Cada 2,5 horas se consuma un suicidio en España: Es un problema de salud pública urgente
Sábado 24 de agosto de 2024
Hay 40 países con Plan Nacional de Prevención del Suicidio, pero no España, así surge el primer proyecto transmedia al respecto
El proyecto surgió como surgen las grandes ideas: buscando otra cosa. «Estábamos investigando para otro proyecto e intentando entender por qué se han incrementado los suicidios por arma de fuego en Estados Unidos. Nos dimos cuenta de que era un tema complejísimo y fue ahí cuando empezamos a preguntarnos cómo está ese problema en España. Porque yo, como profesora de la Universidad Complutense, escuchaba a mis alumnos hablar de crisis de ansiedad, de tomar pastillas, de autolesionarse, de quitarse la vida».
Lo cuenta Conchi Cejudo, la directora de Suicidio, el dolor invisible. El primer proyecto transmedia sobre el suicidio de España. Una apuesta de RTVE Play consistente en un documental de cuatro capítulos, un podcast de tres episodios y contendio adicional interactivo. Porque lo que vieron Conchi Cejudo y Toni Garrido (productor del proyecto) cuando escarbaron un poco, fue que el suicidio «es un problema de salud pública que hay que abordar de manera urgente».
Porque el suicidio ya es la principal causa de muerte externa en España. Y la primera causa absoluta en jóvenes de entre 15 y 29 años. Estamos en números nunca registrados antes. El año pasado se quitaron la vida en España 4.227 personas, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). 11 personas al día. Una cada 2,5 horas.
Y ahí sólo se recogen los datos de los suicidios consumados. Según la OMS, «por cada persona que fallece por suicidio, al menos otras 20 lo han intentado. Si hacemos las cuentas, eso significa que en España hay 80 mil personas que lo intentan cada año«, explica la directora del proyecto.
Sobrevivientes y supervivientes
A las personas que sobreviven a un intento de suicidio se les llama sobrevivientes. Como la cantante Zahara, que es uno de los testimonios del documental y aborda sus ideaciones suicidas desde los 12 años, tras haber sido víctima de bullying y abusos sexuales. O como Bea, una mallorquina de 19 años que protagoniza el primer capítulo. Una brillante estudiante que acabó teniendo tentativas de suicidio tras obsesionarse con los resultados académicos y con su peso. Porque nadie está a salvo de este tipo de pensamientos. El suicidio no entiende de edades ni de clases sociales.
A las personas que han perdido a alguien a causa de un suicidio, en cambio, se les llama supervivientes. Y algunos de ellos no hablan de lo sucedido. En gran medida por el estigma, que es algo a lo que el documental también le dedica un capítulo. Un escenario que está cambiando definitivamente, pero que no siempre fue así: en uno de los capítulos, el hijo de una persona que se suicidó durante el franquismo muestra cómo a su padre, al igual que al resto de personas que se quitaban la vida, no les enterraban con el resto de vecinos y con lápidas normales. Les privaban de toda dignidad a ellos y a sus familiares.
Una mala gestión del trauma puede derivar en más suicidios en el futuro. Es lo que sucede en determinadas áreas de España, en las que las tasas de suicidio son más altas que en el resto del país. Zonas rurales de la Andalucía Oriental (un área específica que comprende las provincias de Jaén, Córdoba y Granada), de Asturias o de Galicia copan siempre las estadísticas. Y ello se debe, en gran medida, al denominado ‘suicidio vicario’, que no es más que seguir el ejemplo de algún familiar o persona cercana que se ha quitado la vida previamente en tu entorno.
Todos estos términos se abordan en el documental, que cuenta también las historias de proyectos como el de Sergio, un bombero de Madrid que un día reparó en que estaba atendiendo más casos de suicidios y tentativas que accidentes o incendios. Arrancó así una iniciativa pionera en España con la que ayudan a personas con ideaciones suicidas y ya ha trascendido del cuerpo de bomberos y la conforman profesionales de la salud que trabajan en el proyecto de forma altruista.
El club de los 40
¿Cómo está España actualmente en materia de atención al suicidio?: «Lo que hemos visto al hacer este proyecto es que la prevención, como la intervención como la posvención son tres caminos que deberían ser transversales en las diferentes áreas. En emergencias, en salud, en educación… y eso no está sucediendo. Hay gente que está pidiendo auxilio y la administración está desbordada. Especialmente los jóvenes. Hablamos con profesores que nos cuentan que no saben que hacer, que están viendo intentos de suicidio y autolesiones. Pero faltan recursos y formación. Los profesores sólo son profesores y ojalá tuvieran las herramientas que no tienen para saber cómo ayudarles», apunta Cejudo.
En comparación con otros países industrializados, vamos con retraso: «España no está en el club en el que debería estar, que es el de los 40 países que sí tienen un plan nacional para luchar contra el suicidio. Están Estados Unidos, Dinamarca, Austria, Escocia, Finlandia, Alemania o Noruega, por ponerte algunos ejemplos, pero no España».
«Hay un montón de asociaciones que están pidiéndole al gobierno de España que se sienten y tracen ese plan. Porque aquí hay protocolos totalmente distintos en las Comunidades Autónomas, que son las que tienen las competencias transferidas. Hay comunidades que se están poniendo las pilas, qué a menudo eso de ponerse las ilas es simplemente sentarse a hablar a ver qué se puede hacer; se están poniendo en común qué se está encontrando la policía, los bomberos, los colegios o los sanitarios«, apunta la directora, que añade que esa falta de protocolos deriva en que algunos profesionales no saben cómo abordar este problema y «se dan casos de sobrevivientes que tienen que repetir una y otra vez qué le ha sucedido o que se llevan broncas».
El dolor invisible
Suicidio, el dolor invisible, es el primer proyecto audivosual de la directora, que subraya la labor del realizador, Álvaro Giménez, y que recuerda que «el nombre del proyecto lo decidimos tras ver un hilo de Twitter, en el que una chica que había sobrevivido a una tentativa de suicidio y estaba en el hospital con numerosas lesiones, no entendía por qué todo el mundo se interesaba por sus huesos rotos y demás daños físicos, pero nadie se preocupaba por el dolor que ella sentía por dentro. Ahí vimos el título que podía ayudar a ponerle palabras. Un dolor que mucha gente siente y necesitan ser escuchados.
En cuanto a las dificultades que ha encontrado el equipo de grabación, subraya «que a veces se nos han caído historias; estar a punto de desplazarnos a un lugar para contar el testimonio, y en el último momento nos han dicho que no se encontraban todavía preparados para hablar de lo que les había sucedido».
La directora, no obstante, se queda con que «hay herramientas, Hay luz. Cuando le das herramientas a personas que lo están pasando mal, ayudas a la gente que está trabajando directamente el suicidio y a toda la sociedad. Sirve para darnos cuenta de que es un problema que nos puede afectar a todos. Porque todos tenemos a alguien cerca que ha tenido alguna experiencia relacionada con el suicidio. Lo necesario es escuchar. A veces basta con eso, con escuchar. No hay que dar consejos o quitar importancia. Cuando una persona se encuentra en un secuestro emocional, es imposible elaborar pensamientos a futuro. No es nuestra responsabilidad hacer de psicólogos, pero todos tenemos la capacidad de escuchar y de hacer que esa persona que lo esté pasando mal se sienta escuchada y atendida».