Religión

Kasper cree que Benedicto XVI y Sarah fueron claves para impedir que Francisco cambiara el celibato


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Jueves 22 de mayo de 2025

El cardenal Walter Kasper afirma que el papa Francisco quería flexibilizar el celibato y el acceso al sacerdocio, pero tras la intervención de Benedicto XVI y el cardenal Sarah, evitó un cisma en la Iglesia.

El purpurado ha reiterado su critica el Camino Sinodal alemán por no incluir a todos y ha abogado por una renovación espiritual antes que institucional.

Según la opinión del cardenal Walter Kasper, el papa Francisco quiso impulsar una flexibilización del celibato y del acceso al sacerdocio, pero sin arriesgar una ruptura o cisma en la Iglesia católica.

«Mi impresión es que Francisco efectivamente quería introducir cambios, pero el papa emérito Benedicto intervino entonces, junto con el cardenal Robert Sarah, con éxito», dijo Kasper en una entrevista publicada en la edición de junio de la revista Cicero.

Libro de Sarah prologado por Benedicto XVI

En enero de 2020 se produjo un gran revuelo mediático y eclesial tras la publicación del libro «Desde lo más profundo de nuestros corazones», firmado por el cardenal Robert Sarah y el papa emérito Benedicto XVI.

La obra es una firme defensa del celibato sacerdotal y una llamada a preservar la identidad del sacerdocio frente a presiones ideológicas, especialmente tras el Sínodo para la Amazonia.

El libro expone argumentos teológicos, históricos y espirituales en favor del celibato, subrayando que el sacerdocio implica una entrega total a Cristo y a su Iglesia, incompatible con el estado matrimonial.

Benedicto XVI y el cardenal Sarah advierten del peligro de debilitar esta tradición, incluso de forma regional, ya que abriría una brecha en el ministerio eclesial. Ambos insisten en que el celibato no es desprecio de la sexualidad, sino expresión de una consagración plena.

Poco después del anuncio del libro, algunos medios pusieron en duda la participación real de Benedicto XVI, argumentando que no estaba en condiciones de escribir. Entre ellos, periodistas como Juan Vicente Boo (ABC) y Gerard O’Connell (America Magazine) señalaron que el papa emérito apenas podía mantener conversaciones prolongadas. Esto generó una campaña mediática acusando a Sarah de manipular a Benedicto y de actuar contra el Papa Francisco.

En respuesta, Sarah publicó cartas manuscritas de Benedicto que confirmaban su participación y su aprobación del contenido.

La editorial Cantagalli reafirmó que el papa emérito había leído y aceptado tanto el prólogo como la conclusión del libro.

Sarah negó rotundamente cualquier intento de oposición al Papa, subrayando que el libro no contenía ataques ni deslealtades.

En una entrevista posterior, Sarah lamentó la dureza con la que se había tratado a Benedicto y calificó de ridículas e injustas las controversias surgidas.

Defendió que su única intención era ofrecer una reflexión fiel a la tradición y al Magisterio, ante una crisis de fe que afecta al sacerdocio. Criticó las soluciones «ideológicas y apresuradas» propuestas tras el Sínodo de la Amazonia y llamó a leer el libro con serenidad, oración y espíritu de unidad.

Sarah concluyó reafirmando que el celibato no es una norma opcional, sino una exigencia profunda del sacerdocio, y recordó que la escasez de vocaciones no se soluciona con concesiones, sino con testigos radicales del Evangelio.

Ofreció la obra como un servicio a toda la Iglesia, en fidelidad al Papa, y apeló al ejemplo de santos como Santa Catalina de Siena: «No podemos callar».

El Papa no puede decidir solo

La posición de las mujeres en la sociedad y en la Iglesia se ha convertido, según el cardenal, en un «gran tema de debate». Y es una cuestión que debe seguir discutiéndose con urgencia, afirmó el prelado de 92 años. En muchas iglesias locales, y también en Roma, se han producido avances, y las mujeres asumen tareas que antes estaban reservadas exclusivamente a los clérigos, según Kasper.

Al mismo tiempo, recordó el papel del Papa en esta cuestión: «Es un error pensar que el Papa, si quisiera, podría decidir por sí solo que, en el futuro, también las mujeres puedan acceder al sacerdocio».

Para cuestiones tan fundamentales, el Papa necesita un consenso moral global y teológicamente fundamentado en el conjunto de la Iglesia, explicó el cardenal.

«Un consenso así no es previsible, ni entre los obispos, ni entre los fieles, ni entre los teólogos». Incluso en Alemania sigue habiendo tanto apoyo como rechazo.

En cuanto a la homosexualidad, según Kasper, en las últimas décadas se ha producido un cambio en el mundo occidental que ha llevado, en gran medida, al respeto por las diferentes orientaciones.

«Pero esto no se ha implantado ni en la Iglesia católica occidental ni en otras culturas», opinó el cardenal.

Como ejemplo, mencionó la Iglesia africana, donde el tema de la poligamia es mucho más candente. La Iglesia debe soportar estas tensiones. Debe enfrentarse a la modernidad, pero sin adaptarse irreflexivamente al espíritu de la época.

Detecta carencias en el Camino Sinodal

El Camino Sinodal de la Iglesia católica en Alemania, según Kasper, no incluye a todos, a pesar de su propósito. «Desde ese punto de vista, el Camino Sinodal no es realmente un sínodo, no es un caminar en común», dijo.

No obstante, no niega ni el principio sinodal ni la necesidad de reformas en la Iglesia, afirmó el cardenal. Se necesita un nuevo comienzo. Pero una Iglesia renovada no puede ser una Iglesia nueva, afirmó el prelado de 92 años. La Iglesia forma parte de un proceso continuo dentro de la tradición.

«No se puede renovar la Iglesia empezando por reformar las estructuras. Por supuesto que también necesitamos una renovación estructural, pero esta debe surgir de una renovación espiritual interior».

El Comité Central de los Católicos Alemanes (ZdK), que respalda el proceso de reforma, se ha ganado un gran reconocimiento como portavoz ante la sociedad y la política. «A eso debería volver con urgencia hoy», dijo Kasper. Pero en cuestiones de fe no se debe pasar por alto ni a la amplia base eclesial ni a la voz de otras iglesias locales. «Ahí se han hecho algunas cosas mal. Los alemanes pensamos a menudo que podemos hacerlo solos y decirles a los demás cómo deben actuar», concluyó Kasper.

El prelado de 92 años es cardenal de la Curia emérito y ex presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.

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