Protestas masivas en Francia contra Macron
En Francia, más de un millón de personas marcharon el jueves por las calles de ciudades como París, Marsella y Niza, mientras los sindicatos realizaban una huelga nacional contra los planes del presidente Emmanuel Macron de elevar la edad de jubilación de 62 a 64 años.
En París, más de 30 personas fueron detenidas después de que la policía lanzara gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes que se habían congregado en la plaza de la Bastilla.
Estas fueron las palabras expresadas por el dirigente sindical Laurent Escure.
“Queremos tener una buena jubilación. No queremos jubilarnos cuando ya estamos caídos y cansados. Queremos disfrutar de nuestros últimos años con nuestros hijos, con nuestros nietos y, quizás, con nuestros padres, a los que tenemos que cuidar. Así que lo que queremos hoy es un mensaje de justicia social. Si el Gobierno no entra en razón, habrá más huelgas. Por eso pedimos que se escuche la voz de la razón y que no se tomen medidas irresponsables”.
Por primera vez en años, la gran mayoría de los sindicatos, desde la izquierda más tradicional hasta las agrupaciones más centristas, se han puesto de acuerdo para movilizarse en contra del proyecto de Macron de elevar la edad de jubilación de los 62 a los 64 años.
Cerca de 1,12 millones de personas asintieron al llamado nacional de los sindicatos a manifestarse contra la medida, según el Ministerio del Interior galo.
«Es una primera jornada y habrá otras», subrayó el secretario general de la CGT, Philippe Martínez. «Es raro que los sindicatos en Francia estén de acuerdo. Es un indicador de que la situación es grave».
A pesar de que la víspera, Laurent Berger, secretario general de la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT), el sindicato más grande del país, pidió que las marchas se desarrollasen «de forma pacífica», se registraron enfrentamientos con la policía, que lanzó gases lacrimógenos a encapuchados que exacerbaron las muestras de descontento. Según las autoridades se hicieron varias decenas de arrestos.
París fue el escenario principal de las marchas, allí unas 80.000 personas mostraron su respaldo a la eliminación de la reforma propuesta. La concentración central tuvo lugar en la Plaza de la República, para luego caminar hasta la Plaza de la Nación. La movilización social también tuvo mucha representación en ciudades secundarias como Burdeos, Toulouse, Marsella y Nantes, entre otras. En total fueron 200 las manifestaciones convocadas en todo el país.
Apoyo a la huelga en el sector del transporte y de las escuelas
Uno de los sectores que más vio interrumpida su cotidianidad a raíz de la huelga es el sector del transporte. El metro de París prácticamente se paralizó y la movilidad fue difícil en la mayoría de grandes ciudades.
Mientras tanto, la red de ferrocarriles también funcionó a medio gas. Las estaciones estaban vacías. Ya la compañía ferroviaria SNCF había advertido que solo circularían el 10% de los trenes regionales y entre una tercera y una quinta parte de los trenes de alta velocidad.
Los aeropuertos vivieron más tranquilidad, pero no sin interrupciones: las compañías aéreas que operan en el aeropuerto de Orly, en París, redujeron en un 20% su programa de vuelos por el paro de controladores aéreos.
Las escuelas también quedaron con las aulas vacías a raíz del amplio seguimiento de la huelga por parte de los profesores. El principal sindicato del sector de educación estima un seguimiento del 70%.
Además, varias cadenas de información pública también se han unido a la protesta. ‘Franceinfo’ y ‘France Inter’ reprodujeron música en vez de las noticias y ‘France 2’ dedicó el día a rodar programas en repetición.
El sector sanitario y el de la energía también se sumaron a la huelga.
El Gobierno seguirá adelante con las reformas
En medio del reclamo popular muchos se preguntaban si el presidente Emmanuel Macron se pronunciaría antes las movilizaciones. Lo hizo, pero desde España, donde se encuentra para una cumbre bilateral con el jefe de Gobierno del país anfitrión, Pedro Sánchez.
En una conferencia de prensa conjunta, Macron afirmó que la reforma seguiría adelante pese al disgusto popular. Según el mandatario, la propuesta «se presentó de forma democrática» y será protagonista de un debate en el legislativo «que permitirá expresarse a todos los partidos.
Macron puntualizó además que es necesario que «las cosas se digan en el momento en que se toman las decisiones democráticas», y subrayó que en las últimas elecciones presidenciales y legislativas «las cosas se dijeron claramente», en referencia a la continuidad del proyecto de cambio en el sistema de pensiones.
«En un país con esperanza de vida cada vez mayor (…) y con menos trabajadores en activo y más jubilados, si queremos que el pacto entre generaciones sea justo, hay que proceder a esta reforma», concluyó el jefe de Estado francés, quien resaltó que la discusión del proyecto se realizará «con respeto y espíritu de diálogo, pero con determinación y sentido de responsabilidad».
Una nueva cita en las calles
Ante la firmeza del líder francés y la gran convocatoria observada por las uniones, se fijó una nueva cita en las calles. Ocho sindicatos, entre los que se encuentra el CDFT, fijaron la nueva convocatoria de huelga para el próximo 31 de enero.
Una noticia que se conoce después de que Berger, líder del CFDT, argumentó que su grupo no bloquearía los sectores sensibles de la nación o extendería la inactividad por tiempos prolongados. Este jueves, en declaraciones a la televisión, Laurent Berger afirmó que «esto no se trata de una pelea de gallos» entre él y el presidente francés, porque al final lo que le interesa es «la situación de los trabajadores».
En un comunicado conjunto, los sindicatos afirmaron que el Gobierno «se encuentra contra la pared». Según los gremios, «Todo el mundo sabe que elevar la edad de jubilación solo beneficia a los empleadores y a los ricos».
Una reforma para equilibrar las arcas del Estado, según el Gobierno
La reforma pensional puede convertirse en uno de los puntos de inflexión del Gobierno de Macron. Ya buscó impulsarlo en 2019, aunque quedó paralizado por la pandemia de Covid-19 que irrumpió en el mundo al año siguiente.
Su propuesta es elevar la edad de jubilación de los 62 a los 64 años y pedir 43 años cotizados en total para conseguir la pensión completa, cuando antes eran 42. El principal objetivo de la reforma es equilibrar las cuentas en las arcas del Estado de un sistema pensional que ya es deficitario y en un país con la población cada vez más envejecida.
El ministro de Trabajo, Olivier Dussopt, defendió que la reforma es «justa y necesaria» y aseguró en una entrevista con la cadena ‘LCI’ que ya «ha habido una evolución» en el proyecto de ley y que se han «incluido varias demandas».
Francia es uno de los países de la Unión Europea con la edad de jubilación más baja y la intención de los sindicatos es que siga así: gran parte de las protestas se centran en esos trabajos menos calificados, de mayor exigencia física, que tienen un coste sobre la salud de los empleados y que reducen la esperanza de vida.
Macron: entre la huelga y los conservadores
Las huelgas en Francia tienen un precedente importante. Tanto por los resultados como por el simple hecho de llamar la atención sobre lo que los sindicatos consideren injusto. Puede que esta afirmación justifique la prohibición de 2007 que limita las huelgas espontáneas y aplica restricciones para garantizar los servicios públicos mínimos durante las movilizaciones.
Este mandato también ha afectado la capacidad de maniobra de los gremios ante los cambios propuestos por los gobiernos galos.
En el año 1995, bajo la presidencia de Jacques Chirac, tres semanas de huelgas hicieron que el Gobierno dejara a un lado sus planes de suprimir los sistemas de pensiones sectoriales en el país y aumentar la edad de jubilación. Más la movilización no funcionó 15 años después con Nicolas Sarkozy, quien atrasó el retiro de 60 años a 62.
Tampoco hicieron que François Hollande llevara adelante el cambio del número de años que hay que trabajar para tener una pensión completa: 43 años. Como contrapeso, quienes se desempeñan en trabajos físicamente exigentes se retiran antes.
El panorama político para Macron es incierto. Entre sus propias filas, hay personas que siguen sin estar convencidas de apoyar la reforma y además su partido, la República en Marcha, ya no tiene mayoría absoluta en el Parlamento.
Para aprobar la reforma en el órgano legislativo necesita el apoyo de los conservadores, cuya visión es diametralmente opuesta a la de los sindicatos. Escuchar a los sindicatos podría significar perder los votos de la derecha; hacer caso a los conservadores podría terminar en semanas de huelga. Para Macron, contentar a las dos partes será imposible.