Polarización
Sábado 7 de septiembre de 2024
Un loco puede hacerle mucho daño a un país.
Puede obtener poder ilimitado y llevar a la realidad todos sus traumas, complejos, frustraciones y resentimientos para hacerlos ley.
Puede dilapidar de manera absurda y contra todo buen sentido, los pocos recursos que se tengan, para gastarlos en proyectos irrealizables y disparates.
Puede llevar a las alturas y las mayores responsabilidades a los peores perfiles: gente sin capacidad, que destaque solo por sumisa y no por sus virtudes.
Puede trastornar la realidad, llamando bueno a lo malo y malo a lo bueno y peor aún, darle carta de naturalidad en la política y en el gobierno.
Puede pactar con las fuerzas más oscuras para lograr sus ambiciones más inconfesables, sin reparar el costo o a quien deba sacrificar.
Puede quitarle el orgullo, la dignidad y el respeto a las instituciones, denigrándolas y teniéndolas bajo su bota. Después de todo, le parecen irrelevantes y ya antes las ha mandado al diablo.
Puede crear una patria de holgazanes y mantenidos, que no solo desconozcan la dignidad del trabajo, sino que la repudien y se acostumbren a solo extender la mano.
Puede volver la corrupción moneda de curso corriente en nuestras vidas (personal y nacional).
Puede sentirse amo y señor de vidas y haciendas, sin preocuparle sacrificar existencias, con tal de plasmar qué es él quien dispone lo que cura y lo que enferma.
Puede tratar de alterar nuestros pasatiempos, entretenimientos y tradiciones para imponer los suyos.
Puede lograr enfrentamientos entre hermanos, dividiendo a la población por intereses, llamando a quien no satisfaga los suyos, traidores a la patria.
Puede volver a los medios de comunicación una cohorte de eunucos, que solo brindan loas al tirano, pese a ser testigos del desastre.
Puede en resumen, llevar la sangre al río y destruir fe, nación y patria.
Es tiempo de girar a la derecha.
Seguimos pendientes…
Dios, Patria y Libertad