¿Vuelta a clases presenciales?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido que con la tercera ola de la pandemia se ha registrado un aumento del diez por ciento en los contagios en todo el mundo, y de tres por ciento en las muertes.
El organismo alerta sobre la probabilidad de aparición de variantes aún más transmisibles que la delta, las cuales, combinadas con la relajación y uso indebido de medidas de salud pública y social, aunado todo esto al incremento de la movilidad y la aglomeración social “podrían dar lugar a más casos, hospitalizaciones y muertes”.
En México, aunque no se quiera ver así por el sector oficial, los contagios van aumentando de manera acelerada. Hasta el pasado miércoles llevábamos ya casi 16 mil casos en este nuevo repunte. Con todo esto, el temor generalizado de la población es que la reanudación de clases significará mayor movilidad de las personas, con el consecuente incremento de casos.
Lo que no se ha contemplado es que el grupo de 0 a 17 años, que no ha recibido las vacunas, ni las habrá recibido en el momento de iniciar las clases, será el más expuesto en el primer nivel de la educación básica.
Aun así, el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció ya que a fines de agosto se reanudarán las clases presenciales en todo el país, pues “no hay nada que lo impida”.
El rebrote de contagios parece no importarle al mandatario, al considerar que “es pequeño y no representa un impedimento para la reanudación de las clases”.
Parecería que el presidente está presionado por la UNICEF, que el pasado miércoles hizo un llamado a acelerar el regreso a clases presenciales para frenar el rezago educativo de niñas, niños y adolescentes, pues la pandemia ha provocado la deserción escolar de al menos 5 millones de alumnos en México.
Sin embargo, vale la pena considerar también la advertencia de la OMS, en el sentido de que se ha retrocedido en otras vacunaciones, dejando que los niños estén expuestos al riesgo de contraer enfermedades devastadoras pero prevenibles, como el sarampión, la poliomielitis o la meningitis. Esto, ante la desesperación de los países que claman por conseguir las vacunas contra la COVID-19.
Al respecto la OMS considera que “La aparición de múltiples brotes de enfermedades sería catastrófica para las comunidades y los sistemas de salud, que ya están luchando contra la COVID-19, por lo que es más urgente que nunca invertir en la vacunación infantil y garantizar que se atienda a todos los niños.”
Bastante complicado el asunto. Nuestra niñez no sólo está en riesgo por la pandemia del Covid, contra la cual no ha sido inmunizada, sino que además la estamos exponiendo a otras enfermedades que pudieran ser prevenibles, pero que por la inversión destinada a aplacar la Covid se han dejado de adquirir los otros inmunizantes.
Cierto es que -como dice la UNICEF- los cierres de las escuelas obligados por la pandemia y la apuesta de la educación en línea han conllevado grandes afectaciones en la población infantil y adolescente porque está restringiendo el desarrollo cognitivo en ese grupo poblacional, además que el uso excesivo de pantallas ha disminuido la actividad física, aumentado la irritabilidad, y exacerbado la falta de concentración y, en el caso de los adolescentes, se están viendo afectadas sus relaciones interpersonales.
Hay que pensarlo dos veces antes de lanzar a nuestra niñez y juventud a un contagio casi seguro.
Por lo pronto, al inicio del próximo ciclo escolar, en agosto, habrá que analizar a detalle el incremento de contagios en esta tercera ola del Covid, para saber con certeza qué tan válido será mandarlos a las clases presenciales. Ya Dios dirá… y que las autoridades acaten.