Opinión

El CPAC 2024, una gran decepción

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Lunes 26 de agosto de 2024

La Conferencia de Acción Política Conservadora 2024 comenzó el día de ayer, con grandes expectativas en la Ciudad de México.

Más que los invitados extranjeros, entre los que se especulaba podría estar Javier Milei, cuya presencia despertaba verdadero morbo, por el conflicto diplomático que podría desatar con el presidente López Obrador y que a final de cuentas, no sucedió porque el mandatario argentino de cabello enemigo del peinado no asistió, los participantes tenían verdadera curiosidad por lo que se especulaba que podía ocurrir: que sirviera de marco para anunciar la convocatoria a la fundación de un nuevo partido político, de un verdadero partido de derecha, indispensable en estos momentos para la democracia en nuestro país y para canalizar por la vía pacífica el descontento ciudadano, no solamente con el gobierno en turno, sino con todos los otros partidos políticos, que haciéndose alineado a la izquierda, son solo más de lo mismo y no representan alternativa de cambio alguna.

Pero para tristeza y decepción de los asistentes, nada pasó y el gozo se fue al pozo, evidenciando las carencias y defectos del anfitrión del evento, el actor Eduardo Verástegui, que se la pasó hablando de sus películas, cosa que ya fastidia francamente, no porque su postura de defender valores sea inútil, sino porque no era el lugar ni el momento para hablar de ello.

Tras el tropiezo que significó para el tamaulipeco su frustrada intención de constituirse en candidato independiente a la presidencia de la República, enarbolando valores como patria, familia, matrimonio y libertad, muchos confiábamos en que haría caso de las recomendaciones que le hicimos, sugiriendo la viabilidad de fundar un partido qué representara los valores de muchos, qué no encontramos en los partidos que al día de hoy existen, representatividad.

Pero no fue así, Eduardo se sigue rodeando de dos clases de gente: los inútiles y los impresentables. Los primeros, son sus amigos cercanos, gente que quizá sepa mucho de la farándula, pero que no tiene ni la menor idea de lo que es hacer política y que por tanto, comete los peores disparates que son de esperarse y algunos otros más. Los segundos son los oportunistas y convenencieros, transfugas de otros partidos, que ven en la nueva instancia a fundar, una renovada oportunidad para el lucro y el bisne, lo que no sólo es inadmisible, sino que nadie queremos.

Eduardo apenas tuvo tiempo de esbozar, tras repetir por enésima vez las peripecias acaecidas con Sonido de Libertad, que en octubre se dará a la tarea de iniciar los trabajos concernientes a la fundación de un nuevo partido, de los que estamos seguros, no entiende ni jota, porque carece de asesores en materia legal y política.

Lamentablemente con lo no sucedido, no tenemos los mexicanos motivos para el optimismo: más aún, algunos tenemos fundados temores de que Verástegui volverá a tener otro clamoroso fracaso, porque se niega a sacudirse los parásitos qué lo infestan y a buscar asesoría especializada en el tema. Para estos menesteres no bastan las buenas intenciones, ni las preces, sino que es menester poner manos a la obra, sabiendo que es lo que hay que hacer.

De tal suerte, esperábamos que Eduardo anunciara la estructura que lo ayudaría a las tareas de organización partidista, que diera a conocer a los responsables de cada entidad, que planteara un calendario de visitas a cada entidad y otro de asambleas tendientes a la afiliación y búsqueda del registro. Nada de esto sucedió, porque Eduardo no tiene ni la más remota idea de lo que debe hacer, solo tiene entusiasmo y buenas ideas, pero no bastan.

Por otro lado, supimos que hubo una notable división entre la clase VIP y los simples mortales que asistieron, aunque algunas de las estrellas invitadas condescendieron a tomarse fotografías y a darse baños de pueblo, firmando los libros de su autoría, que adquirían los asistentes, aunque hubo otros, como el argentino Agustín Laje que no accedió a descender de su nube. Mal, muy mal. Se supone que el objetivo de estos eventos es propiciar la interacción entre la concurrencia.

Otra falencia que advertimos, es que no le dieron oportunidad de figurar a nuevos cuadros, hablaron los mismos de siempre como Carlos Leal, Rodrigo Iván Cortés y Cristian Camacho y aunque somos conscientes del esfuerzo que realiza Brenda del Río, su quehacer implica varios asegunes, amén que la presencia y participación de todos los antes mencionados, bloquea el surgimiento y participación de nuevos perfiles, cosa que para el movimiento conservador es indispensable tener, a menos que pretendan les ocurra lo que al PAN, que se dedica a reciclar a los mismos de siempre, a falta de sangre nueva.

De igual modo, la estrategia de medios de Verástegui y compañía, sigue siendo pésima y ello se debe a que no echa mano de ningún periodista especializado en política. Las redes sociales no bastan y es necesario reconocer y apoyar a los medios de comunicación que los hay, dispuestos a dar cobertura a estos eventos. Por supuesto que esto cuesta dinero, pero si hay recursos para traer invitados del extranjero a pasear, también debiera haber para pagar coberturas mediáticas.

En fin, CPAC MÉXICO 2024 puede definirse como mucho ruido y pocas nueces y parafraseando a Castillo Peraza podemos decir que solo sirvió para que quienes acudieron se dieran palmaditas en la espalda, lo que no deja de ser estimulante para el ánimo, pero que de poco o nada sirve en la práctica.

Es momento de dejar la palabrería y de pasar a las vías de hecho. Ojalá Eduardo Verástegui o alguno de los integrantes de su olimpo pudiera leer esto y con ello buscaran hacer las cosas en serio, o de lo contrario, su próxima película será la historia de como hicieron fracasar un proyecto democrático para liberar a México.

Seguimos pendientes…

Dios, Patria y Libertad

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