Sociedad

Una disculpa hipócrita y convenenciera

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Martes 30 de julio de 2024

Los organizadores de los Juegos Olímpicos de París se disculparon públicamente con los cristianos, pero en realidad no fue una disculpa sincera, sino una por conveniencia.

Después de recibir una enorme reacción negativa tanto de parte de organizaciones católicas como de protestantes, el COI se vio obligado a abordar el incidente públicamente.

Primero, dijeron que se disculpaban por cualquier «apariencia» de que el evento inaugural fuera un ataque a alguna religión en particular.

Pero luego cambiaron de tema y provocaron de nuevo a los creyentes, diciendo que la representación sobre la mesa no era una parodia de la Última Cena de Cristo, sino una «interpretación del dios griego Dionisio», en protesta contra la violencia humana.

¿En serio?

  1. Los mismos actores que participaron en dicha representación blasfema en la inauguración de los Juegos Olímpicos han admitido al diario francés, LeParisien, que estaban representando la Última Cena de Leonardo Da Vinci.
  2. La figura central de la parodia, la lesbiana «DJ Barbara Butch» en azul, llevaba una corona (mitra) que claramente es una prenda asociada con el Cristianismo, nada que ver con con el dios falso grecorromano Dioniso/Baco.
  3. Pero lo que es más concluyente, justo después de que se televisó esta escena blasfema de la Cena del Señor en todo el mundo, esta misma persona fue a sus cuentas sociales y orgullosamente declaró: «¡Oh, sí! ¡Oh sí! El Nuevo Testamento Gay!».

Lo que hicieron los organizadores no fue ofrecer una disculpa sincera, sino tratar de salvar la cara, por mera conveniencia política y económica.

No nos dejemos engañar, el mundo actual está bajo la influencia del anticristo y busca cómo insultar, atacar y erradicar nuestra santa fe Católica.

Resistamos y seamos celosos de lo que nos es más preciado: Cristo, su imagen y su cuerpo.

– 1 Corintios 10:21-22: «No pueden beber de la copa del Señor y, a la vez, de la copa de los demonios; ni pueden participar de la mesa del Señor y, a la vez, de la mesa de los demonios. ¿O acaso queremos poner celoso al Señor? ¿Somos acaso más fuertes que É?».

Dios, Patria y Libertad

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