Opinión

Milagro en Mérida

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Sábado 6 de julio de 2024

Todo estaba listo para que nuestra ciudad se viera afectada por los efectos de Beryl.

Había diferentes pronósticos: Desde los catastrofistas, que recordando que Gilberto llevó una trayectoria semejante anticipaban el desastre, hasta las optimistas que contemplaban tan sólo la posibilidad de lluvias y algo de viento de cierta intensidad.

Pero no. Beryl se encargó de hacer añicos todos los pronósticos: se desplazó al ritmo que le dio la gana, fue fortaleciéndose, modificando su trayectoria, haciéndose esperar cuanto quiso y alternativamente, creciendo o decreciendo.

Su comportamiento fue caprichoso e impredecible, como si fuera un adolescente voluntarioso y voluble.

Pero nos fue preocupando que su trayectoria fuera cambiando, de manera tal que todo hacía suponer que se dejaría sentir a lo largo y ancho de toda nuestra ciudad.

Los meridanos que ya antes hemos vivido las travesuras de meteoros de gran calado como Gilberto e Isidoro, nos preparamos, haciendo todo lo necesario para enfrentar la contingencia: reparamos, aseguramos y nos abastecimos.

Hay que decir que en esta oportunidad, un gran vacío informativo generado por la falta de información oficial, generó compras de pánico, sobre todo entre los foráneos que habitan nuestra ciudad y que no tenían experiencia en estos menesteres.

A final de cuentas las autoridades cumplieron, pero pudieron haberlo hecho mejor llevando la voz cantante y orientando de mejor modo a la población.

Pero ya estábamos listos. Y cuando todos esperábamos a buen recaudo los embates de Beryl: nada, no pasó nada. Beryl nunca llegó.

Tal parece que esquivó nuestra ciudad. Tal parece que una fuerza superior lo desvió hacia otro lado. Todo hizo suponer que Dios puso Mérida entre sus brazos y le dijo al meteoro: Aquí no…

Cuando todos pensamos que nos embestiría, se fue por otro lado…

¿Quién si no Dios, Señor de Señores, Rey de Reyes, Amo del Universo, Patrón de todas las fuerzas de la naturaleza, pudo lograr prodigio semejante?

Se que muchos darán cualquier cantidad de explicaciones científicas para justificar lo sucedido. Pero todos sabemos que fue Dios, solo Dios quien lo hizo, quien lo logró.

Agradezcamos el favor y no olvidemos cuanto ha hecho Dios por Mérida. Reconsideremos y sigamos el camino que el Señor nos marca.

¿Quién como Dios?

Gracias Señor por protegernos y preservar nuestra ciudad.

El que tenga ojos para ver y oídos para escuchar que así lo haga.

Seguimos pendientes…

Dios, Patria y Libertad

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