El Tren Maya: Una Catástrofe Anunciada que Desafía la Planificación y el Desarrollo Sostenible
Lunes 15 de julio de 2024
Por Joana Campos
El reciente incidente en Bacalar, Quintana Roo, donde las vías del Tren Maya quedaron bajo el agua tras las tormentas provocadas por la tormenta tropical «Alberto», pone en evidencia la falta de planificación y previsión en uno de los proyectos insignia de la administración de Andrés Manuel López Obrador.
Este hecho no solo resalta los peligros ambientales y económicos del proyecto, sino que también subraya la irresponsabilidad de llevar adelante una obra de tal magnitud sin considerar las advertencias de expertos y la realidad del terreno.
En Bacalar, los escurrimientos de agua provocados por las fuertes lluvias han afectado un tramo de al menos kilómetro y medio de las vías en construcción del Tren Maya.
Estas inundaciones no son un evento aislado; días antes, la colonia Diego Rojas Zapatas sufrió graves inundaciones con el agua subiendo hasta 3.5 metros, inundando casas y vehículos.
Estos incidentes evidencian que los alrededores de Bacalar y Chetumal son zonas naturalmente inundables, algo que los especialistas en medio ambiente habían advertido a los ingenieros militares encargados del proyecto.
Sin embargo, estas advertencias fueron ignoradas, lo que resultó en una catástrofe predecible.
El Tren Maya ha sido promocionado como un motor de desarrollo para el sureste mexicano, pero la realidad es que su planeación ha sido deficiente desde el principio.
No se realizaron estudios ambientales adecuados y se desestimaron las advertencias sobre los riesgos de inundación.
La construcción de vías en áreas propensas a escurrimientos y inundaciones no solo demuestran una falta de previsión, sino también una negligencia que podría costar miles de millones de pesos en reparaciones y mantenimiento a largo plazo.
Además de los problemas de infraestructura, el Tren Maya ha sido criticado por su impacto negativo en el medio ambiente y en las comunidades locales.
La deforestación y la alteración de los ecosistemas locales podrían tener consecuencias irreversibles para la biodiversidad de la región.
Las comunidades indígenas, que dependen de estas tierras para su sustento, han visto cómo sus voces son silenciadas en favor de un proyecto que no les beneficia directamente.
Este desdén por el impacto social y ambiental revela una falta de compromiso con el desarrollo sostenible y una preferencia por proyectos faraónicos sin bases sólidas.
La problemática del Tren Maya se vuelve aún más relevante al considerar las ambiciones de Claudia Sheinbaum, la virtual presidente electa, quien ha expresado su intención de construir nuevas vías durante su administración.
Si la gestión de Sheinbaum sigue el mismo camino que la de López Obrador, podríamos estar ante una repetición de errores, donde la falta de planificación y el desdén por las advertencias de expertos resultan en proyectos fallidos que terminan por afectar las comunidades y al medio ambiente.
El incidente en Bacalar es solo una muestra de los muchos problemas que rodean al Tren Maya.
La falta de planificación, el desprecio por las advertencias de expertos y el impacto negativo en el medio ambiente y las comunidades locales hacen que este proyecto sea insostenible y perjudicial a largo plazo.
Es necesario que se tomen medidas correctivas y se replantee la viabilidad de continuar con una obra que, lejos de traer progreso, podría traer más problemas y desastres.
La administración entrante de Claudia Sheinbaum debe ser consciente de estos desafíos y trabajar en soluciones que realmente beneficien al país.