La seguridad en México
Lunes 27 de enero de 2025
La llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos ha sido marcada por el escándalo y la polémica: la prensa progre, al servicio del Nuevo Orden Mundial, lo ha llenado de denuestos, tildándolo de ser algo así como el nuevo Hitler.
Pero no hay tal: punto y aparte de los ataques de la prensa vendida, Trump ha tomado varias iniciativas que son de aplaudirse. Por ejemplo, terminar con la falacia de la ideología de género instaurada en las instituciones, utilizada para solapar las aberraciones planteadas por una percha de desviados, poner fin al imperio de la muerte qué significa la internacional del aborto y sobre todo, declarar a los carteles del narcotráfico, organizaciones terroristas.
Por supuesto, al catalogarlos como tales, está en posibilidad de usar contra ellos toda la fuerza del estado, no solo en lo operativo, sino quitándole a los integrantes del crimen organizado, todas sus fuentes de financiamiento.
Esta situación ha propiciado que algunas personalidades vinculadas a la cuarta transformación pongan el grito en el cielo, indicando que se encuentra en riesgo la seguridad nacional, negándose a ponr a los criminales a manos de los norteamericanos, con el pretexto del respeto a sus derechos humanos, pues como dijo el mesías tropical, los narcotraficantes también son pueblo.
Francamente nosotros consideramos que el gobierno mexicano debía optar por seguir la ruta acordada en El Salvador por su presidente Nayib Bukele, en el sentido de atacar a la delincuencia con mano de hierro y cancelar con dureza sus derechos humanos, en mérito de su conducta antisocial, como ha ocurrido exitosamente en el país centroamericano disminuyendo notoriamente el índice delictivo.
En efecto, en El Salvador el gobierno ha dejado de invocar los derechos humanos como medio para solapar al crimen organizado, atacando con fuerza sus causas y reprimiendo estrictamente sus efectos. Así, quienes observen una conducta antisocial, se verán en la necesidad de entender que se acabaron sus derechos humanos.
Algo así debíamos implementar en México, castigando y con crueldad a los criminales más violentos, para desalentar la comisión de estos ilícitos. Cuando sus perpetadores se percaten del riesgo que implica la conducta de sociópata, nadie querrá arriesgarse a pasar el resto de sus días en chirona.
Por tanto, mal hace el gobierno mexicano en oponerse a los afanes del presidente norteamericano, pues ello solo puede afectar la relación bilateral y no para bien.
El gobierno mexicano debiera declarar terroristas a los carteles del narcotráfico y perseguirlos y castigarlos con dureza y con ingenio, como sucedió en El Salvador.
Hacemos votos porque nuestros legisladores y gobernantes dejen de ser paleros de elementos antisociales y los traten como se merecen, para limpiar las calles de nuestro país de su presencia.
Entretanto, hagamos votos porque Trump tome firmemente el timón en sus manos y le propone mil y un reveses a la delincuencia organizada, para poner las cosas en su sitio, recuperando la paz y la tranquilidad para nuestro país y el suyo.
Así que hagamos changuitos, crucemos los dedos y pidamos qué Dios bendiga a Norteamérica y a su presidente, Donald Trump, que reiteramos, es la Esperanza de México.
Seguimos pendientes…
Dios, Patria y Libertad