Opinión

La efectividad del discurso populista

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Jueves 11 de agosto de 2022

En la historia de la humanidad han existido grandes figuras reconocidos como líderes sociales y políticos, en distintas épocas, en sus respectivos países.

Adolfo Hitler, Benito Mussolini, José Stalin, Mao y más recientemente, Fidel Castro, Daniel Ortega, Hugo Chávez, Nicolás Maduro, Evo Morales, Vladimir Putin y por supuesto, Andrés Manuel López Obrador.

Todos ellos tienen una característica común: el discurso populista, capaz de movilizar masas y contribuir al logro de sus objetivos, en materia económica, política, social e ideológica.

Los populistas, son grandes sicólogos innatos. Conocen el alma, el ánimo social, se valen del manejo de las emociones y saben como hablar a las masas.

Todos cuando vamos de compras, vamos a la gasolinera, acudimos a la farmacia o recurrimos a los diferentes servicios públicos, nos damos cuenta de que cada día todo está más caro y que las cosas no solo no mejoran, sino que cada día están peor.

Pero entonces, nos preguntamos, ¿Cómo es posible, que a pesar de los malos resultados, la intención de voto no cambie y se mantenga el apoyo popular?

La respuesta es simple y contundente: por la efectividad mediática del discurso populista.

Porque los medios de comunicación, afines o contrarios, seguimos dando difusión al discurso oficial.

Porque como quiera que sea, con opiniones favorables o no, los medios seguimos contribuyendo a la difusión de unas ideas y un discurso, que resultan altamente eficientes y rentables, en términos electorales.

Y finalmente, conseguimos que pese a todo, algo quede.

Porque el discurso populista, entume el raciocinio cuando llega al alma y si la ciudadanía no discurre de manera racional y consciente, el mal está hecho.

Por eso los discursos polarizantes, en lo social y en lo político. Por eso la postura maniquea de dividir el mundo entre buenos y malos. Por eso las estrategias de victimización.

Porque el discurso populista, reiteramos y subrayamos, llega al alma, toca las fibras más sensibles de las masas y obnubila el razonamiento, impidiendo el análisis y discurrir con claridad.

Porque de esta manera, consigue granjearse simpatías, que impiden percatarse de la realidad cotidiana y objetiva.

Por eso no importan la ausencia de logros en la gestión gubernamental. Por eso se desentienden de los pésimos resultados económicos.

Por eso, pese a todo, se sigue manteniendo un importante índice de control social, a lo que contribuyen de manera notable, las dádivas del oficialismo.

Porque a la gran masa de mexicanos a los que les está vedado acceder a mejores niveles de vida, les importan muy poco o nada, las cifras macroeconómicas.

Son gente que siempre ha carecido de todo y probablemente seguirá haciéndolo, pero que si toma en cuenta «las ayudas y apoyos», de un régimen que aparentemente se preocupa por su suerte y al que la maldad, los complots, la ambición y la codicia de los poderosos de siempre, de los malvados, se empeña en hacer fracasar.

Por estas razones, el discurso populista, reafirmamos, es altamente eficaz, efectivo y mucho más aún, rentable.

Los medios de comunicación debemos dejar de ser cajas de resonancia del discurso populista. Los editorialistas debemos abandonar las críticas insustanciales ad hóminem, debemos dejar de criticar el modo de hablar, los gustos y preferencias, la manera de vestir y centrarnos en difundir los datos duros de la realidad que acontece.

Y sobre todo, debemos quitar cámaras y micrófonos a las mañaneras y discursos oficiales. Generar vacío informativo, para que la narrativa oficial pierda fuerza y sea incapaz de conseguir sus aviesos propósitos.

Porque triste, muy triste será la suerte de México y de cada uno de sus estados, si el régimen de destrucción que nos infecta, se mantiene en el poder.

Seguimos pendientes…

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