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Como llegaron los Tres Reyes Magos a Tizimín

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Martes 10 de enero de 2023

Cuentan las antiguas tradiciones, que en un pequeño pueblo de nombre Xuenkal, cercano a Tizimín, vivía un caballo embrujado de piedra de nombre “T’simín-Ka”, que durante el día era inofensivo porque quedaba inmóvil, pero de noche cobraba vida y hacía todo tipo de maldades.

El equino embrujado entraba donde estaban los animales y los mataba cruelmente, aplastándolos con su cuerpo de piedra y si alguno de los dueños de estos animales salía y veía al
caballo, este le lanzaba una mirada de odio que lo fulminaba de manera inmediata.

Debido a que los daños provocados por este
caballo de piedra eran muchos, los habitantes
decidieron reunirse y pedir ayuda a los diez
hechiceros más importantes de la región.

Los taumaturgos aceptaron ayudar a los atribulados pobladores, que les dijeron donde podían encontrar a T’simín-Ka.

En cuanto los hechiceros fueron llevados por los
pobladores a donde llegaba el caballo, se quedaron solos, mientras los lugareños se escondían en sus casas.

Al aparecer el caballo, los hechiceros
en vano trataron de lanzar sus sortilegios y
hechizos en su contra, le amenazaron, le
dieron órdenes de que volviera al infierno y le
insultaron, pero nada consiguieron y el corcel parado en dos patas, le dio de coces a los hechiceros haciéndolos huir, mientras destruía las casas de los pobladores, cobrando venganza.

Los hechiceros, posteriormente trataron de
excusarse con los pobladores y prometieron volver, pero siempre daban pretextos para no hacerlo.

Le tenían miedo a T’simín-Ka y debido a eso, los
vecinos decidieron ir a la iglesia a rezarle a
“las deidades que habían traído los colonizadores
y también a las de sus antepasados”.

Una semana después, aparecieron tres hombres
raramente ataviados, que preguntaron a los niños por el camino de Xuenkal donde aparecía el
caballo y según se refiere, eran tres magos o
hechiceros, vestidos como reyes.

La gente al verlos, sintió que sus ruegos habían sido escuchados.

Los tres hombres se sentaron a esperar la noche y decían que a los niños les agradaba estar junto a ellos.

Al llegar la noche y aparecer el temible caballo T’simín-Ka, los “tres hechiceros vestidos como reyes”, estuvieron rezando “en un idioma muy raro” y al enfrentarse al caballo, este ya no pudo seguir avanzando. Los tres reyes se acercaron al animal y este cayó muerto, convertido en piedra.

Después de esto, los tres hombres se retiraron,
mientras sus cuerpos se veían rodeados de luz.

La gente corrió a agradecerles y despedirse de
ellos y a lo lejos, alcanzaron a ver las brillantes
siluetas que iban montadas en dos raras
bestias (seguramente el camello y el elefante,
animales desconocidos para los mayas aun
durante el periodo novohispano) y un hermoso
caballo blanco, mientras seguían a
una hermosa estrella que refulgía en lo alto.

Los habitantes agradecidos, levantaron un altar en honor de los tres hombres que posteriormente supieron habían sido los mismos tres reyes que honraron a Nuestro Señor en su nacimiento.

Fue de esta manera, que Tizimín quedó para siempre, bajo la protección de los tres magos de oriente.

Seguimos pendientes…

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