Sociedad

La pureza, la satisfacción aplazada

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Martes 31 de enero de 2023

La pureza sexual no es el camino de menos placer (cómo comúnmente se asume), es el camino de la gratificación aplazada.

¿Qué es la gratificación aplazada? Es, en muchos sentidos, lo que nos distingue de los simios: es la habilidad cognitiva de renunciar el disfrute de un placer menor inmediato, con la mira de disfrutar un placer futuro mucho mayor.

Aquí damos un par de ejemplos:

– El joven egresado de la secundaria renuncia al disfrute de un salario inmediato pero pequeño en un trabajo poco calificado, invirtiendo años de su juventud en estudios formales sin remuneración financiera con miras de disfrutar de un futuro salario mucho mayor, en una ocupación profesionalizada.

– El empleado decide tener el 15 por ciento de su salario apartado en un fondo de jubilación, dinero que no podrá usar por muchos años, con la esperanza de que cuando se jubile, tenga suficiente dinero para disfrutar su vejez, sin tener la presión de trabajar.

– La joven, que aspira a ser una gran pianista, renuncia a horas de recreo y en cambio, las dedica a ejercicios extenuantes y tediosos, para que con el tiempo, pueda tocar entre los mejores ejecutantes, ante grandes audiencias.

Como pueden ver, entonces, la gratificación aplazada no es un rechazo de la gratificación en absoluto. Por el contrario, es la búsqueda deliberada de la mayor satisfacción posible.

Así sucede con la sexualidad: a diferencia de los animales, que son esclavos de sus pasiones e instintos, el ser humano resiste deliberadamente la tentación de satisfacer cada impulso y capricho sexual, con la esperanza de que un día conocerá a esa persona digna que le amará y podrá amar y entre los dos, compartirán algo especial: una melodía exclusiva de amor, pasión y completa entrega en los santos lazos del matrimonio.

Será una melodía que solo dos conocerán y unidos, encontrarán placer sin fin, que disfrutarán el uno con el otro.

La promiscuidad, entonces, es la antítesis de la verdadera gratificación: entorpece la mente y destruye el control deliberado de las facultades mentales sobre el cuerpo, seduciendo a la gente desde una edad temprana, predicando que el camino a la satisfacción es una vida sin restricción.

Lo anterior, por supuesto, como una neurona sobreexcitada, conduce a la desensibilización: cuanto más y más satisfaces tus fetiches sexuales, menos y menor placer obtienes de ellos.

Te vuelves esclavo de tus pasiones y, lo que es peor, no obtendrás ningún disfrute verdadero y duradero al dejarte dominar.

Estamos viviendo en tiempos de alabada promiscuidad, dónde reina una cultura de gratificación inmediata.

Podemos ver los efectos corrosivos que esta idea va teniendo en todas las esferas de la vida, desde las políticas públicas hasta las estructuras familiares en los hogares.

Hoy más que nunca, nuestros hijos necesitan saber que la gratificación aplazada es el mejor camino a mayores y mejores placeres para su vida y destino.

Seguimos pendientes..

Dios, Patria y Libertad

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