Opinión

Una indispensable lección de historia

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Sábado 14 de diciembre de 2024

La historia es en definitiva, la gran maestra de la humanidad. Estudiarla nos permite conocer los sucesos pasados y aplicar sus lecciones y aprendizaje en el presente, utilizando su enseñanza para el futuro.

Tal es la conclusión que todos los yucatecos, pero especialmente los meridanos, debíamos tomar de lo sucedido el día de ayer en el Congreso del Estado.

La historia es precisamente quien debiera recordarnos, que las medidas coercitivas para pretender asfixiar política y económicamente a un rival, no consiguen precisamente ese efecto, sino exactamente lo opuesto y contribuyen, por el contrario, a su supervivencia.

Es la historia quien debiera recordar a los gobernantes que las medidas populistas, los golpes de efecto, el recurso de las dádivas y los argumentos estilo panem et circenses, no son los más a propósito para garantizar la prevalencia de un sistema (como no sea de manera transitoria).

Les guste o no, deberán admitir muchos en el Ayuntamiento que debido a la ignorancia, la falta de información, la cortedad de miras o por las razones que se quiera, una muy significativa porción de la ciudadanía aplaudirá que el año que viene, no se incremente el predial, habida cuenta que ello significa un alivio en la ya de por sí pesada carga que el yucateco y el meridano común llevan a cuestas.

Ese amplio sector no entiende que la actualización de valores catastrales se refleja en mayor captación de recursos, que se traducen en obras para su beneficio, sino que solo advierte que sirven para mantener (porque así se lo hacen saber partidos y medios) a una casta de impresentables, que medran del presupuesto para su único y exclusivo beneficio.

Y en este sentido, es imprescindible que el Ayuntamiento de Mérida haga un ejercicio de autocrítica y entienda, no solo las lecciones de la historia, sino también el mensaje que le manda la ciudadanía, que a algunos nos parece muy claro:

El Ayuntamiento de Mérida debe volver a sus orígenes. Debe hacer un ejercicio de memoria y recordar lo sucedido en épocas de Víctor Manuel Correa Rachó. A saber:

Los meridanos quieren un Ayuntamiento eficaz, capaz de hacer más con menos.

El pueblo no quiere una burocracia obesa e inoperante, con cargos que no se justifiquen, donde muchos hagan el trabajo, que podrían hacer unos pocos.

El Ayuntamiento tendría que efectuar una depuración y omitir la participación de muchos funcionarios de alto coturno que poco o nada aportan en beneficio del quehacer institucional. Sentimos que en algunos casos, hay muchos generales y muy poca tropa, que es la que a final de cuentas, hace las cosas.

El Ayuntamiento debe ser más autocrítico, más cercano a la gente, más consciente de lo que nuestra ciudad necesita y la gente exige: calles en buen estado, bien iluminadas, eficiente recoja de basura, mercados limpios y funcionales y un adecuado y honesto manejo de los recursos. Nada que no se sepa.

Empero, esta parte, la de la autocrítica, es la que falla y más en los tiempos que corren, dado que prevalecen clichés políticos, ajenos a nuestro modo de ser, extraños a lo que somos los meridanos.

Debiera entenderse en el Ayuntamiento que los meridanos somos gente tradicionalista, conservadora, reacia a aceptar imposiciones, que no nos doblegamos ante la fuerza de la sinrazón, pero también que somos una ciudad, donde no solo viven mujeres, sino también varones, que también tienen necesidades y derechos, a los que también hay que atender por igual. La esencia de la democracia es la equidad y no la exaltación de ningún sector por encima de otro.

Por tanto, la verdadera inclusión se logra con acciones y hechos, no destrozando el idioma diciendo o escribiendo, frases que agreden la más elemental gramática. Cuando tengamos calles con más rampas, oficinas con más elevadores, puertas más anchas, baños a propósito y señalética idónea, seremos una ciudad más inclusiva. Cuando las ordenanzas se pongan en Braile y se transmitan con facilidad a los meridanos con capacidades diferentes, seremos inclusivos y no cuando se escriban en los comunicados todos y todas.

Las lecciones de historia, indispensables en estos tiempos, debían recordar a las otras instancias de gobierno, distintas a la municipal, que cuando los meridanos se identifican con sus autoridades, cierran filas con estas y resulta imposible doblegarlos.

Del Ayuntamiento de Mérida y su titular depende conseguir que la gente cierre filas con su administración. Cecilia nos parece, debe emprender una gran cruzada de concientización, una gran labor de reconciliación, que contraste con el mensaje divisivo al que se ha recurrido de parte de otras instancias, que carecen de la sensibilidad y el oficio político que se requiere en estos casos.

Nos parece que no queda al Ayuntamiento de Mérida, si quiere salir victorioso, más que eficientar, simplificar, adelgazar, mejorar, haciendo todo cercano a la gente, convocando al talento y al ya conocido amor de los meridanos por su ciudad, recurriendo a su orgullo por no doblegarse ante nada, ni nadie.

Las lecciones de la historia debían recordarle a algunos, que no pudo nunca Loret de Mola poner de rodillas a Correa Rachó y su ciudad rebelde, sino que debió aceptarlo y aprender a convivir en la pluralidad.

Los ataques al Ayuntamiento de Mérida, de manera burda, apréndalo quien deba, solo garantizan su continuidad y permanencia. Los cambios de sistema solo se consiguen a base de trabajo y resultados, demostrando que se puede ser mejor, y no con amagos e imposiciones.

La historia finalizamos, es la gran maestra de los pueblos, a la que es obligado remitirnos, especialmente en los tiempos que corren, pues suele tener el capricho de repetirse de manera cíclica.

Tome nota quien deba.

Seguimos pendientes…

Dios, Patria y Libertad

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