Una anécdota sobre los ángeles custodios
Lunes 29 de mayo de 2023
(…)Un domingo, los muchachos estaban todos reunidos en la sacristía de la iglesia de San Francisco de Asís. Don Bosco entregó a cada muchacho una estampa con una oración al Ángel de la Guarda.
Luego les exhortó: «Rezad a vuestro Ángel de la Guarda. Invocad su ayuda si os encontráis en algún peligro grave del cuerpo o del alma, y os aseguro que os ayudará y os protegerá».
Pocos días después, un muchacho, aprendiz de albañil, trabajaba en un nuevo edificio. Mientras iba de un lado a otro del andamio, un soporte se partió de repente. Sintió que los tablones de madera sobre los que él y otros dos estaban de pie cedían. Al oír el primer fragmento de madera, se dio cuenta de que no había escapatoria. El andamio se derrumbó y los tres muchachos se precipitaron desde el cuarto piso a la calle en medio de una lluvia de tablones, ladrillos y piedras.
Caer desde semejante altura significaba una muerte segura. Sin embargo, este buen muchacho, mientras caía, recordó las palabras de Don Bosco e invocó en voz alta a su Ángel de la Guarda. «¡Oh mi buen Ángel, ayúdame!». Su oración le salvó.
De los tres chicos que cayeron, uno murió en el acto, y otro, gravemente herido, falleció poco después de llegar al hospital.
Mientras la gente corría hacia el joven aprendiz, creyéndole muerto, éste se levantó sano y salvo, sin un rasguño. No tardó en volver a subir para ayudar a reconstruir el andamio.
El domingo siguiente regresó a San Francisco de Asís, donde contó lo sucedido a sus asombrados compañeros. Fue una maravillosa confirmación de la verdad de la promesa de Don Bosco. En consecuencia, la confianza de los muchachos en sus Ángeles Custodios se hizo aún más fuerte y produjo magníficos frutos espirituales en sus almas.
Este singular acontecimiento impulsó a Don Bosco a confeccionar el mencionado librito titulado «El devoto del Ángel de la Guarda».
En sólo setenta y dos páginas, dio las razones para inducir a los fieles a buscar y merecer la protección de este sublime espíritu.
Dividió su materia en diez consideraciones, que debían servir de preparación para la Fiesta de los Santos Ángeles. Los temas incluían:
La bondad de Dios al confiarnos al cuidado de sus ángeles
El amor de los ángeles por nosotros
Los favores cotidianos de los ángeles
Su asistencia especial en tiempos de oración, tentación y tribulación: En la Muerte, en el Juicio y en el Purgatorio
La compasión de los ángeles por los pecadores
El amor que debemos sentir por nuestro ángel a cambio de su amor por nosotros