¿Y si derribamos los monumentos de Paseo de Montejo?
Viernes 21 de junio de 2024
Transitando recientemente por las calles de Paseo de Montejo, pudimos percatarnos de los trabajos de restauración que se realizan en diversos monumentos ubicados en tan emblemática avenida.
No pudimos evitar calcular el cuantioso monto que esta labor implica y que se hace con cargo a los impuestos de todos los habitantes de nuestra ciudad y acaso también de nuestro estado y si me apuran un poco, hasta de nuestro país, dependiendo de la entidad que tenga a su cargo las labores respectivas.
La pregunta inmediata que nos asaltó tras intentar cuantificar el monto erogado para restauración, fue para que hacerlo o si estas tareas servían para algo, habida cuenta que transcurrido tan sólo un poco de tiempo, nuevamente serán objeto de sabrá Dios que clase de vejámenes de parte de hordas de sociópatas, irrefrenables en apariencia; y que perpetran sus desmanes con absoluta impunidad.
Lo anterior, a partir del criterio de sabrá Dios que cretino, que tuvo la luminosa idea de solicitar no criminalizar la protesta social, abriendo con ello la puerta al vandalismo y la impunidad como patentes de corso.
Sabrá Dios las razones por las cuales nuestros gobernantes compraron tamaña aberración: se supone que los elegimos para que defiendan nuestros intereses y no para que coadyuven a lastimarlos.
No faltará quien alegue no comprender como a algunos nos indigne más ver monumentos pintarrajeados, que enterarse de la muerte o desaparición de personas.
La respuesta es simple: porque pintarrajear es inútil, es pura y simple delincuencia sin impacto concreto.
A la fecha, aún no sabemos que las estatuas o monumentos grafiteados hayan significado el fin de los asesinatos, ni mucho menos la resolución de los casos más sonados.
Amén de ello, no parece justo en absoluto que con el dinero proveniente de los impuestos de todo mundo, debamos pagar la falta de cultura y conciencia cívica de una horda de inadaptadas.
En todo caso, lo ideal sería que quienes atentaron contra nuestro patrimonio común, pagaran la restauración (curiosamente realizada por mujeres) o realizaran en persona las tareas.
Como meridano y como yucateco, me siento visiblemente avergonzado al transitar por las calles y ver el patrimonio común en tan lamentables condiciones y también por constatar que las autoridades no han sabido a la fecha cumplir satisfactoriamente con su deber de proteger y preservar nuestro patrimonio común, la herencia cultural que pertenece a todos los meridanos y yucatecos en general, sin excepción alguna.
Estoy seguro que sin exceptuar el motivo, si un grupo de varones protestáramos por alguna razón y se nos ocurriera la idea de realizar pintas en nuestros monumentos, iríamos de manera irremediable a la cárcel.
No encuentro pues, justificación que deje a las mujeres fuera del alcance de la justicia. ¿Acaso la ley no se aplica de manera general?, ¿qué no somos hombres y mujeres iguales ante la ley?, ¿hay ciudadanos de primera y de segunda?
Finalmente para no meter en aprietos a nuestras autoridades, se me antoja algo mucho más práctico y que se traducirá en el fin de las onerosas partidas destinadas a la restauración y en el término de la vergüenza que significa a los ojos de extraños, una ciudad en semejantes condiciones:
Acabemos con el problema, derribemos los monumentos, no dejemos rastro alguno de ellos, que no quede piedra sobre piedra.
Será más barato para el erario público y cuando los grupos de extremistas pretendan protestar, se verán forzadas a hacerlo de manera inteligente, pues no tendrán ya nada que vandalizar.
Con suerte a alguna iluminada se le ocurra emprenderla contra la sede de alguno de los poderes establecidos y reciban puntualmente lo merecido por su conducta. Siempre he creído que es más barato aplicar la ley, que ignorarla.
A final de cuentas, lo esencial es que los meridanos y los yucatecos aprendamos la importancia del respeto y que nuestros derechos terminan, donde comienzan los de las otras personas.
Ahí les dejo la propuesta. Quede para la reflexión.
Seguimos pendientes…
Dios, Patria y Libertad