se usan aspectos de terapia en clase. Nos exponen explícitamente. Ellos hacen comentarios de los compañeros seminaristas a nosotros los laicos y eso es indebido. Exponen situaciones difíciles y existe algo irregular, ellos mismos dan medicación a algunos compañeros. Es muy duro. No se trata de dar una receta y ya. No existe la evaluación de otros especialistas y el diagnóstico se da sólo por la aplicación de cuestionarios obsoletos. No hay más estudios para decir si la persona requiere de medicamentos o no”.
Y apuntan hacia una responsable que, poco a poco, se ha metido para ser parte del cuerpo de formadores en el área de la psicología en la universidad y en el Seminario Conciliar, la doctora Irma Patricia Espinosa Hernández, directora de la licenciatura en Psicología quien, incluso, se ha valido de sus influencias para ejercer nepotismo en el Seminario Conciliar haciendo posible que familiares cercanos sean pagados por la institución. Gozando de una desmedida protección que resulta incomprensible especialmente por el manejo y chantajes contra los alumnos.
La directora de psicología y la secta de terapeutas
Consentida de los rectores del Seminario Conciliar y de la UCLG, Patricia Espinosa presume un extenso curriculum que hasta Freud envidiaría. Coordinadora del departamento de desarrollo humano, dice ser la primera mujer en el cuerpo formador del SCM e insiste en borrar de un plumazo la huella de sus antecesoras quienes tuvieron el mismo cargo, las religiosas Rosa María Moreno, Hija del Espíritu Santo y María del Carmen Gómez Vaca, Pasionista.
Los alumnos de la Lumen admiten que Patricia Espinosa “enamora y convence” dicen. Ha ganado las confianzas de la Universidad Pontificia de México para ser integrante del Consejo Consultivo Científico de Centro de Protección de Menores de la Universidad Pontificia de México -CEPROME- sin embargo, su real semblante aparece una vez que está lejos de los reflectores. Hábil y arrogante, sus armas son las etiquetas con las que cataloga a los alumnos según sus subjetivas apreciaciones cargándoles así con adjetivos para estigmatizarlos: “Que ella sea psiquiatra y psicoanalista tiene un peso grave para nosotros, afirman, porque va manipulando así la capacidad de opinión y crítica en la institución”. Incluso, señalan la falta de seriedad de Espinosa quien se vale de series en plataformas de streaming para dar clases lo que consideran una burla al pago de sus colegiaturas.
Sin mayor interés por el bien y progreso académico de los alumnos, Patricia Espinosa usaría la UCLG para propósitos personales y de sospechosos negocios al amparo de su cargo como directora de psicología. La gravedad del caso apunta a la manipulación a través de terapias impuestas a seminaristas y laicos que, de ser irregulares, las autoridades educativas oficiales podrían ejecutar la clausura de la UCLG, del Seminario Conciliar de México, además de potenciales sanciones por posibles prácticas de medicina no autorizadas en la universidad.
Son usados como conejillos de indias en la aplicación de pruebas psicodiagnósticas para la valoración de procesos de aprendizaje. Como “experimento” fue obligatorio para toda la comunidad estudiantil de psicología, filosofía y teología y donde, casualmente el 95% de la población estudiantil evaluada dio positivo a un diagnóstico de trastorno por déficit de atención e hiperactividad sin la supervisión de un médico, psicólogo y neurólogo de la confianza de los pacientes como exigen los protocolos médicos.
Patricia Espinosa supuestamente quiso fortalecer el desarrollo académico de los seminaristas y estudiantes canalizándolos a una asociación de aliados a sus intereses llamada “Leguel-Gelover Terapeutas”. En las pruebas aplicadas por este grupo, que no cumplieron con los protocolos exigidos en la práctica profesional, se diagnosticaron altos porcentajes de depresión y trastorno de déficit de atención por hiperactividad. Esta es la justificación para liberar prescripciones de un medicamento llamado Venlafaxina de 75 mg para adquirirse en farmacias con personas indicadas por la doctora Patricia Espinosa en sus recetas. “Es el modus operandi”, dicen los alumnos. Tal droga es un antidepresivo que debe administrarse bajo control del médico de confianza por producir importantes efectos secundarios: “Como estudiantes de psicología nos percatamos de que la Universidad-Seminario no tiene permisos legales para el ejercicio de la psicoterapia en esas instalaciones, antes de la pandemia era una práctica recurrente en seminaristas y laicos, además ahí parece haber un negocio”.
“Son una secta, los terapeutas más allegados a la doctora atienden a seminaristas del Conciliar. Son los terapeutas favoritos y no respetan la confidencialidad, dan santo y seña de los reportes que se les solicitan para valorar la idoneidad de los seminaristas, antes de que dichos informes se presenten al equipo formador, deben pasar por el visto bueno de la doctora y esta secta de terapeutas agrega o quita las ideas que le surgen a la directora del departamento… en el fondo es abuso de poder, nos preocupa y esto mismo porque está además en CEPROME, una institución creada para prevenir estos abusos y vigilar por el bienestar. Realmente es preocupante y peligroso”.
“Un día sin nosotras”, los tendederos en el Seminario Conciliar
Otra situación manipulada por Patricia Espinosa fue el polémico capítulo de los tendederos en el “Día sin Nosotras” del 9 de marzo de 2020 que etiquetó al Seminario Conciliar de México como refugio de abusadores que tuvo, en la realidad, motivaciones distintas a lo que se creyeron.
De acuerdo con los entrevistados, Espinosa Hernández obligó a los estudiantes a asistir a un evento llamado “Construyendo lazos de paz”. De ahí surgió la idea de un tendedero a imitación de otras escuelas que, en realidad, fue el detonante de infundadas consignas de acoso maquinadas por Espinosa.
“Recurrimos a esto tomando como modelo a otras universidades. Claro, sin pedir permiso para colgarlo frente al auditorio del Seminario mayor. No teníamos idea de la magnitud del problema que generó. Nos incitó a hacer denuncias anónimas diciendo que tenían peso y valor. Surgieron muchas inconformidades porque los compañeros hicieron público el tendedero en redes sociales del Seminario y de la UCLG. Se nos trató de feministas radicales, de grupo subversivo infiltrado. Después, el rector y el vicerrector circularon un comunicado en el que estaban abiertos a las denuncias reales cuando, en su momento, se dio entrada a cartas anónimas incitadas por la doctora”.
Aun cuando se perjudicó la imagen del Seminario Conciliar de México con este tendedero, quienes lo colgaron aprecian el reconocimiento de los seminaristas quienes tomaron en serio esta manifestación para prevenir eventuales acosos; en el fondo, no había mayores fundamentos que los del escándalo, manipulación y protagonismo de Patricia Espinosa quien maquinó culpables sin tener pruebas reales: “Ella se lavó las manos, tenía la seguridad de que nada le podrían hacer. Estaba más preocupada en su imagen y las noticias del tendedero que en proteger y hablar por las alumnas”.
UCLG, negligencia institucional
Para los denunciantes en esta entrevista, el principal cometido es demostrar la negligencia en la que se ha incurrido En todos los niveles se constata el desinterés, la falta de compañía y las carencias institucionales provocados por los protagonismos, la secta y mafias que se anidan en el claustro de la universidad: “Como estudiantes de licenciatura, no tenemos una carta de pasantía que nos avale en la conclusión de nuestros estudios. Todo esto nos trunca caminos, no nos abre las puertas al mundo laboral. Queremos que las autoridades educativas tomen cartas en el asunto; de lo contrario, y esto lo decimos para los compañeros de nuevo ingreso, les advertiremos que no se inscriban y se vayan de ahí, no vale la pena pasar cuatro años en un lugar donde somos ignorados, menos cuando somos moneda de cambio de intereses oscuros. Mientras somos funcionales, somos tenidos en cuenta. La situación está muy mal, esto lo hemos vivido en nuestra carrera, se han generado enemistades, rivalidades nocivas entre estudiantes. Están dejando muy mal parada a la profesión con la comisión de conductas que van en contra de la ética profesional”.
Su testimonio es determinante. Los alumnos ya no quieren que los profesores controlen las terapias violatorias de la intimidad y confidencialidad del sigilo profesional al invadir el fuero interno con las potenciales consecuencias dañosas. “Es lamentable decirlo, la UCLG se está yendo por la borda, está muy mal. No sabemos a quién más recurrir, no hay nadie a cargo”, aseguran.
–¿Tienen pensado algún tipo de acción ante las autoridades educativas?
“Si a nosotros no nos cumplen en tiempo y forma de acuerdo con lo ofrecido en nuestra carrera, iremos ante instancias legales. Insistiremos en una auditoría para que se conozca todo esto y lo que hay de fondo. Es paranoico escuchar los pretextos de que no hay cédulas, sientes que se te fue la vida y el dinero. No es cualquier cosa, es el esfuerzo de muchas personas, de la familia completa… están preocupados sólo en pedir anticipos. Un título cuesta 13 mil pesos, cualquier trámite, mil pesos, pagamos por cosas que no estamos recibiendo”.
Sobre todo, la principal impotencia es la ausencia de honestidad en la propuesta educativa de la UCLG. No obstante las posibles consecuencias, la denuncia de estos alumnos tiene por sustrato la legítima intención de exigir lo que les corresponde y no ser mercancía de fraudes, chantajes, burlas y manipulación con esta consigna: Evidenciar la decadencia de la UCLG como ocurre en otras instancias pastorales del arzobispado de México, exhibiendo el estado de descomposición cuyo hedor llega muy alto.
Lo dicen sin tapujos, con la mirada convencida de estar haciendo lo correcto sabedores de las potenciales represalias: “Queremos que los compañeros que sientan miedo alcen la voz. Que esta entrevista haga que la Lumen despierte, que se ponga a trabajar y reflexione acerca de sus directivos y responsables. Que atienda las quejas, debe movilizarse. Es triste que esta universidad, que se encuentra en un lugar que vale la pena, no dé para más”.
Esos testimonios tienen una causa más profunda y fundada. Ayudar a otros a tomar valor: “No somos los únicos. No queremos generar enemistades o revanchas. Si no denunciamos lo que pasa, de hablar sobre esta secta de terapeutas, si no lo hacemos, nos hace cómplices. Debemos anunciar y denunciar, se está jugando con la salud mental de mucha gente. Si alguien se siente afectado, que lo hable, que lo diga… El miedo ya no nos va a paralizar…”