Mujer se debate entre el Infierno y el Cielo
Lunes 18 de diciembre de 2023
En el convincente libro Imagina al Dios del Cielo, se nos cuenta la historia de una mujer católica colombiana identificada como Karina
Se sabía el Padrenuestro de memoria, por supuesto, pero sólo de memoria: sin gran significado hasta el día en que le falló el corazón.
Fue durante la pandemia de covid. Al parecer, había ido al hospital con la tensión alta. La examinaron (hoy en día, quizá con demasiada rapidez) y la enviaron a casa con medicación.
Mientras descansaba en una tumbona, llegó a la convicción de que se estaba muriendo y, lo que era más desalentador, de que el cielo y el infierno luchaban por ella.
Llamó a su marido y a sus tres hijos y les pidió perdón por todos los males pasados.
«Les dije que quería ir al Cielo, pero temía ir al infierno por todas las cosas malas que había hecho en el pasado».
Resulta que había sido cantante de un grupo, modelo de trajes de baño… luchando por la fama y la fortuna o lo que fuera.
Las fiestas y la promiscuidad la habían dejado embarazada a los diecinueve años.
Angustiada, quiso quedarse con el bebé, pero sus padres se negaron a que se quedara con ellos mientras estaba embarazada. Su prima la instó a abortar.
Y, angustiada, lo hizo.
Ya en el umbral de la muerte, rezó sinceramente pidiendo perdón.
Cuando se le paró el corazón, salió de su cuerpo, como describen tantos que tienen esta experiencia.
«En un abrir y cerrar de ojos, empecé a caer en un lugar más negro que el negro, con la cabeza gacha, adentrándome rápidamente en un túnel negro», relató al escritor John Burke. «Y hacía mucho, mucho frío. Sentía miedo y sabía que iba a ir al infierno. Empecé a rezar: ‘Lo siento, Dios, por favor, perdóname’. Y repetía: ‘Padre nuestro que estás en los cielos, santo es tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad. Perdona nuestros pecados’.
«Y yo decía: ‘Lo siento mucho, siento mucho esas cosas que sabía que estaban mal’. Me estaba arrepintiendo, aunque no sabía lo que significaba ‘arrepentirse'».
Pero vaya si valía la pena.
Con su súplica de corazón, un rayo dorado atravesó la negrura.
«Una lluvia de amor me invadió, algo que nunca antes había sentido inundó mi ser», testificó. «Este amor intenso, no sólo amor, sino todo lo que venía con él: paz, sin dolor, sin ira, nada. Incluso ahora mismo, sólo quiero volver a ello».
Aunque Karina pensó que merecía ir al infierno y que aún podría ir, una voz -más sentida que oída- le dijo: «Ven, ven, estás en casa».
Karina podía ver a toda esa gente en la luz.
Ellos también decían: «Ven, ven», y lo celebraban.
Karina estaba abrumada.
Pero Jesús también habló, y resultó que no era su hora. Él quería que regresara. Su misión: ser una guerrera de oración por Jesús.
Y una promotora del Padre Nuestro.