Opinión

El peor de los gobiernos y la peor de las oposiciones posibles

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Miércoles 5 de octubre de 2022

En política siempre hay intereses, muchos intereses. De todo tipo. Precisamente por eso, debe ser el arte de conciliar, de construir consensos, de ponerse de acuerdo. Claro, esa es solo la teoría.

La realidad es que la práctica es muy distinta. En la práctica son los intereses (particulares o de grupo) los que privan, las ambiciones (legítimas o ilegales) prevalecen y las codicias se imponen. Triste, pero real.

Ayer en el senado de la república se discutió un tema de importancia toral para nuestro país: la participación de las fuerzas militares en asuntos de seguridad pública, que por definición no son la razón de ser de las fuerzas armadas.

Los mexicanos pudimos presenciar un muy triste espectáculo, con senadores ofendiéndose, insultándose, insinuando o francamente sacando a relucir las peores infamias para con sus pares. Un escenario deplorable en verdad.

Es menester precisar que los senadores no saben debatir. Apuntar que el discurso que manejan es patético, paupérrimo, comenzando porque hablan como tarados, dejando ver su crasa ignorancia en el manejo del lenguaje, en aras de glorificar la ideología de género lingüística y gramatical, para concluir en el exacerbado fanatismo e intransigencia que sus denuestos exhiben.

Que decepción ver a Lilly Téllez reducida a la lamentable condición de arrabalera, que lastimoso ver a la senadora Trasviña, que inverecundia la de Rocío Abreu destrozando honras. Para llorar francamente.

El resultado fue el previsto: MORENA consiguió menos de lo que quería en apariencia, pero a fin de cuentas se salió con la suya. Tenían los elementos para hacerlo y echaron mano de ellos. Bien jugado, el poder es para usarse. Ya anteriormente priistas y panistas hicieron lo propio. No vale quejarse.

La oposición no tuvo la capacidad, ni el talento para resistir. Careció de liderazgo, de imaginación, de recursos. No hubo vocación de sumar, de entender al otro. No dialogaron. Quisieron imponer a rajatabla y les faltaron argumentos, por eso debieron recurrir al agravio, al insulto, a la descalificación, que es todo lo que queda al que se ve presa de la desesperación, consciente de su incapacidad.

Dos figuras escaparon de lo relatado: Jorge Carlos Ramírez Marín, un consumado especialista en la esgrima legislativa, entre los que estaban a favor y Damián Zepeda entre los que se manifestaron contrarios. Fueron quienes se excluyeron de la vulgaridad y la puerilidad generalizada.

Lo sucedido a nadie dejó a gusto, pero debemos conceder el beneficio de la duda, suponemos, ya no queda más.

Si se logra lo previsto en las reformas a la iniciativa inicial, habrá que dar crédito a sus autores. De lo contrario, habrá que cancelar toda posibilidad de entendimiento con el oficialismo y librar una guerra sin cuartel en su contra.

Nos preocupa francamente que los militares puedan ser utilizados como ariete por el régimen, en aras de reprimir la disidencia o las expresiones populares de insatisfacción y descontento, pero consideramos que hay que permitir y dar oportunidad de funcionar a los mecanismos institucionales previstos por el legislativo. Se trata de no descartar a priori e ir tomando confianza poco a poco.

En un foro de twitter realizado con usuarios manifiestamente adversos al diálogo y la construcción de acuerdos con el gobierno, alguien tildó de utópica y calificó como mero romanticismo, la pretensión de algunos legisladores de no tomar posturas intransigentes, ni radicales.

Pero vale apuntar que descalificar al prójimo, agraviarlo, denigrarlo, no abona a la solución de nada. Las posturas fanáticas e intolerantes, menos.

Aberrante y demencial es la postura de López Obrador de etiquetar como traidores a la patria a quienes no se pliegan a sus caprichos, pero tampoco lo es menos, motejar como traición al que de buena fe cree en acotar al poder establecido. Muy claro lo dejó Osorio Chong, pese haber votado en contra.

Concluido lo concerniente a la continuidad de la participación de los militares en tareas de seguridad, toca turno pasar a otros temas, donde también el oficialismo lleva ventaja y sería deseable que la oposición tuviera un mejor desempeño.

Porque hasta la fecha, un par conclusiones es posible sacar de todo lo acontecido: a) tenemos el peor de los gobiernos posibles. Pero, b) la oposición es mucho peor todavía.

Seguimos pendientes…

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