Opinión

El PRI, condenado a muerte

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Lunes 12 de agosto de 2024

Con la reelección de Alejandro Moreno Cárdenas pesa sobre el PRI una sentencia de muerte inexorable. A partir de hoy, las siglas del tricolor alteran su orden, hasta configurar RIP.

Alito contó con la complicidad del estado, de esos organismos que el gobierno federal se empeña en eliminar: en primera instancia el INE y a final de cuentas el tribunal electoral del Poder Judicial de la Federación avalaron la sentencia de muerte contra el tricolor.

Los titulares de ambos organismos decidieron arrodillarse ante el poder presidencial y obedecer mansamente la voluntad del titular del ejecutivo federal.

Con igual mansedumbre, como el cordero que marcha mansamente al matadero, los priistas decidieron resignarse a los hechos.

Nadie fue capaz de rebelarse, nadie tuvo dignidad para alzar la voz, nadie tuvo un gesto varonil para llamar a la desobediencia; todos decidieron acatar el destino que les aguarda: la desaparición, la extinción, la muerte política y civil.

Alito hasta el final fue cínico y descarado: de inicio, intentó simular una elección realizada democráticamente, inventando una rival, así se tratara de hacerlo con un monigote de paja, pero posteriormente, lo traicionó el ego y en vez de disfrazar la vulgaridad del fraude realizado, perdiendo todas las proporciones, decidió arrogarse el 97 por ciento de la totalidad de los sufragios.

Y fin de fiesta: nadie murmuró, ni mucho menos osó chistar. Todos, mansamente concedieron su aquiescencia a los dicterios del oriundo de Macuspana.

El PRI ya no tiene esperanzas, el PRI ya no tiene salvación. Su destino inexorable es la desaparición, extinguirse. El partido se irá reduciendo hasta esfumarse.

Entretanto, servirá para alojar una pandilla de oportunistas, que seguirán medrando a su costa y que no lo dejarán hasta asegurarse de desmantelarlo; de que no quede estructura alguna utilizable, de que no quede nada en pie.

Ha de llegar la hora en que la gente se percate que votar por el PRI es desperdiciar su voto y deje de sufragar a su favor. Con ello, concluirá la rapiña, pues ya no habrá cosa alguna que saquear, pero tampoco quedará partido.

Asistimos a un momento histórico: a la desaparición de uno de los constructores del México moderno (con todos sus defectos y debilidades), no hay según parece, nadie que se lamente o entristezca por su pérdida. Ni siquiera nadie que escriba un epitafio.

El PRI ha sido sentenciado a muerte, el PRI desaparecerá por la cobardía y la desidia de su militancia qué se negó a defenderlo, que fue incapaz de mover un dedo a su favor. Penoso destino.

Por el mismo camino marcha el PAN.

Seguimos pendientes…

Dios, Patria y Libertad

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