Alma de comediante
Viernes 27 de octubre de 2023
No cabe ninguna duda: el presidente López Obrador tiene alma de comediante.
Es aficionado a que lo rodeen las cámaras y micrófonos, siempre y cuando sea para consignar sus chistes y ocurrencias.
De lo contrario, se corre el riesgo de ser etiquetado como conservador, o peor aún, fifí.
El presidente no teme a las multitudes; por el contrario, las ama. Tantos años en las plazas públicas le enseñaron a decir justamente lo que la gente quiere oir.
Al presidente tampoco lo asusta la posibilidad de hacer el ridículo: es más, se trata de una de sus herramientas.
López Obrador esta dispuesto a protagonizar el mayor de los disparates, si eso distrae la atención popular de un tema inconveniente o incómodo y en ese aspecto, hay que consignar que no respeta ni a su familia: es capaz de inmolar a su propio hijo o a su mujer, si eso sirve a sus propósitos. Ya hemos visto anteriormente, varios casos de este tipo.
Al presidente no le afecta ser vulgar, chabacano o grotesco, para allegarse reflectores: cuenta chistes, canta y no nos extrañaría que bailase, para que la opinión pública no se concentre en los temas torales de su administración: seguridad, salud, economía, política y muchos otros. Lo hace una y otra vez y siempre le funciona.
De nueva cuenta nos aplicó la tan trillada receta de manera reciente: con motivo de los desastres en el Estadio Azul y Guerrero, López Obrador utilizó los estudios de su programa matutino cómico-musical, para enderezar cámaras y micrófonos en su persona, evitando que los medios hicieran picadillo a su heredera, por la humillación perpetrada con un vacío Estadio Azul, por las huestes brugadistas que buscan llevar agua a su molino, en los jaloneos por la jefatura de gobierno capitalina.
Por otro lado, López Obrador prefirió enlodarse, hacerse guaje y desdecirse visitando Guerrero (había dicho en la mañanera que no iría), en aras de que no le quiten una sola pluma a su gallina (en el entendido que en reciprocidad, Claudia debe ser dócil y condescendiente en el trato con él).
Ahora todo mundo se ríe del presidente, lo remedan y parodian, le hacen memes, le dirigen toda la furia de su rechazo en comentarios plasmados en redes sociales, pero una vez más el hombre ha logrado su objetivo: nadie habla del endeudamiento del país, de la inflación y lo caras que están las cosas, ni del desastre que se viene con las candidaturas de Omar y Claudia, que traen la posibilidad de un ridículo en la Ciudad de México, peor de los que hace el Cruz Azul.
Definitivamente el presidente tiene alma de comediante y para ello aprovecha su enorme parecido físico con uno de los personajes, fruto de la imaginación y genio creativo de Roberto Gómez Bolaños: el Doctor Chapatín. Fijense en los ademanes y el lenguaje utilizado y atrévase alguien a decir que miento.
Ahora que se vaya a la Chingada, López Obrador deberá considerar con seriedad la posibilidad de escribir libretos para sátiras o protagonizar alguna serie cómica. En ello puede estar su boleto al estrellato y eventualmente hasta la inmortalidad que le negará de manera consistente la política, porque pasará a la historia, no como un prohombre, sino como un bufón.
Que bueno que murió primero Chespirito, porque si no, seguro le quita la chamba.
Seguimos pendientes…
Dios, Patria y Libertad