Opinión

Gracias Irving

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Viernes 26 de julio de 2024

No nos tocó en suerte ser de los privilegiados qué despidieran con pantagruélico banquete, la gestión de Irving como funcionario de cultura.

A pesar de no ser de la partida, no podemos dejar de advertir la sonora herencia de Irving Berlín para nuestra ciudad, a la que no lega una Blanca Navidad, pero si una Noche Blanca, que hemos disfrutado muchísimos meridanos.

Parte de la heredad legada por Irving es un Mérida Fest qué aguardamos ansiosos a partes iguales, público y artistas.

Público, por la calidad de los espectáculos que figuran en su agenda y artistas, por la oportunidad de compartir con la gente sus dotes y talento y percibir una justa remuneración.

Tras diez años Irving ha legado infraestructura tangible e intangible, pero sobre todo, ha sabido granjearse el reconocimiento y el afecto de la comunidad artística, siendo solidario y oportuno.

Irving ha sabido ser amigo y funcionario, compleja dualidad, haciendo gala de sensibilidad y atinado cumplimiento de las normativas, maridaje que no todos logran conseguir.

Irving sobre todo, ha sido humano y como tal, no ha sido perfecto. Como en toda gestión, hay siempre áreas de mejora, pero lo importante en estos diez años que hemos transitado juntos, ha sido su invariable buena disposición al diálogo y su invaluable paciencia para tratar de entender los entreverados caminos del arte y la naturaleza artística.

Genus irritabile vatum dijo el aeda y eso Irving lo comprende a plenitud, porque en el fondo nunca ha dejado de ser uno de los nuestros y eso ha permitido que fluyan de manera natural el quehacer institucional, el orden administrativo, el entusiasmo de la promoción y la interacción con los artistas.

Creo, sin temor a equivocarme que soy portavoz de muchos, al decir que no quisiéramos que cesara en su encargo, pero sabedores que en la vida todo tiene ciclos, si acaso tocara al momento bajar el telón, el epílogo será una ovación cerrada dada en pie y la nostalgia inevitable por el capítulo que acaba.

Gracias Irving, por estos diez años. Te llevas nuestro aprecio en las faltriqueras, esperando que pueda serte útil en tu periplo y nuevo destino, si ese fuera el caso.

Estamos ciertos, que andando el tiempo, nos hemos de reunir a descansar, bajo la sombra de una ceiba.

En tanto, vayan siete abrazos.

Dios, Patria y Libertad

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